Esteban Jaramillo Osorio
Cosmética o reingeniería en una vida desbocada.
Demasiado escándalo en estos días, por el anunciado revolcón en una de las cadenas de radio con mayor reconocimiento público que hay Colombia, la histórica y tradicional RCN radio.
Las medidas adoptadas, tendientes a sortear las deficiencias artísticas de sus emisoras, la baja calidad de sus contenidos, la crisis financiera que acosa tanto como la rebaja drástica de las audiencias, una mejor adaptación a las modernas alternativas tecnológicas, ha llevado al emblemático medio a tomar severas decisiones.
Estas van desde alianzas, fusiones, cierre de emisoras, cambio en la programación y entrada y salida de talentos reconocidos.
Como en el pasado cuando el Mundialista Sergio Ramírez cambiaba de bando, lo mismo Paché, Ortiz Alvear, Campuzano el Emperador”, Peláez o Giraldo Neira, Wbeimar Muñoz o Mao, Edgar Perea o Araujo Gámez.
Lo que algunos ven como cosmética, no es más que la toma de decisiones consensuadas, estudiadas, urgentes y desesperadas para evitar su naufragio financiero.
Es evidente el desinterés del pueblo, en las cadenas tradicionales, de radio y Tv, lo que se ve reflejado en el decrecimiento de la audiencia y el crecimiento de las plataformas digitales.
En la tendencia moderna de “El medio soy yo”, en la que lectores, oyentes y televidentes, tiene tanto valor como el periodista, es urgente el paso de la era análoga a la digital, para lograr mejores contenidos y mayor penetración e interacción con el público.
Ocurre en todos los medios de aceptación masiva en el mundo. O lo hacen o desaparecen.
Todo lo anterior ha dado paso a una oleada de nostalgias, de quienes por allí pasaron, con recuerdos imborrables de lo vivido.
Los amigos, la empresa, el colegaje, los retos y las ambiciones cumplidas, producen lamentos por lo que consideran la lenta y disimulada desaparición de un vocero de la comunidad, ligado sentimentalmente a la vida de los colombianos, durante décadas.
Cuesta entenderlo, pero es cierto. Lo que ocurre no es otra cosa que la necesidad imperante de alargar la vida a un medio tan reconocido, con un alto costo, motivado por el drástico redireccionamiento financiero. Solo eso.
RCN fue parte de mi vida, durante muchos años. No es mía la tristeza, porque soy agradecido, ni me invaden las nostalgias. Esto es pragmatismo puro. Es la adaptación a este mundo atropellado que cambia a velocidad frenética, para afrontar los nuevos retos. SEGUIRÉ EN SINTONÍA.
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