¿Sabías que algunos perros y gatos pueden tener dificultades para hacer llegar su comida al estómago? Esta condición, llamada megaesófago, ocurre cuando el esófago —el tubo que transporta el alimento— pierde su capacidad de mover la comida correctamente.
El resultado es que el alimento se acumula y muchas veces regresa sin digerirse (regurgitación) poco después de comer, lo que no sólo provoca pérdida de peso, sino que también puede causar una complicación grave: neumonía por aspiración, que es cuando los alimentos pasan accidentalmente a los pulmones.
“Un diagnóstico de megaesófago no es una sentencia”, afirma el Dr. Carlos Cifuentes, médico veterinario de Pet Food Institute, “con un plan nutricional personalizado y algunas adaptaciones, nuestras mascotas pueden mantener una excelente calidad de vida”.
Esta enfermedad es más común en los perros, siendo los más afectados, aunque también se puede presentar en gatos. En algunos casos, puede llegar a ser una condición congénita (desde el nacimiento) y, en otros, adquirida por enfermedades neuromusculares, endocrinas o tóxicas.
“El mayor riesgo no es la regurgitación en sí, sino la neumonía por aspiración, que ocurre cuando el alimento pasa a los pulmones”, explica el experto. “Por eso, la alimentación adecuada se convierte en la piedra angular del tratamiento”.
De hecho, Cifuentes profundiza en 3 estrategias para facilitar la alimentación segura de animales con esta condición médica:
1. Mantener el tronco y la cabeza elevados: las mascotas deben comer con un ángulo de 45 a 90 grados. En perros, se recomienda usar la Silla de Bailey, que los mantiene erguidos mientras comen y durante 15 a 30 minutos después de la ingesta. “Este simple hábito puede cambiarlo todo”, comenta Cifuentes. “La gravedad se convierte en la mejor aliada para que el alimento llegue al estómago sin riesgo”.
2. Elegir el alimento adecuado: no existe una textura ideal; cada mascota responde distinto. Algunos toleran mejor alimentos licuados o semilíquidos, mientras que otros se benefician de “albóndigas” blandas hechas con alimento húmedo. Se recomienda ofrecer porciones pequeñas y frecuentes (3 a 4 veces al día) y evitar llenar demasiado el esófago. Incluso el agua puede requerir ajustes: si el animal la regurgita, puede ofrecerse mezclada con la comida o con espesantes.
3. Seguimiento veterinario constante: es fundamental controlar peso, apetito y signos de alerta como tos, fiebre o dificultad para respirar, ya que cualquier cambio puede indicar una complicación que requiere atención inmediata.
Es vital controlar el peso, apetito y signos de alerta como tos, fiebre o dificultad para respirar. Cualquier cambio puede indicar una complicación pulmonar que requiere atención inmediata.
Existen alimentos especialmente formulados para facilitar la digestión y cubrir los requerimientos nutricionales de perros y gatos con condiciones como el megaesófago. Estas fórmulas aportan una densidad calórica adecuada y un balance óptimo de nutrientes, ayudando a mantener el bienestar sin sobrecargar el esófago.
Recuerda que las mascotas necesitan más de 40 nutrientes esenciales para mantenerse saludables, algo difícil de lograr únicamente con sobras o comida casera. Por eso, optar por un alimento comercial de calidad, fabricado bajo altos estándares nutricionales, como los producidos en Estados Unidos, garantiza una dieta completa, segura y balanceada que favorece la salud general de tu peludito.
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