Por Iván Hernández Umaña, miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas
A la luz del Paradigma Apreciativo propuesto por Federico Varona (2024), esta experiencia puede entenderse también como un proceso de investigación que busca lo que da vida en los sistemas sociales, más que lo que falla. En lugar de centrarme en la ‘falta de innovación’, el análisis se enfocó en las condiciones que permiten innovar: apertura, cooperación, confianza y adaptabilidad. Esa perspectiva se alinea con los cinco componentes del paradigma apreciativo, todos aplicados al análisis económico y organizacional.
| Componente | Manifestación en la investigación |
| Ontología apreciativa | Ver la empresa no como unidad deficiente, sino como sistema con potencial emergente de innovación. |
| Epistemología apreciativa | Indagar cómo los datos revelan patrones de vida institucional, sin imponerles un modelo previo. |
| Praxis apreciativa | Convertir el conocimiento en transformación institucional: la creación de la SAS como cambio de entorno. |
| Axiología apreciativa | Valorar la inclusión y la libertad económica como fuentes de creatividad social. |
| Lenguaje apreciativo | Cambiar la narrativa del “déficit de innovación” por la de “condiciones para el florecimiento innovador”. |
1. El dato que no encajaba
Toda investigación verdaderamente transformadora comienza con un hecho que desconcierta. A finales de los años noventa, mientras trabajaba con la Encuesta Anual Manufacturera (EAM) del DANE, me encontré con un patrón que no cuadraba con los manuales. Las diferencias en productividad laboral entre empresas no se explicaban solamente por el tamaño, el sector o la región, como sostenían los enfoques habituales. Había algo más profundo en juego, un elemento institucional que no estaba siendo observado.
Movido por esa sospecha, decidí desagregar los datos por forma legal de las empresas, un criterio que no aparecía en los análisis convencionales. Lo que descubrí fue sorprendente: las sociedades anónimas —independientemente de su tamaño— mostraban mayores niveles de productividad e innovación que las sociedades limitadas o las empresas individuales. En otras palabras, la apertura de la estructura de propiedad parecía estar correlacionada con la capacidad de innovar.
Ese hallazgo no surgió de una hipótesis previa ni de un modelo teórico cerrado. Surgió del asombro ante un dato que desafiaba las expectativas. Fue, en términos de Charles Sanders Peirce, un acto de razonamiento abductivo: partir de un hecho inesperado y dejar que la explicación emerja desde los datos, sin imponer un marco apriorístico.
2. La lógica de la sorpresa
La abducción, a diferencia de la deducción o la inducción, no parte de una hipótesis que busca confirmarse, sino de un signo que pide sentido. Peirce la describía como la forma de razonamiento que explica “lo sorprendente” mediante una conjetura razonable. Es un método que requiere sensibilidad más que rigidez, imaginación más que protocolo. En el campo de la economía, donde los modelos suelen preceder a los hechos, la abducción nos recuerda que la teoría también puede nacer del asombro.
Mi trabajo con la EAM y la Encuesta de Desarrollo Tecnológico e Innovación (EDIT) —en su primera versión de 1998— se movió precisamente en ese terreno. No busqué comprobar un supuesto sobre productividad, sino escuchar lo que los datos decían cuando se les daba voz propia. Esa escucha permitió descubrir que la estructura de propiedad y el marco institucional condicionaban el comportamiento innovador de las empresas mucho más de lo que reconocían los modelos neoclásicos.
3. De la observación a la tesis
De aquella intuición empírica nació una pregunta que guiaría mi tesis doctoral:
¿Qué tipo de entorno institucional favorece las actividades innovadoras y cuál las inhibe?
La abducción se transformó entonces en un proceso sistemático: a partir de la observación empírica, elaboré un marco teórico que integraba la economía institucional, la teoría schumpeteriana del cambio y los aportes de la economía evolucionista. El hilo conductor era claro: las instituciones pueden ser catalizadoras o frenos de la innovación, dependiendo de si permiten o bloquean la circulación de la propiedad, las ideas y el riesgo.
Así emergió la distinción entre entornos pro-innovadores y entornos contra-innovadores. Los primeros se caracterizan por marcos jurídicos que facilitan la participación, la cooperación y la entrada de nuevos actores. Los segundos, por estructuras cerradas, concentradas y rígidas, donde el control del capital limita la experimentación y la creatividad.
En Colombia, observé que muchas pequeñas y medianas empresas quedaban atrapadas en formas legales que restringían su acceso a capital y su capacidad para incorporar nuevos socios. Esa rigidez institucional se traducía en una trampa de baja innovación.
4. La anticipación institucional
Años más tarde, la promulgación de la Ley 1258 de 2008, que creó las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS), confirmó lo que la evidencia ya insinuaba una década antes. Las SAS democratizaron la estructura de propiedad, redujeron los costos de constitución y facilitaron la entrada de nuevos inversionistas. En la práctica, la reforma institucional materializó lo que mi investigación había detectado de manera anticipatoria: que la apertura accionaria y la flexibilidad jurídica no solo aumentan la competitividad, sino que liberan el potencial innovador de las empresas.
Esa coincidencia no fue una casualidad, sino una muestra de cómo la abducción puede tener un valor anticipatorio. La investigación no predijo la reforma: la hizo pensable.
Al reconstruir las relaciones invisibles entre forma legal, productividad e innovación, el análisis permitió ver antes de que ocurriera un cambio que el sistema económico aún no había reconocido como necesario.
Por eso prefiero hablar de visión anticipatoria y no de predicción. La predicción busca acertar en el futuro; la visión anticipatoria lo hace posible al modificar el marco de comprensión presente. No es adivinación, sino una comprensión profunda de las tensiones institucionales que empujan la evolución del sistema.
5. Del dato al paradigma: una lectura apreciativa
A la luz del Paradigma Apreciativo propuesto por Federico Varona (2024), esta experiencia puede entenderse también como un proceso de investigación que busca lo que da vida en los sistemas sociales, más que lo que falla. En lugar de centrarme en la “falta de innovación”, el análisis se enfocó en las condiciones que permiten innovar: apertura, cooperación, confianza y adaptabilidad.
Esa perspectiva se alinea con los cinco componentes del paradigma apreciativo:
Componente Manifestación en la investigación
Ontología apreciativa. Ver la empresa no como unidad deficiente, sino como sistema con potencial emergente de innovación.
Epistemología apreciativa. Indagar cómo los datos revelan patrones de vida institucional, sin imponerles un modelo previo.
Praxis apreciativa. Convertir el conocimiento en transformación institucional: la creación de la SAS como cambio de entorno.
Axiología apreciativa. Valorar la inclusión y la libertad económica como fuentes de creatividad social.
Lenguaje apreciativo. Cambiar la narrativa del “déficit de innovación” por la de “condiciones para el florecimiento innovador”.
Desde esta lectura, la abducción y la indagación apreciativa convergen: ambas son formas de investigación que comienzan con la curiosidad y terminan en la creación de futuro.
6. Una epistemología de la escucha
La economía, cuando se deja guiar por la lógica abductiva, se convierte en una ciencia de la escucha. En lugar de forzar los datos dentro de modelos ideales, permite que las anomalías orienten la búsqueda. Esa actitud no solo amplía la comprensión del presente, sino que mitiga el sesgo de confirmación, uno de los más persistentes en la investigación económica.
Peirce decía que el pensamiento abductivo es “la única operación lógica que introduce una idea nueva”. En ese sentido, la abducción es también la raíz de la innovación teórica: abre espacio a la creatividad, a la duda razonable, a la posibilidad de que el conocimiento emerja desde lo inesperado.
La visión anticipatoria, entendida así, no es un don profético sino una disposición epistemológica: la capacidad de ver las semillas de un cambio antes de que germinen. Es el momento en que el investigador deja de buscar pruebas y empieza a buscar sentido.
7. Hacia una economía de descubrimiento
El caso de la industria manufacturera colombiana demuestra que el progreso institucional puede anticiparse si se escuchan las señales débiles del sistema. Las reformas más fecundas no nacen de decretos, sino de comprensiones previas que las vuelven inevitables. La Ley de SAS fue una de ellas: un ajuste institucional que amplió el espacio de innovación y formalización empresarial.
En tiempos en que la economía parece atrapada entre modelos predictivos y grandes bases de datos, la lección del método abductivo sigue vigente: ver lo nuevo exige desaprender lo obvio. La abducción no reemplaza la evidencia, pero la vuelve fértil. Nos recuerda que los datos son más que números: son historias en busca de interpretación.
Conclusión
Lo que comenzó como un ejercicio de curiosidad estadística terminó revelando un principio estructural de la economía colombiana: la relación entre apertura institucional y capacidad innovadora. Años después, esa intuición se materializó en una reforma jurídica que cambió el mapa empresarial del país.
Ese recorrido —de la observación al descubrimiento, del descubrimiento a la tesis, y de la tesis a la política pública— ilustra cómo la abducción puede convertirse en una visión anticipatoria del cambio económico.
En última instancia, investigar abductivamente significa dejar que el futuro hable a través del presente, y reconocer, como diría Federico Varona, que el conocimiento más transformador no busca problemas que resolver, sino posibilidades que merecen florecer.
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