El solo rumor sobre la desaparición de un medio de comunicación independiente y riguroso como La Silla Vacía por causas económicas, lleva a pensar en un golpe significativo e inquietante a la libertad de prensa y a la democracia, especialmente en un momento crítico como el que atraviesa Colombia.
Más allá de la pérdida de una fuente de empleo, la verdadera tragedia radica en la supresión de un espacio de información y análisis crucial.
La Silla Vacía se ha distinguido por su periodismo de profundidad, centrado en el escrutinio del poder, la explicación de dinámicas políticas complejas y la rendición de cuentas.
Su desaparición dejaría un vacío difícil de llenar, debilitando el contrapeso esencial que ejercen los medios en un sistema democrático.
Este escenario subraya la vulnerabilidad económica de proyectos periodísticos de calidad que, aunque vitales para la sociedad, luchan por la sostenibilidad en un mercado mediático a menudo dominado por intereses comerciales, políticos o por ambos.
En el contexto actual colombiano, la sensibilidad de esta posible desaparición se agrava. Las amenazas de censura por parte del gobierno y la intimidación constante del crimen organizado hacen que el papel de medios como La Silla Vacía sea más que valioso: indispensable.
El periodismo de investigación que ofrece este medio sirve como un muro de contención contra la desinformación y la opacidad, evidenciando las zonas grises del poder y los tentáculos de la ilegalidad.
Al perder una fuente de contenido informativo de alto valor, se reduce el número de vigilantes que exponen actos de corrupción o violaciones a los derechos humanos, lo que indirectamente facilita las agendas de quienes buscan silenciar la crítica.
La precarización de estos medios independientes puede ser interpretada por actores hostiles a la libertad de prensa como una victoria.
La desaparición de un medio por razones económicas, en esencia, es una forma de censura indirecta y estructural. En apariencia no es el poder del Estado el que silencia la voz, sino la insostenibilidad financiera en un ecosistema mediático en que la dictadura de la torta publicitaria y la falta de apoyo al periodismo de calidad, dan al traste con proyectos periodísticos.
Esto plantea una reflexión profunda sobre la responsabilidad compartida de la sociedad, el sector privado y las instituciones en el financiamiento y protección del periodismo independiente *como un bien público*.
Proteger la pluralidad y la independencia de la prensa, incluso de la amenaza económica, es un deber democrático para evitar que el silencio se convierta en la ley.
*Los Periodist@s* Gloria Vallejo, Camilo Tovar, Guillermo Romero, Pedro Fuquen y Norberto Patarroyo.
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