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Hernán Darío Usquiano busca una Viejoteca Sinfónica

Por Guillermo Romero Salamanca

El veterano promotor discográfico camina al día unos cinco kilómetros, toma, al menos, unos 20 tintos, mientras conversa con músicos, patrocinadores, directores de orquestas, colegas en el mundo de la locución, periodistas de Caracol, RCN, Colmundo o la Voz de Antioquia.

Cada encuentro va con un tinto, “porque el aguardiente era cuando trabajaba de promotor”, para contar una historia. “Por eso lo llaman como el señor de las historias”. Es una enciclopedia ambulante –con maleta a bordo—que narra acontecimientos, pero sobre anécdotas en donde están involucrados cantantes, músicos y toda la gente de la música.

Músico que no lo conozca, es porque hasta ahora está haciendo la carrera. Comenzó como operador “bombillo” de los que trasnochaban en las emisoras poniendo discos de 33 revoluciones de baladas, tangos, boleros y en diciembre música montañera.

Amigo del gran Álvaro Velásquez, gran maestro que se marchó al cielo de la percusión, y que compusiera “El preso” y que hiciera famoso Fruko. Cuando le hizo un homenaje en “La Viejoteca” no pudo contener las lágrimas y casi no alcanza con la grabación del programa. Camarada de Pedro Muriel, el gran grabador de Discos Fuentes. Admirador de Fernando López Henao, ex director de A & R de Codiscos. Recopilador de anécdotas de la música tropical con cantantes como Rodolfo Aicardi, Gustavo Quintero, Joaquín Bedoya, Darío Gómez, Helenita Vargas, Gabriel Romero y docenas de figuras más.

Cuando la música dejó al CD en el olvido, Hernán Darío Usquiano presentó una propuesta en Telemedellín para que hablaran de la música tropical, porque, según dijo en la misiva, “Medellín es la capital de la música, porque es acá donde se han grabado los grandes éxitos de Colombia”.

Les gustó la idea y Usquiano llevó nombres de varios locutores para que hicieran el programa. Él sólo iría como invitado, pero a los directivos les gustó su forma de hablar, le pidieron que fuera el presentador. De eso hace ya diez años y entonces, los sábados –incluso en la época más dura de la pandemia del Covid-19 estuvo al aire, así fuera con entrevistas a través del Zoom o de grabaciones por celular.

Usquiano tiene la mística y el carisma especial para dominar la audiencia con sus cuentos, sus improvisaciones y su frase de batalla: “Ustedes no saben, ni se imaginan, ni lo sospecha, cuánto los quiero, carajo”.

Por su programa, titulado como “La Viejoteca” han pasado grandes agrupaciones como La Billos, Los Melódicos, El Combo de las estrellas, Los Graduados, Darío Gómez, Alquimia, Los 50 de Joselito, Orquesta Sinú, entre otros.

Para completa el tema de “Viejoteca”, unas 40 parejas de veteranos están en las grabaciones. Bailan, cantan y se divierten mientras suena la orquesta y escuchan con atención cada una de sus múltiples anécdotas.

Por allá en la década de los setenta Usquiano, “el señor de las historias” como se hace llamar, incursionaba en la radio presentando canciones. Luego fue promotor discográfico de Codiscos, Fuentes y Sonolux, las disqueras que grababan buena parte de la música tropical de Colombia y de allí se hizo amigo de los compositores, de los músicos y de los cantantes. Le gustaba permanecer en los estudios de grabación para aprender. Años después sería productor.

Desde esa época, cuando poseía una extensa cabellera, comenzó a cargar su maleta negra. “Por más de 30 años la lleva de un lado a otro y en ella tenía discos, partituras, plastilina, casetes, servilletas, un sánduche con dos mordidas y media, un completo juego de bolígrafos –uno con tinta negra, otro azul, uno más rojo y uno verde– y una agenda con nombres de la gente de radio, la televisión y la prensa. Debe tener una colección de más de 30 agendas repletas de anotaciones, apuntes de reuniones con el doctor Conrado Domínguez, presidente de Fuentes, pedazos de canciones y citas, muchas citas”, cuenta su amigo Alberto Marín.

Ahora, con motivo de los diez años de labores, entrega una estatuilla como homenaje a varios de sus invitados. Puede ser Daniel Muñoz, Mariano Sepúlveda, Humberto Muriel, Germán Carreño y otros que él va considerado como personajes dignos de subir al pedestal.

“Mire –decía en estos días—mi sueño es hacer una Viejoteca Sinfónica. El único problema es que no he conseguido un sitio para hacerlo, pero quiero que ese programa esté con al menos unos 30 músicos, se escuche maravillosamente y quede para la historia musical de Medellín. Debe ser todo un espectáculo”.

Usquiano, como le dicen en la calle los transeúntes que lo encuentran en el centro, en un centro comercial o en la terminal de Transportes de Medellín, anhela con hacer ese homenaje a su Medellín del Alma, pero sobre todo a la Antioquia que lo vio nacer.

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