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Los “derechos-deseo” en Colombia

Por Carlos Alfonso Velásquez

En las últimas décadas ha tenido lugar un innegable proceso inflacionista de los derechos humanos que ha contribuido a su banalización y consiguiente desprestigio.

No es extraño que a partir de la tercera generación de derechos no exista ya acuerdo sobre el contenido y alcance de las generaciones siguientes, que incluyen derechos cuyo sujeto no es ya el ser humano sino la naturaleza, el medio ambiente o los animales, o, cuando lo es, el individuo reivindica al Estado su derecho a satisfacer un deseo que él siente como una necesidad para un adecuado desarrollo de su personalidad, es decir se trata de un “derecho-deseo” claramente individualista.

El surgimiento de los “derechos-deseo” constituye la prueba más clara del proceso inflacionista y arbitrario de los derechos humanos, con la pretensión de transformar de un modo radical todo el sistema de estos derechos. No es este el espacio para hablar de los orígenes históricos y principales presupuestos antropológicos equívocos sobre los que se construye el discurso, pero sí podemos traer a colación la última demostración de que la tendencia de “derechos-deseo” está presente en Colombia, tanto así que se busca afianzar en leyes.

En el Congreso colombiano se está tramitando actualmente el Proyecto de Ley “Integral Trans”, conocido como Ley Sara Millerey – asesinada con sevicia- que busca garantizar los derechos de las personas transgénero. Este proyecto, que consta de aproximadamente 45 artículos, ya fue aprobado en primer debate en la Cámara de Representantes y continuará su trámite legislativo en la Plenaria de la misma Cámara durante el actual período legislativo.

En concordancia con los presupuestos de los “derechos-deseo” define a las personas trans y no binarias como aquellas que se auto perciben con un género distinto al que tuvieron al nacer, incluyendo identidades “no binarias” y “fluidas”. En resumen, cubre identidad legal, salud, educación, trabajo, justicia, recogida de datos, y políticas específicas de reparación y reconocimiento simbólico.

Sin embargo, mientras sus promotores colombianos se ufanan de ser “progresistas de última generación” como el presidente Petro, en países más desarrollados están buscando reversar este tipo de “progresismo” porque es a todas luces perjudicial para la dignidad de la persona humana. Es así como más de 100 profesionales de la salud australianos han firmado una carta abierta en la que instan a los organismos nacionales de salud a que cese el uso de bloqueadores de la pubertad, hormonas cruzadas e intervenciones quirúrgicas en niños y adolescentes con angustia relacionada con el género.

La carta, dirigida a las principales instituciones médicas de Australia, destaca el creciente consenso global en el sentido de que el modelo médico llamado “afirmación de género” no cuenta con evidencia sólida que lo respalde y conlleva riesgos graves. Citando la histórica Revisión Cass del Reino Unido —la evaluación independiente más completa hasta la fecha sobre medicina de género pediátrica—los profesionales advierten que las prácticas actuales en Australia están poniendo en peligro a jóvenes vulnerables. Dicha revisión concluyó que la base de evidencia para las transiciones médicas en jóvenes es “débil e incierta”, una evaluación que coincide con los hallazgos de revisiones sistemáticas en toda Europa y, más recientemente, en Estados Unidos. Países como el Reino Unido, Suecia, Finlandia y Noruega han restringido significativamente estas intervenciones en respuesta a los datos emergentes. Específicamente la carta señala que estos tratamientos pueden causar daños irreversibles, como: – Esterilidad, – Disfunción sexual, – Efectos negativos en la salud ósea, – Cerebral y -Cardiovascular.

También la misiva advierte que los estándares clínicos australianos ignoran datos que muestran que alrededor del 85% de los niños con disforia de género resuelven su angustia de forma natural al atravesar la pubertad. También advierte la necesidad de volver a una atención basada en la evidencia. Es más, a la luz del creciente cuerpo de evidencia tanto internacional como nacional —y de las graves implicancias éticas y legales para los profesionales de la salud— los firmantes exigen un cambio urgente: alejarse de las intervenciones médicas perjudiciales y regresar a una atención prudente basada en la evidencia.

Piden además que el apoyo psicosocial sea restablecido como la primera respuesta para los jóvenes con angustia relacionada con el género, y que los organismos profesionales y reguladores emitan directrices claras y firmes al respecto.

Aún más, el “Women’s Forum Australia” se une a estos profesionales de la salud en su llamado a un regreso a la ciencia, la ética y el sentido común en el tratamiento de niños y jóvenes vulnerables.

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