Por Guillermo Romero Salamanca

En la mañana gris del martes 15 de julio de 1997, dos disparos de una pistola semiautomática Taurus PT 100 de Calibre 40, de la marca Smith and Wesson rompieron el silencio de Miami Beach.

Frente a las escalinatas de la mansión Casuarina –compuesta por 10 habitaciones decorada con cuadros, 11 baños, una piscina semiolímpica, un observatorio astronómico, jardines y esculturas de bronce en 1116 Ocean Dr, Miami Beach, caía muerto el famoso diseñador italiano Gianni Versace.

Su asesino, Andrew Phillip Cunanan, un trabajador sexual, de escasos 27 años, emprendió la huida después de dispararle en la nuca y en el cuello. El industrial de la moda perdió la vida en segundos y a los pocos minutos la noticia rodaba por las salas de redacción del mundo entero.

Cunanan, ya había asesinado a cuatro hombres, tres de ellos ex amantes y estaba huyendo del FBI. Miami era un buen sitio para huir de las persecuciones.

Versace tenía la costumbre de madrugar a caminar e incluso esa mañana desayunó en un restaurante cercano al lugar de los hechos.

Ocho días después, ante la persecución que se le hizo por parte de la policía, los medios de comunicación y el público en general, el asesino se quitó la vida con la misma pistola con la que le había cegado la vida al diseñador.

Versace era el símbolo mundial de la moda. Era el invitado especial para las principales ceremonias del mundo del estilo, el glamour y la etiqueta. Sus trajes se exhibían en películas y personalidades como Madonna, Naomi Campbel, Eric Clapton, Sting, Elton John, Cher le hacían sus pedidos para sus desfiles o sus presentaciones.

Lo catalogaban como “abiertamente homosexual” y era pareja de otro diseñador reconocido, Antonio D’Amico.

Todo era sensacional para Versace. La mansión donde vivía era una construcción de 1.800 metros cuadrados y en todos los rincones se notaba la opulencia.

La casa Casuarina se construyó en 1930 y se hizo como un homenaje a Cristóbal Colón y durante muchos años estuvo en el abandono. Un día de 1992 Versace pasó por allí y entonces la compró en 10 millones de dólares. Se entusiasmó cuando vio una estatua de Afrodita y eso lo motivo a invertir en esa construcción. Desde ese momento comenzó a hacerle todas las refacciones posibles. Era su centro de atracciones y punto de encuentro con decenas de artistas de todo tipo.

La casa sigue siendo un atractivo para decenas de turistas que van a la Florida y se habla ahora que han pasado 21 años del asesinato, aún sin esclarecerse del todo, hecho que conmocionó al mundo de la moda y sacudió la empresa familiar valorada en más de mil millones de dólares.



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