Por: Pedro Gargantilla M.D. elmundoalinstante.com

El estribo, una innovación procedente de las estepas, fue clave para desmoronar al Imperio Romano por su importancia en la batalla de Adrianópolis, Trafalgar, Waterloo, Stalingrado o Midway figuran en el acervo popular como algunas de las batallas más decisivas de la historia. Mucho menos conocida es Adrianópolis, una batalla en la que se enfrentó el pasado y el futuro, auspiciado por un invento que llegaría para quedarse.

Una buena dosis de curiosidad, salpimentada con instinto e ingenio, es lo que ha permitido que el mundo haya avanzado. Gracias a esta fórmula mágica hemos conocido inventos tan revolucionarios como la rueda, el arado, el papel, la brújula, la pólvora o la máquina de vapor. Sin embargo, ninguno de ellos ha permitido un cambio tan drástico en la historia de la humanidad como el conseguido por el estribo.

Esa pieza pequeña, habitualmente metálica, y de formas muy diversas permite que el jinete se afiance a la montura mientras cabalga, permitiendo luchar con más comodidad y, esto es clave, maximizando el impacto de la carga.

La importancia de la caballería

Para entender su importancia debemos remontarnos a la antigüedad. Los primeros usos del caballo como protagonista indiscutible en el campo de batalla se lo debemos a Alejandro Magno. Fueron célebres sus cargas de la Caballería de Compañeros, que hacían verdaderos estragos en las filas enemigas. Gracias a ellas obtuvo victorias que todavía resuenan en los libros de Historia: Issos, Gránico y Gaugamela.

Siglos después, ya en época romana, el caballo fue importante pero su protagonismo era secundario. Para Roma la caballería no dejaba de ser una herramienta auxiliar, su confianza descansaba en la poderosa infantería pesada.

Es más, al principio las legiones romanas no contaban con caballería. No fue hasta la Segunda Guerra Púnica (hacia el 218 a. de C) cuando se incorporaron las turmas –formadas por legionarios romanos- y las catervas –integradas por fuerzas auxiliares de guerreros de los territorios conquistados-. El papel de ambas quedaba reducido a las maniobras envolventes y de distracción.

Estribos
Una de las claves del éxito, obviamente no la única, fue la introducción de los estribos en la caballería.

El año que cambió el mundo

El 9 de agosto del año 378 se produjo la batalla de Adrianópolis –en la actual Edirne, Turquía-. Por un lado, estaban los romanos, con el emperador Valente a la cabeza, por el otro los tervingios, un pueblo bárbaro que habitaba en las llanuras danubianas al oeste del río Dniéster.

Numéricamente los dos ejércitos estaban equilibrados, con unos veinte mil efectivos en cada bando. Sin embargo, los bárbaros asestaron una terrible derrota a las legiones romanas, un descalabro del que ya no se repondrían. Se puede decir que fue el principio del fin de un mundo, de aquel mundo dominado por las legiones romanas. Adrianópolis fue el «Waterloo» de la antigüedad.

Una de las claves del éxito, obviamente no la única, fue la introducción de los estribos en la caballería. Parece ser que aquella pequeña pieza metálica no era producto de la invención de los tervingios, sino que la habían adoptado de los greutungos –un pueblo de las estepas ucranianas– que, a su vez, se lo habían copiado a otros pueblos de las mesetas centroasiáticas.

Años después, los hunos aparecieron en las estepas europeas saqueando, violando y quemando a golpe de estribo. Con la generalización de este invento surgió un nuevo modelo social en el Viejo Continente –la Edad Media– marcado por la caballería pesada.

¿Habrían podido subirse los caballeros medievales a sus monturas, revestidos con aquellas armaduras tan pesadas, sin la ayuda de los estribos? Una vez más la historia con mayúsculas tiene a minúsculos detalles como protagonistas.

Fotos: www.noticaballos.com

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