Por Esteban Jaramillo Osorio

Qué felices éramos cuando el estadio ensordecía. Lleno, abrumador, incontenible, desbordante de pasión de pueblo en movimiento, entre gritos, abrazos y sudores. 

El partido de la vida.

No son 90 minutos. No hay penaltis… hay alargue indeterminado. Su duración depende de ti.

Recuerda que hoy no es un domingo cualquiera. Vas a jugar el partido de la vida en otro escenario, sin aplausos ni reconocimientos. Sin roces, celebraciones en los goles, o afectos desmedidos. Sin el billete en la cabeza, sin empresarios, dirigentes presionando, o barras bravas apretando.

Recuerda al saludar al árbitro, con golpe de cadera o de rodilla. Nada efusivo. Al rival ni lo mires, es temible. Es a matar o morir.

El gol, no lo celebres con besos, ni abrazos, ni descontrol, ni locura, como estás acostumbrado. No se te ocurra excederte. Controla tus emociones. Si es el caso, come pasto como lo hizo alguna vez Pecoso Castro, o lánzate al piso como Maradona.  No sé si cabe el ejemplo, pero no es lo mismo reguetón que salsa, ni cumbia que bolero. No mires las tribunas, porque están vacías.

Mira qué ironía, el fútbol, deporte de contacto, no permite contactos. Como en el amor… sin caricias, sin besos, sin roces eróticos o inofensivos.

No te relajes, ataca por sorpresa. Gana tiempo de manera creativa. No finjas lesiones, la enfermería está repleta y con casos muy delicados. Mantente en guardia, no desfallezcas.

Ya te lo dije, no es un domingo cualquiera. Es el partido de la vida.

Metete atrás, monta un cerrojo, atrinchérate cerca de la portería, y ataca de repente, en contragolpe y con sorpresa. Vas, picas o muerdes, y regresa. Juega con inteligencia y disciplina.

Cierra tus líneas, mantén la distancia social con tus compañeros y enemigos.

No provoques al fuera de lugar porque terminas mal parado y te sale caro.

Sé que el escenario es imperfecto para ti, porque no hay aplausos. Te repito, Juega en equipo, porque no son válidas las individualidades. Ellas no desequilibran este partido.

Virtuales son los periodistas con sus lejanas exclamaciones. Todos, goles amigos.

Sabes que nunca viste lo que ves. Que tu partido es y será un infierno solo si tú así lo deseas.

Juguemos y ganemos el partido de la vida.

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