Por Guillermo Romero Salamanca

William Tesillo desconcentrado, regala el balón. Imitaba el juego de López ante Emelec. El delantero amarillo aprovecha el obsequio y marca el gol. Santa Fe cero, Tesillo, uno. El partido se calienta y cuatro minutos después el defensor Marlon Torres molesta al delantero Wilson Morelo, quien primero le reclama y ante la velocidad del juego, lo toca en el guayo. En una obra digna de un Óscar de la Academia, cae al suelo, se retuerce como lombriz en frasco de alcohol, grita, gime, se lamenta, le salen lágrimas de ofidio y el juez no miró los antecedentes, simplemente le saca la tarjeta roja al delantero santafereño y lo manda a las duchas antes de terminar el partido.

El defensor se levanta sonriendo. Su fullería había convencido al árbitro. Su obra de teatro es aplaudida por el respetable.

HILDA ASTON

En Colombia está el récord mundial de tarjetas rojas. El vergonzoso título lo ostenta Gerardo Bedoya quien jugara con el Deportivo Pereira, el Cali, Racing Club, Colón, Puebla, Boca Juniors, Nacional, Millonarios, Envigado, Boyacá Chicó, Santa Fe, Fortaleza y Cúcuta y se llevó 46 expulsiones por su agresividad. Para Bedoya podía pasar el balón, pero el jugador, no.

Antes de 1883 los jueces mandaban en los partidos a punta de gritos. Pero en un partido en Nueva Zelanda, al no ser escuchado por la vocinglería que había entre los hinchas, el árbitro utilizó por primera vez el silbato. No era como el de ahora, sino alargado y era el que empleaba la policía.

Durante más de 80 años los peritos deportivos sólo hacían recriminaciones verbales. Llamaban a un lado al jugador y lo amonestaban y le decían: “siga así y verá que lo saco”. Y si la jugada era descalificadora el deportista pasaba a las regaderas del camerino.

En el Mundial de Fútbol de 1966, en pleno estadio de Wembley jugaban Argentina e Inglaterra. Y hubo una bronca inmensa porque los periodistas publicaron que se habían amonestado a Jack y Bobby Charlton. Esta polémica originó que Kenneth George Aston quien había sido profesor de inglés, militar y después juez de fútbol pensaba en una solución. Iba para su casa cavilando cuando un semáforo le dio la idea: amarillo para calmarlo y roja para la expulsión.

Llegó a su casa emocionado, le contó a su señora lo que pensaba sobre los colores y que eso serviría, pero no sabía cómo usarlos. Entonces la señora Hilda Aston no le refutó nada, se levantó de la mesa y se dirigió a su cuarto. En un rato volvió y antes de servirle el postre al juez le sacó dos cartulinas, una amarilla y una roja, cortadas para que justamente cupieran en el bolsillo de su camisa.

 

Una relación matrimonial de más de 60 año. Foto John Enroth, Barry Fox& Charlie Goodrow.

Claro. Eso era. ¡Qué idea tan genial! Así, los hinchas podrían ver si un jugador había sido amonestado o expulsado. Santo remedio.

Doña Hilda nació el 15 de septiembre de 1915 en Barkingside, Ilford, Reino Unido y falleció 95 años después, el 15 de septiembre de 2010.

Este mismo árbitro había sido el primero en utilizar uniformes negros con ribetes blancos en las mangas por una sencilla razón: debido a la niebla inglesa, era el color que mejor se destacaba y así lo podrían ver los jugadores.

El hombre llevó la idea de las tarjetas a la Comisión de Árbitro de la FIFA y de inmediato fue aprobada, lo felicitaron y se utilizaron por primera vez en el Mundial de México 1970. En esa ocasión, a pesar de los golpes que hubo, no se impuso una sanción colorada.

El primer futbolista que recibiera una tarjeta roja en fue el delantero chileno Carlos Caszely, en el Mundial de Alemania Federal 1974.

Morelos se fue triste a los camerinos y a los dos días, los periodistas, los jugadores, los asistentes al estadio dijeron que había sido mal expulsado.





Please follow and like us:
Wordpress Social Share Plugin powered by Ultimatelysocial