No cabrían en estos textos todos los relatos que escuchamos desde los diferentes puntos cardinales de la geografía colombiana para enmarcar los esfuerzos que ejecutan miles de colombianos para llevar las vacunas contra el covid-19 a los territorios más alejados.

Contrario a lo que se cree, no es solamente el logro de unos, de aquellos que tienen en sus labores la administración de los biológicos, este es el resultado de la convergencia de un trabajo en equipo para que esta ambiciosa ruta de inmunización contra el nuevo coronavirus llegue a cumplirse a cabalidad.

 Hoy nos trasladamos al este del país, a la región Orinoquía, al departamento de Arauca; y les traemos este relato de un equipo del Hospital San José del municipio de Cravo norte, punto de encuentro con el Casanare y que está asentado en la rivera del río con el mismo nombre, cuya afluencia ha permitido consolidarse en una de las principales rutas para llevar las dosis a estos pobladores.

Jessica Danitza Nieves hace parte del equipo de vacunación del hospital. Su rol es el de digitar y tener presente todos los detalles de la población a inmunizar: qué vacuna se aplica a cada quien, además, de forma ordenada y juiciosa, reporta esta información a su IPS para el cargue efectivo en el aplicativo PAI WEB 2.0 y no perder los detalles de los colombianos que ya cuentan con su armadura para así, paso a paso, volver a la tan anhelada normalidad.

La experiencia que ella nos relata sobre cómo ha sido la ejecución de este reto en esta región del país se repite por mil. En nuestro imaginario no se concibe con facilidad la diversa y extensa geografía con la que cuenta nuestro país, incluso en las llanuras y estepas que llenan ambiciosamente esta zona del territorio divido en un amplio número de municipios. Un punto más para reconocer esta ardua labor de nuestro talento humano en salud que se enfrenta a un desafío nuevo de manera diaria.

«No ha sido un trabajo fácil. Una vez culminamos de inmunizar a la población del casco urbano de Cravo Norte, empezamos a recorrer largas distancias para llegar a las veredas alejadas del municipio».

El no contar con vías pavimentadas y más bien con caminos rocosos y enlodadas trochas, el transporte más pertinente son las motos, ya que los carros que llegan a estas zonas no predominan y pueden verse afectados en los recorridos, «sobre todo en estas épocas del año cuando las lluvias y la humedad son tan constantes», comentó.

El día del equipo empieza con la preparación del equipo humano y de los biológicos en la IPS. Una vez identificado el municipio destino, propician con los pobladores modos efectivos de transporte para alcanzar estas zonas previamente identificadas, que en la mayoría de casos pueden ser las canoas y los denominados por ellos «expresos», que son las mismas lanchas, pero motorizadas.

Los recorridos son alrededor de 1 hora y media en promedio. El río se ha convertido en el mejor aliado para este equipo que ya ha visitado veredas como El Corozo, Los Pasados, La Esperanza, y que cada día van sumando a la aún extensa lista de los asentamientos en la llanada araucana.

«Gracias al trabajo de la Secretaría de Salud, los pobladores de estos territorios han sido los que nos contactan. Nosotros llegamos a sus lugares y ha sido tanta alta la disposición que ellos mismos organizan a sus comunidades y se congregan en los puntos principales, lo que nos ha dado agilidad y una óptima realización de nuestro trabajo. Incluso para las segundas dosis, la gran mayoría están pendientes y hemos podido completar los esquemas de forma satisfactoria, comentó». 

Para sorpresa, y a pesar de toda la desinformación que ronda por las redes sociales y que alcanza a llegar hasta estos rincones, los araucanos han mostrado toda su voluntad para ayudar al país a combatir esta pandemia. «Todos han sido muy conscientes de que entre más rápido logremos vacunar a los colombianos, la vida, el comercio, la economía y las interacciones sociales volverán más pronto como lo fue en algún momento».

Lo más apremiante para Danitza y lo que recompensa las duras jornadas y extendidos recorridos en trocha, río o pastales, es la sonrisa de los pobladores que los reciben con cariño y bondad, «que valoren el esfuerzo que hacemos por ir hasta allá, es la mejor paga».

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