Por universidad.edu.es

La virtualidad ha traído normas de etiqueta social que no todos siguen. Son varios los chascos que varios se han llevado por no respetarlas.

Situaciones como dejar el micrófono o la cámara encendidos en un momento inadecuado, recibir la clase bajo las cobijas, dejar filtrar situaciones familiares e íntimas a la reunión virtual o no vestir adecuadamente, entre otras muchas que se han hecho virales y objeto de chistes y burlas en las redes, no sólo van contra la etiqueta social para reuniones sino que, en algunos casos, están haciendo que algunas instituciones educativas analicen la posibilidad de aumentar las normas al respecto e incorporar mecanismos de sanción a quienes no las cumplan.

La adaptación a la virtualidad no ha sido cómoda para todos. Al necesario aprendizaje de los conceptos básicos de tecnología (copiar un link, registrarse, habilitar cámara y audio, presentar la pantalla, pedir la palabra…), se suma la exposición ante un grupo de personas que no pueden o no quieren mostrar su cara, la interrupción por ruidos que se filtran o problemas con el manejo de la presentación.

Y esta es una realidad que todos hemos debido ir asumiendo… además de las nuevas modas, conductas y reacciones no controladas y que rompen el esquema de disciplina y urbanidad tradicional.

El portal especializado en temas de aprendizaje virtual www.edsurge.com, recoge las reflexiones de Nolan Cabrera, profesor del Centro para el Estudio de la Educación Superior de la Universidad de Arizona, quien debió especificar, para su curso, unas reglas de comportamiento social que nunca pensó que necesitaría, y que han sido graciosa, pero también preocupantemente, acogidas en la red.

Dice el profesor:

“Tuve que decir, No. 1, por favor no consumas drogas y no bebas mientras la clase está en curso”

“No. 2, usa pantalones de algún tipo. La gente se olvida de ello”.

Y la tercera regla: “Si tienes que ir al baño, no lleves tu computadora allí”.

Normas básicas de urbanidad se establecen en el uso de los encuentros virtuales.

¿Quién está escuchando?

Según el escrito de Rebecca Koening, los profesores que intentan enseñar en condiciones de pandemia tienen que adaptarse a algo más que a nuevas herramientas tecnológicas. Están lidiando con intrusos que escuchan las discusiones en clase, con la dificultad para medir las reacciones de los estudiantes al material del curso y el comportamiento inesperado de los estudiantes que llevan a establecer nuevas reglas básicas.

“Tuvimos que crear algunas políticas para recordarles a los estudiantes que este es un espacio de aula”, dice Cassander Smith, profesor asociado de inglés en la Universidad de Alabama. “Hay un decoro particular. No querrás sintonizar una discusión en clase de Zoom cuando todavía estás en ropa de dormir o acostado en la cama”.

Adicionalmente, cuando terceros escuchan las clases de sus hijos, hermanos o conocidos, se genera una reacción de cierta incomodidad por las partes. Enseñar de esta manera, dicen algunos profesores, puede parecer estar bajo vigilancia, sobre todo cuando tratan temas polémicos o piden la opinión de sus estudiantes cuando estos se hallan en compañía de otras personas, diferente de sus compañeros de clase.

Tener personas que no están inscritas como estudiantes escuchando discusiones sensibles en clase plantea nuevas preguntas para los profesores, analiza el informe. “¿Cómo mantener a las personas seguras y también permitirles la oportunidad de tomar riesgos intelectuales?”

A mayor escala, también puede socavar uno de los objetivos principales de la educación superior: ampliar las perspectivas de los estudiantes más allá de lo que aprendieron de sus amigos y familiares al crecer. Eso puede ser especialmente pertinente en este momento, mientras los estudiantes intentan procesar el conflicto racial, la crisis de salud y la creciente ansiedad económica mientras están atrapados en casa.

¿Qué están pensando?

Esta es una de las preguntas que se hacen los profesores. En la clase presencial, los gestos corporales y faciales de sus estudiantes les transmiten muchos mensajes sobre el avance y aceptación de los contenidos de la clase, pero de forma virtual esto es muy difícil de lograr, por lo que los docentes se sienten intimidados.

“El mayor problema para mí es que es muy difícil tomar el pulso a la clase. Toda la información está frente a ti cuando tienes una clase de 20, 30, 40 personas”, dice Cabrera. “¿Alguien está metiendo un mensaje de texto aquí y allá? ¿Las personas participan en una discusión animada? El componente humano está tan eliminado”.

Hacer las aulas virtuales más ‘humanas’

Sin embargo, los límites modificados de las clases universitarias para la pandemia no han sido del todo negativos. Los profesores dicen que las nuevas circunstancias han ofrecido nuevas oportunidades de enseñanza.

El uso de la función de chat de la plataforma de video para hacer preguntas, hacer observaciones y publicar enlaces a recursos relevantes, es una forma de medir el real interés de los estudiantes.

La puntualidad para las clases y el que estas queden grabadas, así como el registro de asistencia, entre otros aspectos, generan una nueva cultura de responsabilidad y seguimiento.

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