Por Guillermo Romero Salamanca

Aunque en el Vaticano celebran este 17 de diciembre el cumpleaños número 81 del Papa Francisco, le llegarán mensajes de mandatarios del mundo entero, no le faltarán los más deliciosos alfajores argentinos y la curia en pleno hará múltiples oraciones por su salud y bienestar, lo cierto es que a 9065 kilómetros de distancia de Roma, en el barrio San Francisco en Cartagena, se reunirán el jueves 21, más de 60 niños del coro del Biblioparque en la casa de doña Lorenza  Pérez para cantarle a todo pulmón “!Viva el Papa!”

En la pequeña casa de doña Lorenza conservan como una verdadera joya, la toalla con la cual el Pontífice se limpió el rostro luego del golpe que se diera contra el vidrio del papamóvil el 10 de septiembre en su visita a Colombia.

Este jueves 21, niños que le cantaron al Papa en su paso por la vía principal del barrio san Francisco se tomarán la sala de la casa de doña Lorenza, una humilde mujer que tiene un comedor comunitario donde almuerzan diariamente más de 150 niños y reciben charlas sobre valores humanos y conocimientos de la fe.

Estará también cantando Anavictoria Rodríguez Romero, una artista montemariana que con su alegría y su don de gentes acopló las voces de más de 60 niños para que entonaran la canción “Viva el Papa”, cuando se dirigía por la avenida encharcada hacia la casa de Lorenza. “Estábamos cantando, todos los niños entonaban fuertemente las estrofas, cuando oímos el golpe que se dio en la cara el Pontífice. Quedamos en silencio. Pensamos en principio que se trataba de una pedrada o un botellazo, pero luego nos dimos cuenta que fue un error de la caravana que lo acompañaba. Pasaron a mucha velocidad y no se dieron cuenta de las “paradas de oración” que  se habían instalado. Frenaron los carros y ocasionaron el gravísimo golpe. Él se bajó y nos saludó. Luego se dirigió a la casa de doña Lorenza. Fueron minutos de angustia. No sabíamos qué pasaba, pero nos tranquilizamos cuando ya lo vimos salir y marchar hacia el Puerto de Cartagena. No nos quedó más que aplaudirle”, cuenta emocionada ahora Anavictoria.

Doña Lorenza se volvió famosa por esos días. La entrevistaron los medios locales, los nacionales e internacionales. Mostraba con vanidad la toalla grande color ocre y aseguraba que la cuidaría hasta el último día de su vida.

Ella sigue ahora con su labor, luchando por preparar sus famosos almuerzos. Su residencia se redujo a un pequeño patio, una cocina, su cuarto y una diminuta sala donde escuchó al Papa que le decía que el mundo le debía mucho. “Usted es muy valiosa para la Iglesia”, le manifestaba mientras los médicos le revisaban el morado que le había producido el accidente.

Julio Londoño y Diana Milena Valdelamar, coordinadores del Biblioparque, sostienen que fue un día inolvidable el 10 de septiembre, pero que ahora, con todas esas voces cantándole a la distancia al Papa, lo será aún mayor.

El locutor Moisés De la Cruz manifiesta que será emocionante evocar aquella mañana por la cual el Papa dejó una semilla de vida en ese barrio con tantos problemas sociales.

Los niños entonarán a distancia: “Viva el Papa, Viva el Papa, En Colombia te cantamos, Viva el papa, viva el Papa, en Cartagena te amamos”.

 

 

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