Por Guillermo Romero Salamanca

Sábado 28 de julio. Son las tres de la tarde y la Estación de Transmilenio en la Avenida Jiménez con Avenida Caracas está atestada de ciudadanos que esperan movilizarse. Hace calor y vecinos con bolsas negras con sus compras hechas en el popular sector de San Victorino, se agolpan en las puertas. Llega el bus con la ruta B13 que se dirige al Portal del Norte, localizado en la calle 170 con autopista. Tres supuestos vendedores de dulces y de origen venezolano se suben y se ubican en las puertas. En siguientes paradas otros cinco antisociales se trepan al automotor.

En el camino, decenas de pasajeros chatean y otros hablan por sus celulares. Cuando el bus arriba a la calle 106, comienza el asalto y les quitan los aparatos telefónicos, algunas joyas y relojes a los pasajeros que ya tenían detectados. El conductor sólo puede maniobrar la alarma, pero cuando abre la puerta, los ladrones emprenden la huida.

No es la primera vez que ocurre un hecho de este tipo. Según informó El Tiempo el 23 de enero del 2018, la Policía Nacional detiene a un venezolano por delinquir en Bogotá. En junio del 2018, Caracol Televisión informó que la cifra había aumentado a 8 por día.

La historia se asemeja al éxodo masivo que hubo en Cuba hacia los Estados Unidos entre el 15 de abril y el 31 de octubre de 1980. Según datos de la Dirección de Inmigración y Extranjería de los Estados Unidos, más de 125 mil cubanos salieron por el puerto del Mariel con destino a Miami. Y desde ese momento se les llamó como “los marielitos”.

Todo comenzó el 1 de abril cuando los pasajeros de un bus en La Habana se lanzaron contra las barricadas que protegían a la Embajada del Perú y al ingresar a sus instalaciones pidieron asilo político. Un soldado que protegía la sede falleció en el asalto.

Personas subiendo a un servicio dual

Bus de Transmilenio. Foto Transmilenio.gov.co

Ante ese acontecimiento que se convirtió en noticia mundial, Fidel Castro les dijo que, si se querían ir de la isla, bien lo podrían hacer y más de 10 mil personas llegaron entonces a la Embajada y aquello se le convirtió en un problema político, pero el eterno presidente de la isla reunió a sus seguidores en la Plaza de La Habana y después de un discurso donde trató de “gusanos” y traidores a la patria a quienes querían salir, dio su visto bueno. Entonces el presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter autorizó la llegada de los revoltosos.

Antes de subirse a los barcos, huevos y tomates recibían en sus cabezas los “gusanos” y luego se arriesgaban a un mar embravecido e infestado de tiburones. En Miami los primeros barcos los recibieron con los brazos abiertos y los reencuentros familiares hacían llorar a miles de televidentes que seguían estas historias. Las crónicas en el Herald, periódico de la ciudad, eran extensas y en la Calle 8 la fiesta era grande con canciones de La Sonora Matancera y de la infaltable Celia Cruz.

Los barcos seguían llegando y las calles de Miami se convirtieron entonces en salones de recibo y debajo de los puentes, las escenas parecían a los Campos de Concentración.

La gran mayoría de los recién llegados a los Estados Unidos acataban las leyes, pero Fidel también había abierto las puertas de prisiones y hospitales psiquiátricos y al poco tiempo, al menos unos tres mil cubanos que buscaron la ansiada libertad, estaban en cárceles estadounidenses tras cometer nuevos crímenes.

En Miami el orden público comenzó a tener problemas y aquello originó que el propio Jimmy Carter parara la llegada de más marielitos.

La cinta de 1983 “Scarface” –“Cara cortada” –, dirigida por Brian de Palma y protagonizada por Al Pacino narra la historia de Antonio “Tony” Montana, un delincuente y homicida cubano que está cansado con el régimen de Castro y llega a los Estados Unidos con el fin de convertirse en millonario a cualquier precio, incluyendo el negocio de la cocaína.

Venezuela pasa por el peor momento de su historia. En los últimos días Nicolás Maduro anunció que le quitará 5 ceros al bolívar y se supo que la inflación llegará antes de fin de año al millón por ciento.

Según un informe de Migración Colombia, en el primer semestre del 2018, más de 870 mil ciudadanos venezolanos se encuentran en el país y el 23 por ciento de ellos vive en Bogotá. En Cúcuta, centro principal de atención a los migrantes, reciben todos los días casos de personas con múltiples enfermedades que llegan allí porque no hay medicinas y centros de atención adecuados en el vecino país, pero es posible, que, en su desesperación, Maduro también esté enviando antisociales a Colombia, tal como lo hiciera Fidel Castro con los Estados Unidos.

 

 

 

 

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