Junto con la NASA, astro biólogos peruanos avanzan en un proyecto que busca llevar al menos cuatro variedades de papa a las futuras colonias que se establezcan en el planeta rojo.
Agencia de Noticias UN- Textos y fotos UN.
Durante el Segundo Congreso Latinoamericano de Astrobiología, realizado en la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), el profesor Julio Valdivia Silva, presidente Sociedad Científica de Astrobiología del Perú, dijo que la iniciativa se remonta a un proyecto de los Emiratos Árabes. Este busca desarrollar un tipo de agricultura en lugares donde ya no se puede cultivar nada, y que en general son zonas desérticas que han sufrido destrucción del suelo.
Para responder a esta problemática, hace dos años inició una investigación que cuenta con la participación tanto del Centro Internacional de la Papa –organismo que custodia el banco genético de la mayor cantidad de variedades en el mundo– como de la NASA.
Se escogió la papa porque, a diferencia de otros organismos vegetales, ha colonizado los ambientes más diversos que pueden encontrarse en la Tierra (costas, sierras, selvas y montañas) y porque además es una especie que cuenta con una gran cantidad de variedades, alrededor de 4.500.
Profesor Julio Valdivia.
Para la investigación se contempló que los primeros estudios se pudieran desarrollar con 64 variedades, teniendo en cuenta su capacidad de crecimiento en zonas semidesérticas, donde la temperatura suele ser muy baja y se registra una elevada radiación ultravioleta.
“Elegimos las Pampas de La Joya, desierto ubicado en el norte del Perú, muy cerca de Arequipa, para llevar 800 kilos de suelo hasta Lima. Así, encontramos que, aunque en 24 de las variedades seleccionadas se registraba un crecimiento de la planta, no había formación de tubérculos, excepto en cuatro de ellas”, destaca el investigador. Dicho lugar es análogo a Marte en características geológicas, químicas y físicas.
Con características similares a las de la papa criolla, un peso promedio de 10 g y un diámetro de entre 3 y 5 cm, las cuatro variedades –tres de ellas identificadas con códigos y la cuarta conocida como Tacna (propia de la frontera entre Chile y Perú)– lograron desarrollarse pese a la aridez propia del suelo escogido, cuyos volúmenes pueden alcanzar concentraciones de sal de hasta un 40 %, similares a los de Marte.
“Aunque en suelos convencionales alcanzan un buen tamaño, en el proyecto este equivaldría al 10 % del volumen de una papa normal”, precisa el profesor Valdivia, quien no duda en calificar estas cuatro variedades como auténticas “superpapas”.
SEMBRAR PAPAS EN MARTE
Finalizada la fase del proyecto se procedió a construir un biorreactor, conformado por una caja digitalizada en la que se configuró una atmósfera similar a la de Marte –con un 95 % de dióxido de carbono–, además de un sistema que permitía bajar la temperatura a -10 oC, junto con unas lámparas capaces de simular la radiación y la posibilidad de imitar condiciones equivalentes a día y noche.
“Aunque la presión atmosférica de Marte es de 6 milibares, equivalente al vacío, nosotros alcanzamos una proporción de 80, comenta el docente, para quien los resultados alcanzados permiten establecer que las cuatro variedades son capaces de sobrevivir a temperaturas de -1 oC, junto con una presión que equivaldría estar en la cima del Monte Everest.
Uno de los aspectos que más preocupaba a los investigadores es que en la atmósfera de Marte la irrigación del agua pasa de estado sólido a gaseoso de forma directa, por lo que plantearon un sistema automático de irrigación interna de la planta, la cual permite que el agua se condense a la altura de las raíces, facilitando la absorción de algunos nutrientes.
Gracias a los resultados obtenidos, países como Bangladesh ya están probando las superpapas. En sus áridas tierras los tubérculos han alcanzado tamaños muy similares a los que se siembran en condiciones normales.
Una siguiente fase proyecta apoyarse en la nanotecnología para optimizar las condiciones del suelo. También se plantea la posibilidad de enviar una misión robótica para realizar los primeros cultivos en el planeta rojo, de manera que se puedan estudiar sus condiciones de crecimiento.
