Por Guillermo Romero Salamanca

El 31 de octubre se le conoce como el Día de las Brujas y miles de personas se disfrazan del personaje que siempre han querido relucir en sus vidas. En las calles se ven enfermeras, mujeres de 3 en conducta, peluqueros, médicos, bomberos, estilistas y hasta de políticos.

Las más famosas brujas son las de Salem, un pueblo de Massachussets en Estados Unidos. Fueron unas pobres mujeres difamadas porque sabían leer, tenían un comportamiento más avanzado y, después de un extraño juicio las llevaron a la hoguera. Posteriormente el jurado pidió perdón por ese hecho.

Cerca de allí, la médica Margaret Jones fue ejecutada porque tuvo una desgracia: se le morían sus enfermos y esto bastó para que la consideraran como bruja. En realidad, las medicinas que usaba eran muy adelantadas para la época y sus pacientes se negaban a tomarlas.

En Colombia dicen “que no hay brujas, pero que las hay, las hay”.

Quizá el primer brujo más popular en el país fue un barranquillero llamado José Arana Torrol que curana con yerbas, espantaba espíritus y otras cosas, según cuenta el historiador Jaime Medina y por sus andanzas en la costa, el inmortal maestro Guillermo Buitrago compuso el tema “El brujo de Arjona”.

“Hace mucho tiempo visitó a esta población/ un profeta loco que le llamaban enviado/ predicando el Evangelio a solteros y casados/ que duerma la suya que duerma la mía/ está dispuesto por el enviado”, eso decía la canción.

Quizá la hechicera más famosa del país sea Amanda Londoño, quien inspiró el libro del periodista y escritor zipaquireño Germán Castro Caycedo y “que narra la vida de una bruja poderosa que atendió a presidentes de la República, hijas de expresidentes, gobernadores, senadores, diputados, líderes políticos y, por paisanaje, vivió cerca de uno de los narcos más estridentes de la década de los ochenta en Colombia”.

Pero la más popular de la televisión es doña Clotilde, conocida como “la bruja del 71”, de la serie cómica mexicana “El Chavo del 8”.

Aunque doña Angelines Fernández fumaba más que abogada detenida, nunca se le vio en ese programa aspirar, ni mucho menos leer un tabaco.

En una de sus actuaciones en el cine dorado mexicano.

En los 23 años de trabajo en la popular serie mexicana de don Roberto Gómez Bolaños, sólo existe una escena en la cual emplea el espiritismo y fue para averiguar sobre el sonambulismo de su eterno amor: don Ramón.

Había algo claro en la vida de doña Clotilde: su perro se llamaba satanás.

El Chavo y en cierta forma Kiko le tenían miedo, la chilindrina, más bien se aprovechaba del posible romance con su padre. Los televidentes se preguntaban: ¿De qué vive doña Clotilde? ¿Será pensionada? ¿Le enviarán algún giro? Era un misterio, lo cierto es que Angelines Fernández huyó de España en 1947 porque formaba parte de la militancia guerrillera que buscaba destituir al generalísimo Francisco Franco. Le dio miedo seguir en su Madrid y viajó a México donde vivió hasta su muerte en 1994, víctima de un cáncer pulmonar a los 71 años.

 

Doña Angelina Fernández era una mujer espectacular. A más de uno se le caían espumarajos al verla. Tenía un cutis perfecto, una mirada penetrante y era una sílfide que hechizaba con su andar.

Participó en la filmación de más de 25 películas, en plena época dorada del cine mexicano e incluso compartió set con el mismísimo Mario Moreno “Cantinflas” y gracias a su lindeza era solicitada para roles de primer orden. En los sets solía encontrarse con don Ramón Valdez y sus hermanos.

Entre descanso y descanso don Ramón y doña Clotilde compartían su vicio: fumar y cuando Roberto Gómez Bolaños le habló al actor de su proyecto de comedias, le sugirió a doña Angelines Fernández para hacer parte de ese equipo y le aseguró que nunca tendría problemas con ella, como en efecto sucedió.

Doña Clotilde, además, le ahorró mucho en vestuario. Siempre aparecía con un sombrero y un vestido azul, zapatos sin tacón y nada más.

Ella era una actriz dramática, estuvo siempre alejada de las comedias, pero aquel papel lo tomó con tal profesionalismo, aunque por él, le daba tristeza salir a la calle.

“Los niños en la vida real siempre la imaginaron como una bruja de verdad, y cuando íbamos al supermercado o a pasear al perrito, los chiquitines gritaban: “Ahí­ viene la Bruja” y mi madre se empezaba a mortificar. Me comentaba que se sentí­a triste porque nadie se le querí­a acercar. ¡Le tení­an miedo! Me daba risa cuando en la vida real se enojaba con los niños igual que con “el Chavo” y “la Chilindrina”. Después se acostumbró y no le molestaba que le dijera “Bruja”, contó Paloma Fernández, su hija.

De todas formas, ella le dio personalidad a su papel, sobre todo con las expresiones a don Ramón, a quien le tenía suficiente confianza para prepararle tortas, invitarlo a cenar, defenderlo de la mamá de Kiko o, simplemente para acercársele al oído y decirle: “ro ro”.

Lo cierto es que doña Angelines Fernández “embrujó” a más de uno en el cine dorado, encantó con su belleza y cautivó con su papel querido como La Bruja del 71.

Así era la 'Bruja del 71' en su juventud
En una escena con don Ramón Valdez. Foto YouTube.


 

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