Por: Hernán Alejandro Olano García *

En 1962 visitó Bogotá y Zipaquirá Su Alteza Real Felipe, Duque de Edimburgo, esposo de la reina Isabel II y por esa razón, fue honrado como huésped ilustre de las localidades, así que la cinta y la corbata negras que se pidió a los integrantes de la Cámara de los Lores y de la Cámara de los Comunes en Inglaterra, así como la bandera a media asta, deberían igualmente expresarse en el duelo cívico de estas dos ciudades.

Felipe nació en la isla griega de Corfu en 1922, como príncipe de Grecia y Dinamarca; hijo del príncipe Andrés de Grecia, hermano menor del rey Constantino I y de la princesa Alicia de Battemberg, quien sufrió el abandono de su esposo cuando se fue a vivir con su amante a la Riviera francesa. Alicia, sin dinero, vivió en Atenas y fundó una orden religiosa, la Hermandad Cristiana de Marta y María.

A sus dieciocho meses tuvo que abandonar forzosamente Grecia en un barco inglés, usando una caja de naranjas como cuna, pues debido al derrocamiento de su tío, su familia se trasladó a Francia.

Desde 1928 lo llevaron a Inglaterra, donde cambió su abuelo materno decidió cambiarle el apellido Battemberg por Mountbatten, ya que los griegos tenían como apellido “Grecia”, que era el de su padre. Más tarde, sus hijos tendrían el apellido de su esposa: Windsor.

Estudió en el internado Gordonstoun en escocia, e ingresó en 1939 a la marina inglesa. Participó en la II Guerra Mundial en la batalla de Creta y en el desembarco de las tropas inglesas en Sicilia. También estuvo en 1945 en japón, cuando se firmó el armisticio con los aliados.

En la entrada de la catedral de Sal de Zipaquirá está esta placa que recuerda su visita.

En 1947 se casó en la Abadía de Westminster con “Mon petit chou”, “Mi pequeño repollo”, como le decía a la por entonces princesa Isabel, a quien había conocido en la Academia Naval Darmouth en 1939 cuando él tenía 18 años y ella 13. Durante la Guerra intercambiaron cartas, no obstante que al rey Jorge VI no le gustaba el muchacho para yerno; decía que era “grosero, mal educado y sin modales”.

El matrimonio por el rito anglicano –Felipe renunció a la fe ortodoxa–, al cual fueron invitadas 2000 personas, se transmitió por la BBC y lo siguieron más de 200 millones de personas en todo el mundo. El único lunar, fue que Margarita, Teodora, Cecilia y Sofía, las hermanas mayores de Felipe, no fueron invitadas a su matrimonio, por haberse casado con príncipes alemanes miembros del ejército Nazi y adeptos a Hitler.

De la unión nacieron en 1949 Carlos, príncipe de Gales; en 1950 Ana, en 1960 Andrés y en 1964 Eduardo, todos de los que se podrían llenar bibliotecas enteras.

Al fallecer en 1952 el monarca Jorge VI, su hija Isabel asumió el trono y, un año después del luto oficial, ascendió al mismo como Isabel II y Felipe renunció a su carrera naval, aunque en 2011, la reina le concedió el grado y título de Lord Gran Almirante, al cumplir 90 años. El Duque posee el récord de longevidad de los consortes soberanos del Reino Unido.

En 1956 se creó el Premio Duque de Edimburgo, para fomentar en los jóvenes el sentido de la autonomía, así como la afición por el servicio público.

Recorte de prensa de la visita del Príncipe a Zipaquirá.

En 1962 visitó a Colombia donde fue recibido con todos los honores. El 15 de febrero fue nombrado como “hijo ilustre” de Zipaquirá, a donde fue a conocer la Catedral de Sal.

En 2017, después de haber asistido a cerca de 25 mil actos oficiales en su vida pública, decidió pensionarse y separarse de la actividad pública y, en 2019, devolvió su licencia de conducción luego de haber sufrido un accidente automovilístico.

Gran aficionado a todos los deportes ecuestres, también se le recuerda por su elegancia.

Aunque su deseo era un funeral militar en el Castillo de Windsor y ser sepultado en los Jardines de la Casa Frogmore, el Lord Chamberlain y el Primer Ministro Británico Boris Johnson, deben consultar a la reina acerca de las exequias de su marido, en consonancia con lo que ya estaba dispuesto en el documento denominado “Operación Forth Bridge”.

Tuvo cercanía con sus nietos, en especial con William y Harry, aunque este último y su esposa Meghan, únicamente emitieron un lacónico comunicado en los siguientes términos: “Gracias por tu servicio. Se te va a echar mucho de menos”.

Se le recordará además por frases impertinentes, de las cuales escojo las siguientes:

  • Si se quedan aquí mucho tiempo, terminarán con los ojos rasgados. A un grupo de estudiantes británicos en China.
  • Pensaba que aquí todos eran descendientes de piratas. A los habitantes de Islas Caimán.
  • Me da lo mismo ser de la nobleza. A la BBC en una entrevista.
  • Ciertamente no tiene mucha vista si usa esa corbata. A un ciego.
  • Es lógico que estén sordos si escuchan eso todo el día. A los integrantes de una banda en una isla caribeña de la Commonwealth.
  • ¿Todavía se tiran lanzas? A los habitantes de Australia.
  • ¿Lograste que no te comieran? A un joven inglés a su regreso de Papúa Nueva Guinea.

El gran ausente para el jubileo de los 70 años en el trono de Isabel II, será, sin duda, Felipe, a quien ella definió hace algunos años como “mi roca, mi fuerza, mi sostén” y, de quien Lord Charteris dijo: “Fue el único hombre del mundo en tratar a la reina como un ser humano, de igual a igual».

*Miembro de la Sociedad de Amigos de San Jorge y Descendientes de los Caballeros de la Jarretera del Castillo de Windsor.

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