Por Guillermo Romero Salamanca

Cinco elementos contienen las pinturas de Ana Lucía Forero: color, agua, talento, vida y pasión por el arte.

Verla plasmar sus ideas en un cuadro es todo un concierto infinito de expresiones que van desde su aguda mirada, sus recuerdos, su imaginación permanente y su creatividad.

Puede demorar horas o hasta días en la elaboración de una de sus obras. Para ella el tiempo siempre estará presente porque bien pudo comenzar con una pintura hace seis meses, hoy le dio un retoque y quizá en dos o más años lo finalice. Pero también, de una sola jornada puede terminar su inspiración.

Es posible que cuando salga a la calle le llegue a la imaginación un selecto grupo de colores o de movimientos que son captados por ella para luego dejarlos en un lienzo.

Pinta sobre el agua. En bandejas metálicas llenas del precioso líquido que ha recolectado en senderos, montañas o ríos, esparce suavemente gotas de pintura y luego, con sutil delicadeza, le hace sus giros cromáticos con sus delgadas manos.

Ha expuesto en salones de Colombia y ahora fue invitada a Miami. La emoción la embarga.

Ana Lucía es sinónimo de trabajo, de talento y de inspiración.

–¿Qué fue lo primero que dibujó?

–Paisajes nevados, casas con nieve en los techos, caminos con nieve, es interesante, hasta ahora vuelvo a recordar esos primeros dibujos.

Me encantaba poder hacer perfiles de hombres y mujeres, y tomaba las revistas de moda Bazar de mi abuela materna, para dibujar en hojas de cuaderno los rostros que salían en ella.

–¿Qué le decían en su casa cuando rayó las paredes?

–Recuerdo un día yo tendría como cuatro o cinco años, nos mudamos y escuché a mi mamá decir que quería la sala de su casa llena de rosas, entonces, le dije a mi hermano que pintáramos flores en la sala, en el borde bajo de la pared para que cuando mamá llegara de trabajar encontrar a la sala llena de rosas y flores, así que pintamos con unos lápices de color que nos había traído papá, podrás imaginarte su reacción al regresar. Bueno uno de niño no interpreta las cosas igual que un adulto.

Fue la primera y última vez que pinté las paredes de casa de mis padres.

Mi padre, aunque no apoyaba la idea de que estudiara arte, siempre me alentó a explorar mi lado artístico, tuve clases de piano, de órgano, de canto,  y también me regalaba  materiales para mis experimentos pictóricos.

–¿Con qué soñabas cuando niña?

–Soñaba con crear mis propios colores  y capturar la belleza del mundo que me rodeaba. Me fascinaba la naturaleza, especialmente el agua y la luz. Recuerdo preguntarle a mi padre por qué las montañas se veían azules si su color era verde. Esa curiosidad por entender y representar el mundo ha sido una constante en mi vida.

Tenía mi pequeño laboratorio en el baño de mi casa y frascos en los que introducía papeles y puntas de lápices para que se mezclaran, mi deseo era sacar mis propios colores para pintar.

–¿De qué hablan sus cuadros?

–Mis cuadros hablan de la conexión entre el ser humano y la naturaleza. A través del color, el agua y la luz, busco capturar la esencia de los lugares que visito y transmitir emociones y sensaciones que nos recuerdan que somos parte de algo más grande.

–¿Quiénes pintan bien en Colombia? ¿A quiénes admira?

–En Colombia hay muchos artistas talentosos. Admiro a Débora Arango, Luis Caballero,  Rafael Dussan Mejía,  David Manzur, Obregón,   Beatriz González, Fernando Molina, Alfonso Ariza, Ema Reyes, Hernando Toro Botero, Mauricio Mayorga Zamora, Otoniel Vélez Higuera, Heiler Torres,  Entre otros.

–¿Cómo pinta el amor?

–El amor en mi obra se manifiesta a través del color y la fluidez. Para mí, el amor es un flujo constante, una energía que nos conecta con los demás y con el universo. En mis pinturas, el amor se expresa a través de la luz y el movimiento.

–¿De qué color es la naturaleza en sus pinturas?

–La naturaleza en mis pinturas es multicolor. Cada lugar tiene su propia paleta, desde los azules profundos de los lagos hasta los verdes vibrantes de las montañas. El agua, en particular, es un elemento que me inspira por su capacidad para reflejar y transformar los colores.

–¿Qué música escucha?

–Me encanta Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez,  Luis Eduardo Aute,  Gustavo Cerati, Yuri Buenaventura, Robbie Williams, Max Paramo, Neil Young,   Escucho una variedad de música, desde Sufí,  hasta jazz,  La música es una fuente de inspiración para mí, y a menudo la escucho mientras pinto para conectarme con mis emociones.

–¿Ha llorado pintando?

–Sí, he llorado pintando. El arte es un proceso emocionalmente intenso, y a veces las emociones que surgen durante la creación son tan fuertes que no puedo evitar llorar.

–¿Cómo es el mundo sin pintura?

–El mundo sin pintura sería un lugar mucho más gris y menos expresivo. La pintura nos permite explorar y comunicar emociones, ideas y visiones que no podríamos expresar de otra manera. Es una forma de conectar con los demás y con nosotros mismos.

–¿Qué piensa heredar al mundo?

–Quiero heredar al mundo una conciencia más profunda de nuestra conexión con la naturaleza y con los demás. A través de mi obra, busco recordarnos que somos agua, luz y color, y que nuestra existencia está intrínsecamente ligada a los ciclos de la naturaleza.

Mi obra “Sumando Esencias del Agua de mi País” es un acto poético que va más allá de lo visual: es un ritual que atrapa el espíritu del agua y lo convierte en arte.

El agua es un testigo silencioso de la historia y la memoria. “Nuestros ancestros dicen que la memoria del planeta está escrita en el agua”,  En mis obras, el agua no solo refleja la luz, sino que guarda las huellas de los lugares que he visitado, de las emociones que he vivido, de las historias que he escuchado.

Cada obra es un testimonio vivo, un fragmento de la naturaleza que lleva consigo la vibración del lugar de donde proviene. “Deseo que quien observe mis obras sienta esa vibración en su cuerpo y en su ser”,  “Que recuerde que no somos dueños de la naturaleza, sino parte de ella”.

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