Por Gabriel Ortiz

El presidente Petro, su conserje y demás séquito que lo asesora, han logrado aniquilar la salud en este país, que durante años venía cuidando, fortaleciendo y ampliando para atender a toda la población. Había fallas, pero quienes la administraban se esforzaban por fortalecerlo.

Este gobierno, que necesita crecer su anémica popularidad y extender su período por años, se dio a la tarea de desmontar los organismos que atendían y mejoraban tan importante servicio para superar la pandemia del Covid19 y demás tratamientos y enfermedades que acosan a los pueblos del mundo entero.

El ministro de salud, enemigo de las vacunas, en las que no creía, cuando quiso torpedear al gobierno Duque, encontró el distractor perfecto para impulsar el tambaleante mandato Petro y ganar lo perdido por su mal gobierno: ¡una epidemia!

Había que ultrajar, desacreditar y arruinar lo existente, porque era manejado por los sectores público y privado. El capital les irrita la mano, si no está en poder del gobierno y sus corruptos. El Congreso era un obstáculo para sus intereses y se requería buscar otra forma de apoderarse de la salud. El ministro Jaramillo, montó un nepotismo en su cartera, que lo obligó a “ausentarse” un tiempo, mientras aconsejaba a Petro sobre el manejo de la epidemia de fiebre amarilla, pero encumbrándola a pandemia. Así se podía aterrar a la población, obtener dinero y facilitar la corrupción y politiquería.

Se crearon los mosquitos de tierra fría -esos que no alcanzan a sobrepasar los 2.200 metros de altura- y de paso modificaron sin pruebas científicas el cambio climático de Colombia, para que la especie “aedes”, pudiera llegar a las tierras altas.

Era necesario y urgente la epidemia, disfrazada de pandemia, de fiebre amarilla para los propósitos del gobierno.

Pero ahí no queda embrollo: Petro necesitaba crear miedo y terror. Para ello se tomó la televisión privada, sin respetar las normas del Consejo de Estado, que le había dicho “fuera de ahí Petro”, para defender nuestra democracia. La Procuraduría, que dijo defender los designios constitucionales, no ha dicho ni mu, sobre ese asalto. Es decir que se le dio patente de corso al presidente para usar los medios cuando quiera sembrar sin razón alguna el terror.

Hoy estamos sin defensa alguna que nos ampare de los desafueros de un gobierno que aspira a imponer su avasalladora y esclavizante fuerza para “madurar” sus propósitos.

El pueblo, pero el de verdad, no ese que quiere Petro convertir en su esclavo, va despertando y hará valer sus propósitos, anhelos y deseos amparándose en nuestra Constitución, no marchando como borregos de Panurgo, hacia las atrocidades de un presidente que no concierta, consulta o pregunta, sino que ordena, impone, engaña, obliga y regaña.  Pobre pueblo en tales manos. Otro golpe violento sufrirá el turismo, porque la inventada pandemia eliminará visitantes.

BLANCO: La humildad y modestia del guardián de la alegría y la esperanza, lo tienen en el reino de Dios. Pregonó la vida y alejó el odio y la guerra.

NEGRO: Nadie sabe para qué es la Consulta, si Petro pierde, la expedirá por decreto, como ya lo determina.

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