Por Guillermo Romero Salamanca
El presidente Juan Manuel Santos puso en consideración terminar con la mal denominada Ley Seca y permitir así que los sedientos puedan libar libremente hasta el mismísimo día de las elecciones.
Con la noticia se les hizo agua la boca a más de un beodo reconocido y a los anónimos, también.
No hay persona más chistosa que un ebrio y las consecuencias de sus errores son lamentables. Lo digo yo que soy alcohólico.
Se sabe cómo se empieza, pero no, cómo termina.
Hace escasos cinco años el fenómeno musical en el mundo era Psy. ¿Se acuerdan de él? Era un coreano gordito, con un baile cautivador y una canción que alcanzó la cifra de 3 mil millones de visitas. Sí, lo vuelvo a escribir: 3 mil millones de visitas. Es como si la mitad del planeta hubiera visto al menos una vez su Gangnam Style.
Era el rey del “like”. En Facebook, YouTube, Instagram y demás redes sociales, el coreano gordito y con un baile cautivador, atrapó a las juventudes que desde sus celulares o computadores miraban una y otra vez su video.
El coreano estaba feliz. No cabía en la península y miraba desde arriba a todo el que se le acercara, así tuviera más del metro con 50 que medía él. A los meses sus seguidores se preguntaron: ¿qué se hizo el coreano? Cuando entregó sus primeras declaraciones reveló su desgracia. “Si estoy feliz, bebo, si estoy triste, bebo. Si está lloviendo, bebo, si hay sol, bebo. Si hace calor, bebo, si hace frío, bebo”, confesó Park Ja-Sang –su nombre de pila—al The Sunday Times Magazine.
La tragedia más grande en salsa la llevó Héctor Lavoe, el sonero por excelencia, el cantante. No aguantó la popularidad y empezó emborrachándose, luego drogándose y por último no sabía quién era él. Intentó suicidarse pero el piso resistió su dolor y fueron el sida y la droga los males que le acabaron de llevar al más allá.
En la balada el hecho más conocido es el de José José, quien abusó del alcohol, de las drogas y el “Frank Sinatra”, “la voz” se debate ahora entre la vida y la muerte. Durante años luchó por recuperarse, pero recaía.
El 23 de noviembre de 1973, con tan solo 47 años, a consecuencia de una cirrosis hepática falleció en Ciudad México el cantante y compositor de música ranchera, ídolo de multitudes, de voz recia y letras sentidas: José Alfredo Jiménez. Cuenta el compositor Hugo Gutiérrez que cuando fue a visitarlo al hospital, tenía un vaso de whisky servido en una mesita. Intrigado le preguntó por esa situación. “Es que quiero morir viendo de frente a mi enemigo”, le contestó al compositor de “Por una cerveza”.
En Colombia quizá quien más protagonizó escándalos borracho y con drogas fue Diomedes Díaz. Sus excentricidades como el diamante en la boca, estrenar calzoncillos a diario y tener más de 25 hijos no se equipara con sus embriagadas hasta llegar a oscuros hechos como la muerte de Doris Adriana Niño.
El inolvidable cantante y compositor Joan Sebastián fue invitado al Festival Internacional de la canción en Buga y cuando regresaba al hotel Guadalajara después de hacer su presentación estaba un poquito mucho ebrio y como no le entregaban rápidamente las llaves de su cuarto, pues hizo pis en un matera de la recepción.
Pero ahora es bueno recurrir a la magistral enseñanza filosófica en estos días de elecciones del maestro Rafael Hernández cuando compuso “Borracho no vale”, interpretada por Daniel Santos y Tito Cortez y que cuenta la historia del ratón que le pedía a un gato que le ayudara a salir de un barril de vino.
Ay, compai gato, compadézcase de mí y sáqueme de esto, mire que si yo muero borracho, entonces nunca me comerá. Córrase ese chance, sáqueme de aquí, que yo le prometo que al pasar mi borrachera puede Ud. hacer lo que quiera (hic!), lo que quiera Ud. de mí.
Y claro, le dejó bien dicho después de la salvación: Desde luego queda convenido que… Borracho No vale, no señor Borracho No vale, no puede ser Borracho no vale, que no que no.