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Unos 560 millones de niños están expuestos a olas de calor continuas y 624 millones son propensos a por lo menos uno de los tres indicadores del calor extremo, que son la larga duración de esas olas, su intensidad aguda o las temperaturas extremadamente altas, según una nueva investigación de UNICEF.
En un año marcado por las constantes olas de calor que afectaron a ambos hemisferios del planeta, el análisis destaca las cada vez mayores repercusiones que tienen las olas de calor sobre la infancia y revela que, aunque se consiga reducir el nivel de calentamiento global, en tan solo tres décadas será inevitable que los niños de todo el mundo sufran olas de calor con mayor frecuencia
El informe estima que para el año 2050, los 2020 millones de niños del planeta soportarán olas de calor más frecuentes, tanto si se consigue un nivel de bajas emisiones de gases de efecto invernadero, que llevarían a un calentamiento estimado de 1,7 °C, como si se produce un escenario de emisiones muy elevadas, que darían lugar a un calentamiento de 2,4 °C.
Estos resultados subrayan la necesidad urgente de adecuar los servicios de los que dependen los niños ante los inevitables impactos del calentamiento global. También destacan la necesidad de apoyar una continua mitigación de los efectos de las olas de calor y el aumento de las temperaturas extremas.
“El mercurio sigue subiendo y también sus repercusiones en la infancia”, afirmó la directora ejecutiva de UNICEF que destacó que “uno de cada tres niños vive actualmente en países con temperaturas extremadamente altas, y casi uno de cada cuatro está expuesto al aumento de la frecuencia de las olas de calor, una situación que tiene grandes probabilidades de empeorar”.
Catherine Russell vaticinó que “las olas de calor más largas, calientes y frecuentes afectarán a más niños durante los próximos treinta años, amenazando su salud y bienestar”, y que “el grado de destrucción que supongan estos cambios dependerá de las medidas que tomemos ahora”.
Russell explicó que, como mínimo, los gobiernos deben limitar urgentemente el calentamiento global a 1,5 °C y duplicar la financiación destinada a la adaptación climática antes de 2025. “Esta es la única manera de salvar la vida y el futuro de los niños, y también el futuro del planeta”, recalcó.
UNICEF/Frank Dejongh
Las canículas, un peligro para la salud de los niños
Desde UNICEF, señalan que las olas de calor son especialmente nocivas para los niños, ya que estos poseen una menor capacidad para regular su temperatura corporal en comparación con los adultos.
Por ello, cuantas más olas de calor sufran, mayor será la probabilidad de que padezcan problemas como afecciones respiratorias crónicas, asma y enfermedades cardiovasculares. Un problema que afecta especialmente a los bebés y los niños pequeños que son los que corren un mayor riesgo de morir a causa del calor.
Otros aspectos en los que las canículas pueden influir en el entorno de los niños son su seguridad, la nutrición y el acceso al agua, así como su educación y su subsistencia futura.
¿Más de 1000 millones de niños afectados en 2050?
El informe revela que la larga duración de las olas de calor afecta a más de 500 de niños en todo el mundo, una cifra que podría crecer hasta los 1600 millones en 2050 si el calentamiento es de 1,7 °C, y a 1900 millones de niños si el calentamiento es de 2,4 °C, lo que subraya la importancia de adoptar medidas urgentes y drásticas para mitigar las emisiones contaminantes y adaptarse a ellas a fin de contener el calentamiento global y proteger vidas.
Mientras los aumentos más drásticos en la intensidad de las olas de calor se producirán en las regiones del norte, especialmente de Europa, para 2050 se espera que cerca de la mitad de los niños de África y Asia estén expuestos de manera constante a temperaturas extremadamente altas.
Aunque actualmente se cifra en 23 el número de países que registran el nivel más elevado de exposición infantil a temperaturas extremadamente altas, este número aumentará a 33 países a mitad de siglo de producirse un marco de bajas emisiones y a 36 países en caso de un contexto con emisiones muy altas.
Burkina Faso, Chad, Malí, Níger, Sudán, Iraq, Arabia Saudí, India y Pakistán son algunos de los países que probablemente permanecerán en la categoría más alta en el caso de que se produzcan ambos escenarios.
La activista climática y embajadora de Buena Voluntad de UNICEF, Vanessa Nakate, recordó que las crisis climáticas que estamos sufriendo funcionan como una grave advertencia del peligro que se cierne sobre la humanidad.
“Por muy caluroso que haya sido este año en casi todos los rincones del mundo, probablemente será el año más frío del resto de nuestras vidas. El termómetro está subiendo en nuestro planeta y, sin embargo, los dirigentes mundiales aún no han empezado a sudar. La única opción es que sigamos ejerciendo presión sobre ellos para corregir el rumbo que llevamos”, destacó.
Nakate emplazó a los dirigentes mundiales a trabajar en las medidas necesarias para proteger a los niños de todo el mundo de las olas de calor durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) “pero especialmente aquellos que son más vulnerables y que se encuentran en los lugares más afectados”
¿Cómo proteger a los niños de las olas de calor?
UNICEF emplaza a los gobiernos a:
- Proteger a la infancia frente a la devastación climática adaptando los servicios sociales más importantes, como el agua, el saneamiento, la higiene, la salud, la educación, la nutrición, la protección social y la protección de la infancia. Para ello, es necesario reforzar los sistemas alimentarios a fin de que resistan las amenazas y aseguren un acceso continuo a una alimentación saludable; invertir en la prevención, la detección y el tratamiento precoces de la desnutrición grave en los niños, las niñas, las madres y las poblaciones vulnerables, otorgar prioridad a la infancia y sus derechos a la hora de tomar decisiones relacionadas con la adaptación durante la COP27
- Preparar a todos los niños y las niñas para que puedan vivir en un mundo con una nueva situación climática ofreciéndoles educación en materia de cambio climático, reducción del riesgo de desastres, formación en competencias ecológicas y oportunidades para participar e influir en la formulación de políticas. Además, la COP27 debe instar a los países a que aprueben el Plan de Acción para el Empoderamiento Climático y a que presten más atención a la educación y el empoderamiento climático de la infancia y lleven a la práctica sus compromisos asumidos anteriormente en relación con el fomento de la capacidad de los jóvenes
- Priorizar a la infancia y los jóvenes a la hora de asignar financiación y recursos relacionados con el clima. Los países desarrollados deben cumplir el compromiso que asumieron en la COP26 de duplicar la financiación para la adaptación hasta un importe de al menos 40.000 millones de dólares anuales para 2025, con el fin último de que para 2030 se destinen anualmente a la adaptación 300.000 millones de dólares. La financiación para la adaptación deberá representar la mitad de todos los fondos destinados al cambio climático. La COP27 debe desbloquear el estancamiento político en relación con los daños y perjuicios, y para ello tendrá que centrar los debates acerca de las iniciativas y las ayudas en torno a la resiliencia de los niños y sus comunidades.
- Prevenir una catástrofe climática reduciendo drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero para mantener el calentamiento global en 1,5 °C. Se prevé que las emisiones puedan aumentar en un 14% a lo largo de esta década, lo cual nos situaría en una senda de calentamiento global catastrófico. Todos los gobiernos deben revisar sus planes y políticas nacionales sobre el clima con miras a aumentar tanto sus actuaciones como su ambición de mitigación. Asimismo, deben reducir las emisiones en al menos un 45% con el fin de evitar que el calentamiento sobrepase los 1,5 °C.
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