Por Guillermo Romero Salamanca

Luego de una bocanada de cigarrillo, ajustó sus gafas, aflojó su corbata y dijo: “Vamos a pegar a Los Carrangueros de Ráquira”.

Era, simplemente, una recomendación para su equipo de promotores en el país. Había escuchado las canciones que Jorge Velosa había llevado a Discos FM. Les auguró éxito desde el primer momento.

Estaba emocionado.

–“Vamos a trabajar”, les dijo a sus colaboradores. “Esto será un suceso mundial” y los motivó elocuentemente al comentarles las tareas que harían los promotores de Barranquilla, Bucaramanga, Medellín, Pereira, Cali y desde luego Bogotá.

–Ustedes van a llevar el disco a las emisoras, a la prensa, a la televisión y dirán que Los Carrangueros de Ráquira llegan para cambiar la música en Colombia. Son únicos. Tienen excelente repertorio. La producción discográfica está muy bien grabada. Sólo acompañen el disco con estos canastos que llevan chucula, productos típicos de Ráquira, en Boyacá. Hagan que programadores, directores, periodistas, locutores y demás gente de los medios escuchen “La cucharita”, “Julia, Julia”, “Rosita la de las cartas” o “La china que yo tenía”.

Motivados con los mensajes, los impulsores de la música salieron con los acetatos de Los Carrangueros de Ráquira, una agrupación boyacense, creada por Jorge Velosa y que irrumpía en ese momento con su estilo de música.

El resultado no se hizo esperar: éxito total en ese 1981.

El cerebro de Camilo Mendoza Santamaría, el gran promotor de la industria discográfica en el siglo XX, tenía la capacidad para pensar en mil cosas al mismo tiempo. Inquieto, detallista, motivador, alegre y un apasionado por su trabajo.

Decenas y decenas de puntadas se requieren para obtener un éxito discográfico. “No sabe la emoción tan grande cuando subía a un taxi y en el radio sonaba una de las canciones de nuestros artistas”.

Otro día escuchó algunas canciones de un grupo de jóvenes puertorriqueños que tenía éxito en Venezuela.  “Esto también puede ser un hit en Colombia”, dijo a su jefe, don Humberto Moreno. Los contactó y preparó las primeras visitas al país.

Los chiquillos cuando vinieron en su plan promocional llegaron ilusionados, pero como era lógico, aquí nadie los conocía. Grabaron un especial para Jorge Barón Televisión a quien convenció Camilo de que serían un suceso musical. Meses después, el programador realizó un video en el aeropuerto de Guaymaral con una avioneta, un globo y un helicóptero, por iniciativa de Luis Eduardo Barón, hermano de don Jorge.

“Se trabajó intensamente. No se descansaba. Pero nos sucedieron muchas cosas que fueron un hito en su momento”, dice ahora.

Camilo con el avión de Menudo en Puerto Rico.

“Por ejemplo: los alojamos en un hotel –del cual no quiero acordarme—porque a todo le ponían problemas. Un día le dije al gerente, mil gracias y hasta acá llegamos con nuestro compromiso. No sabía qué hacer y pasé por la calle Cien, al norte de Bogotá y vi que estaban construyendo un edificio. Pregunté qué harían allí, el administrador, don Ramiro Salas, me contó que levantaban un hotel. Le hablé del Grupo Menudo y de los artistas que manejaba en ese momento. El señor Salas aceptó mis propuestas y en unos meses inauguramos el sitio con los huéspedes puertorriqueños. Bogotá supo, en cuestión de días, que había un hotel llamado Cosmos 100 y que albergaba a los ídolos del momento”, cuenta ahora mientras observa las fotografías de la época.

“Cuando Menudo visitaba al país, miles y miles de chiquillas acudían al aeropuerto Eldorado, los acompañaban por la calle 26, a las emisoras, a la televisión y hasta al hotel recién construido. De distintas ciudades del país llegaron admiradoras y coparon todas las habitaciones. Eso era una locura”, recuerda mientras suelta su connotada carcajada.

“Yo también quería ser presentador de un concierto con Menudo y así lo hice en varios sitios para mí era descargar toda la adrenalina posible”, rememora ahora.

“Menudo fue un suceso. Viajé a Puerto Rico donde me atendieron muy bien y hablé con sus familiares y amigos”, dice.

Camilo estudió Comunicación Social en la Universidad Javeriana de Bogotá. Su tesis de grado la tituló como “El Mundo del disco”. Comenzó como redactor deportivo en El Siglo, cubriendo los Juegos Panamericanos de Cali en 1971, luego pasó a El Tiempo y después fue presentador de variedades en La Voz de Colombia, Emisora Kennedy y Cenpro Radio.  Fue director en Todelar del popular Magazín Continental en Acción con Juan Carlos Gallardo en la Plataforma de éxitos.

En 1975 ingresó al mundo del disco, primero en Codiscos Medellín, al lado del maestro Álvaro Arango y don Humberto Moreno.

Como presentador y animador de musicales.

En estas empresas tuvo a cargo de la difusión de música de artistas como Garzón y Collazos, El Binomio de Oro, Juan Piña, El Combo de las Estrellas, El Dueto de Antaño, Alfredo Gutiérrez, Cuarta Generación, Raúl Santi, Luz Ayda, Galy Galiano, Vicky, Las Estrellas Vallenatas, Raphael, Amanda Miguel, Diego Verdaguer, Óscar de León, La Sonora Ponceña, Carlos Vives, Andy Montañez, el Gran Combo de Puerto Rico, La Orquesta Los Melódicos, Les Luthiers y, desde luego, Los Carrangueros de Ráquira y el Grupo Menudo, entre otros.

Después montó su propia empresa: Interacción Ltda. Fue el pionero en hacer que entidades como Asincol, Hotel Cosmos 100, el Festival Iberoamericano de Teatro, Sony Music, Rodven Discos, Discos Philips, Fonocaribe, Codiscos, Discos Fuentes, Discos Victoria, Discos Dago, BMG Ariola, Discos EMI, Polygram, Prodiscos y Sonolux, entre otros, pautaran en televisión.

“Era curioso, Sonolux, propiedad de Ardila Lulle, no pautaba sus productos en el RCN Televisión. Cosas de la vida”, recuerda.

Él trabajaba en los planes de creación y de comerciales para cada uno de sus productos, actividad que requería de una experticia y de una sabiduría para acomodar las palabras precisas, las imágenes, las modelos, las voces, los estudios de grabación y la realización de videos. Pero lo importante fue el manejo de pauta publicitaria de docenas de producciones musicales y de los grandes espectáculos que se realizaron en las décadas de los ochenta y los noventa.

Durante más de 15 años fue también el encargado de la pauta publicitaria de álbumes como Los 14 cañonazos bailables, El Disco del Año, La fiesta del Año, Superbailables, Lo Mejor del Año, Síganme los buenos, Al son que me toquen, Los gordos de la salsa, El Disco de la sala, El disco del Carnaval, por mencionar unos cuantos.

Camilo llegó también a la cátedra universitaria. En la Universidad Tadeo Lozano dictó Radio y en la Universidad Central fue profesor de Radio y de Teoría, Técnicas y sistemas de comunicación.

En pleno ejercicio periodístico con su vieja máquina manual.

–¿Alguna vez le produjo nerviosismo un lanzamiento discográfico?

–En muchas oportunidades, pero cuando fuimos con Los Carrangueros de Ráquira a la presentación en el Madison Square Garden, en el Día de la Hispanidad en 1981, pensé que fallecía. Ese programa estaba rigurosamente cronometrado. Era la primera vez que un grupo colombiano se presentaba allí. Nos sucedió lo impensable: los organizadores quedaron de recogerlos en una limusina, pero el conductor se equivocó y se llevó a las coristas de Julio Iglesias. Los Carrangueros, sin saber inglés, sin conocer la ciudad y, además, los taxis pasaban ocupados, comenzaron a caminar de un lado a otro y a preguntar, se desorientaron y yo, mientras tanto, en el camerino esperándolos y sin saber qué hacer porque en esa época no existía el celular. Llegaron faltando 3 minutos para subir al escenario. Creo que ese día bajé diez kilos de nerviosismo. No tuvieron tiempo para ensayar ni probar sonido. Fue un día muy complicado. Sin embargo, los televidentes no se percataron de lo sucedido y gozaron con las canciones.

–¿Qué hecho le emociona todavía?

–Cuando trabajaba para Discos FM grabamos un disco con Alfredo Gutiérrez y lanzamos un sello con el nombre de “Vallenato”, así de sencillo. Fui a Valledupar, hablé con los organizadores del Festival de la Leyenda Vallenata y les dije que hiciéramos una velada y que yo los llevaría, gratis, a Alfredo Gutiérrez a la Plaza Alfonso López. La emoción de ellos fue grande y a partir de ese momento se instituyó esta fiesta vespertina.

–¿Fueron agradecidos los artistas con usted?

–Si, todos. Sentían gran alegría cuando les mostraba los planes de promoción, de difusión y los resultados. Galy Galiano fue muy deferente, lo mismo Raúl Santi y con quienes me vi luego de mi retiro de las casas disqueras.

–¿Por qué acabó con las ruedas de prensa?

–Porque no daban resultado. Siempre aparecían lagartos que iban por la firma de un autógrafo o una foto. En cambio, era mejor que hablaran los artistas personalmente con la gente de los medios. En el Hotel Cosmos 100, por ejemplo, organizamos salas para cada uno de los integrantes de Menudo y así dialogaban particularmente con cada uno de los comunicadores.

–¿Cuál fue su gran secreto para obtener tantos éxitos?

–El trabajo perseverante y cuidar los pequeños detalles. Todo se miraba: desde las canciones, las grabaciones, las carátulas, las fotografías para prensa, las respuestas a los periodistas, los listados de los encargados de los medios, las vitrinas de los almacenes de discos, la voz de quien hacía los comerciales, las imágenes precisas para los comerciales de televisión.

Algo importante: gracias al apoyo de la gente de los medios de comunicación, de un diálogo permanente con ellos y de un esfuerzo mancomunado se lograron grandes éxitos y mantuvo la imagen de muchos artistas.

–¿Cuánto valora la mística en el trabajo?

–Todo se hizo con cariño, con esmero y con atención. Además, me correspondió un gran equipo de compañeros de inmensas cualidades como el doctor Álvaro Arango en Codiscos, insuperable y Humberto Moreno. Otros como Javier García –quien llegó a exportar la música colombiana a más de cien países–, Fernando López Henao, con quien hablo muy seguido, Rafael Velásquez, Rafael Mejía, Edgard Borja, Uriel Giraldo, Martha Lucía Velandia, Fernando Sarmiento, Arturo Zamudio, Andrés Vargas, Íber Marino Cárdenas, Luis Antonio Medina, Luis Fernando Morelos, Carlos Lasso, Rubén Darío Pérez, Carlos Hernández, Orlando Ríos Torres, Moisés de la Cruz, Jairo Roa y muchos más.

–¿Escucha los éxitos que produjo?

–A veces, pero me entra mucha nostalgia.

–¿Qué hubiera hecho con internet, celulares y redes sociales…?

–Maravillas.

–¿Fue un genio en la promoción?

–Tanto como genio no lo sé, pero lo único que podré mostrar será mi trabajo y el largo listado de éxitos que toda Colombia disfruta.

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