John L. Allen Jr. www.angelusenespanol.com

Tras nueve años de elaboración, fruto de al menos 40 reuniones del Consejo de Cardenales de todo el mundo que asesora al Papa Francisco, con la intención de representar a la iglesia local de cada continente, por no hablar de innumerables horas de consultas, el 19 de marzo vio la luz la nueva constitución para la Curia Romana, es decir, la burocracia central de gobierno en el Vaticano.

«Praedicate Evangelium» («Predicad el Evangelio») puede describirse como un esfuerzo por proporcionar un marco orientado a la misión en todo lo que se refiere a la Curia Romana en el Vaticano. Sustituye a «Pastor Bonus» («Buen Pastor»), que San Juan Pablo II promulgó el 28 de junio de 1988. Va a entrar en vigor el 5 de junio, fiesta de Pentecostés.

A pesar de toda la expectación que rodeaba al documento, su publicación fue sorprendentemente anticlimática.

El texto, de 23.000 palabras, fue publicado un sábado por la Oficina de Prensa del Vaticano sin ningún comentario, lo que es habitual en un texto tan importante, y sólo en italiano. La conferencia de prensa para presentarlo tuvo lugar el lunes siguiente, lo que sugiere que, a pesar de los meses de trabajo, no se consideró realmente el final hasta, bueno, el final.

A continuación, cinco puntos principales de la reorganización del Papa.

1. Poder para los laicos

En términos de valor noticioso, el gran titular de la nueva constitución apostólica es que el Papa Francisco abre la puerta a que un laico, o laica, pueda dirigir cualquier departamento de la Curia Romana. La línea clave viene en el capítulo dos, sección cinco, en la que la constitución afirma que «cualquier bautizado puede presidir un dicasterio u organismo, según su competencia, poder de gobierno y función.»

En efecto, el «Praedicate Evangelium» zanja un debate de larga data sobre la Curia Romana. Dado que los jefes de muchos departamentos del Vaticano ejercen lo que se conoce como «autoridad vicaria» en nombre del Papa, es decir, la capacidad de tomar decisiones en nombre del Papa, algunos abogados canónicos y teólogos han argumentado que la persona que ejerce esa autoridad debe estar en las órdenes sagradas. Así es como se transmite normalmente la autoridad vicaria, y la cuestión no se había resuelto oficialmente.

Hasta ahora, el Papa Francisco parece haberla resuelto.

2. No se habla de dinero

Sin embargo, un punto que «Praedicate Evangelium» no aborda es la cuestión de un salario justo para los empleados laicos del Vaticano. Los salarios en el Vaticano son notoriamente bajos y, aunque los puestos de trabajo son generalmente seguros, las condiciones de trabajo pueden ser un poco sombrías.

Si el Vaticano quiere atraer al tipo de laicos de alto nivel y calificados internacionalmente que se necesitan para dirigir los principales departamentos, ¿estará la Curia dispuesta a poner su dinero donde está su boca, especialmente en una época de disminución de ingresos y crisis financieras anuales?

Un acontecimiento no muy alentador en ese sentido fue la reciente decisión de ampliar el período de permiso de paternidad para los nuevos padres en el Vaticano: de un surrealista día de licencia, a unos casi igualmente míseros tres.

3. El nuevo jefe, es el mismo que antes

Hace nueve años, en los albores de la reforma del Papa Francisco, se creía que una de las piedras angulares sería cortar las alas de la Secretaría de Estado. La opinión era que el departamento más importante del Vaticano se había vuelto demasiado grande, demasiado poderoso y demasiado controlador.

El Papa Francisco dio un paso decisivo en esa dirección al crear una nueva Secretaría de Economía, quitándole la billetera a la Secretaría de Estado.

Esa «reforma» no duró mucho, sin embargo, y ahora, en «Praedicate Evangelium«, se especifica que la Secretaría de Estado, «por ser la Secretaría papal, ayuda al Romano Pontífice de manera cercana en el ejercicio de su suprema misión.»

En otras palabras, al inicio se quiso reducir la Secretaría de Estado, que siempre fue el gorila de 800 kilos del Vaticano. Al final, se ha convertido más bien en el gorila de 1.600 kilos.

4. Un nuevo hogar para los esfuerzos contra el abuso

Otro movimiento importante contenido en «Praedicate Evangelium» es hacer que la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, creada por el Papa Francisco en 2014 para ser la «punta de lanza» en términos de los esfuerzos del Vaticano para responder a los escándalos de abuso sexual por parte del clero, forme parte del recién acuñado Dicasterio para la Doctrina de la Fe- otrora la Congregación para la Doctrina de la Fe.

De hecho, este cambio da a la comisión un hogar dentro del Vaticano. Hasta ahora, ha sido esencialmente una entidad en sí misma, informando sólo al Papa.

Para los partidarios de la decisión, ésta eleva el estatus de la Comisión Pontificia al hacerla parte de uno de los departamentos más importantes del Vaticano.

«La vinculación de la Comisión con el trabajo del nuevo Dicasterio para la Doctrina de la Fe representa un avance significativo en la mejora del lugar y el mandato de la Comisión, que sólo puede conducir a una cultura más fuerte de la salvaguardia en toda la Curia y la Iglesia», dijo el cardenal Sean O’Malley de Boston, presidente de la Comisión desde su creación.

Los críticos, sin embargo, consideran que se ha cambiado la independencia y el espíritu crítico de la comisión por la sumisión a la línea corporativa del Vaticano.

«Cuando formaba parte de la comisión, tuvimos mucha resistencia a nuestro trabajo por parte de la (congregación doctrinal) … básicamente sentían que estábamos interfiriendo. Y eso, creo, es la norma en el Vaticano: realmente no les gusta que nadie sea visto como un extraño», dijo a The Irish Catholic la superviviente de abusos Marie Collins, conocida internacionalmente por su trabajo en la prevención de estos crímenes.

En Twitter, Collins fue más contundente: «La Comisión ha perdido oficialmente incluso una apariencia de independencia», escribió.

5. Limitación de mandatos

La nueva Constitución también establece que los sacerdotes y religiosos que sirven en la Curia Romana permanecerán cinco años, un mandato que puede ser renovado por un segundo período de cinco años. Después, sin embargo, deben volver a sus diócesis y órdenes religiosas.

«Por regla general, después de cinco años, los funcionarios clericales y los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica que han prestado sus servicios en instituciones y oficinas curiales vuelven a la atención pastoral en su diócesis/parroquia, o en los Institutos o Sociedades a los que pertenecen», dice.

«Si los superiores de la Curia Romana lo consideran oportuno, el servicio puede prolongarse por otro período de cinco años».

Hasta cierto punto, esto no hace más que codificar la práctica existente, aunque hasta ahora nunca se había dicho explícitamente que los sacerdotes que trabajan en el Vaticano tienen que marcharse después de un máximo de 10 años.

Para los que consideran que la medida es positiva, se ve como un golpe al carrerismo y una importante declaración sobre la injerencia de la iglesia local. Pero los detractores señalan que comenzar a entender el Vaticano es algo que puede llevar cinco años, por lo que no se trata tanto de renovar el personal como de deshacerse innecesariamente de alguien con verdadera experiencia y perspectiva, lo que, entre otras cosas, probablemente refuerce aún más el control interno por parte de la Secretaría de Estado.

Como siempre, veremos cómo se desarrollan las cosas en la práctica. En este momento, lo que se puede decir con confianza es que después del Papa Francisco, la Curia Romana nunca será la misma.

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