A los habitantes del sector de la Colina Campestre de la localidad de Suba, al norte de Bogotá, poco les importaron las tres noches de insomnio por los ensayos que hicieron cientos de soldados en la avenida Boyacá.
Es más, ataviados con abrigos, sombreros, bufandas salieron a las dos de la madrugada a mirar, pero sobre todo a aplaudir a los jóvenes soldados, cadetes y patrulleros de la policía que practicaron una y otra vez la parada militar, interpretando sus himnos y entonando sus canciones de batalla.

Este domingo 20 de julio, día de celebración de la Independencia de Colombia, desde muy temprano familias enteras desde niños en sus coches hasta abuelos en sus sillas de rueda se parquearon a lado y lado de la Avenida Boyacá con la expectativa de presenciar el imponente desfile con amazonas, bandas, hombres y mujeres de sable y escuchar las notas del himno nacional y de la ciudad.
Fueron 8 horas entre la espera y luego la presentación que hicieron jóvenes militares y con la compañía de un esplendoroso día, los aplausos no se hicieron esperar.

Gritos de “Viva Colombia” y “viva nuestro Ejército” los espectadores contemplaron la fortaleza de los militares que pasaron tres noches sin dormir entre levantadas y ensayos.
“Yo admiro a esta gente. Acá los vemos desfilando, pero también comprendo que pasan horas en las montañas cuidando carreteras, cañadas, ríos y montañas, muchas veces sin comer ni poder cambiarse de uniforme. Ojalá algunos colombianos compren que necesitamos paz, una paz duradera, porque el colombiano del común es trabajador, honrado y emprendedor”, comentó Teresa de Galvis.

El Desfile de Bogotá fue presenciado por lo menos por un millón de personas.
En distintas partes del país también se vivió la fiesta nacional con sendos desfiles que emocionaron a los espectadores.






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