
Por Mauricio Salgado Castilla- @salgadomg
Una de las noticias más relevantes en el mundo de los negocios es el retiro del presidente de Berkshire Hathaway, Warren Buffett. A sus 95 años, su fortuna personal asciende a unos USD $230 mil millones. Su salida representa una pérdida importante para los inversionistas, pero más aún para las fundaciones que dependen de su generosidad, muchas de ellas centradas en ayudar a los más necesitados del mundo, especialmente en África.
Un día típico en la vida de Buffett comienza saliendo de su casa en Omaha, Nebraska. Se trata de una vivienda cómoda, sin lujos, que compró hace más de seis décadas por menos de $32,000 y que hoy está valorada en alrededor de $350,000 dólares. Nunca ha sentido la necesidad de mudarse. Con su estilo tranquilo, se sube a su Cadillac XTS 2014 —que originalmente era de su hija Susie— y toma la misma ruta de siempre hasta el McDonald’s local. Allí pide su menú habitual: una hamburguesa con queso, papas fritas y una Coca-Cola bien fría. Nada de caviar, ni chefs privados. Solo Buffett siendo Buffett.
A veces lo acompaña su amigo Bill Gates, y mientras comparten la mesa y las risas, conversan sobre negocios, tecnología y, sobre todo, sobre la desigualdad en el mundo. Porque, aunque Buffett podría permitirse cualquier cosa, está convencido de algo profundamente humano: su habilidad para hacer dinero no lo hace superior a quienes no la tienen. Nunca ha creído que la riqueza sea una licencia para vivir por encima de los demás.
De hecho, ha dicho en múltiples ocasiones que nació con un «billete de lotería ganador», al haber llegado al mundo con las condiciones ideales para desarrollar su talento. Por eso ha decidido donar más del 99% de su fortuna a causas sociales. No busca dejar monumentos con su nombre, sino crear oportunidades reales para millones de personas que no las tienen.
Este sentido de humildad, coherencia y responsabilidad social es lo que convierte a Warren Buffett en algo más que un genio de las inversiones: es un referente ético en un mundo donde el dinero suele gritar más fuerte que los principios.
Un camino temprano hacia la riqueza
Buffett comenzó su historia financiera desde muy joven: compró sus primeras acciones a los 11 años y a los 13 ya administraba un pequeño negocio de distribución de periódicos. A lo largo de su vida no solo fue un inversor exitoso, sino también un solucionador de crisis empresariales. Uno de los casos más recordados fue su intervención en Salomon Brothers, una firma de Wall Street a la que ayudó a superar un escándalo de gran magnitud.
También ha sido un aliado clave de la Fundación Bill y Melinda Gates, enfocándose en mejorar la salud y la educación en los países más vulnerables. Su compromiso con la filantropía y su estilo de vida austero contrastan marcadamente con el de otros multimillonarios como Elon Musk o Donald Trump, quienes suelen mostrar una vida más ostentosa y centrada en la imagen personal. Esta comparación no hace sino resaltar el respeto que Buffett ha ganado en todo el mundo, no solo por su riqueza, sino por la forma en que ha elegido usarla.
Las inversiones que definieron su legado
A lo largo de su carrera, Buffett ha realizado decisiones de inversión que se han convertido en casos de estudio. Algunas de las más emblemáticas son:
- Coca-Cola: En los años 80, invirtió $1.3 mil millones en The Coca-Cola Company. Esta inversión se convirtió en un símbolo de su estrategia de largo plazo y ha generado grandes dividendos por décadas.
- American Express: Durante la crisis de los años 60, cuando la empresa enfrentaba problemas financieros, Buffett confió en su solidez a largo plazo y realizó una fuerte inversión que resultó altamente rentable.
- Geico: Comenzó como una participación minoritaria y con el tiempo convirtió a la aseguradora en una pieza clave del imperio de Berkshire Hathaway.
- Apple: A pesar de evitar durante años las tecnológicas, Buffett sorprendió al invertir en Apple en 2016. Hoy es una de las participaciones más valiosas de su portafolio.
Berkshire Hathaway: una máquina de valor a largo plazo
Cuando Warren Buffett tomó el control de Berkshire Hathaway en 1965, la empresa era una fábrica textil en decadencia. Hoy, es un conglomerado multinacional con participaciones en sectores que van desde los seguros hasta la energía, la logística y el consumo masivo.
Lo impresionante no es solo su tamaño, sino la rentabilidad que ha mantenido durante más de medio siglo. Desde 1965 hasta 2023, el valor por acción de Berkshire ha crecido a una tasa compuesta anual del 19.8%, comparado con el 9.9% del S&P 500 con dividendos incluidos. Para ponerlo en perspectiva:
- $1,000 invertidos en el S&P 500 en 1965 hoy serían unos $290,000.
- Esa misma cantidad invertida en Berkshire Hathaway habría superado los $39 millones.
Y todo eso sin recurrir a deudas excesivas, sin modas pasajeras ni promesas vacías. Solo paciencia, criterio y sentido común.
Para miles de inversores, Berkshire no es solo una acción, sino una filosofía, una escuela de pensamiento financiero donde el largo plazo es la regla y la ética es parte del modelo.
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