Por Guillermo Romero Salamanca
Cuando pierde River Plate no se le puede hablar ni el lunes ni el martes y cuando el equipo descendió a la B, Eduardo Rafael Paz Figueroa se perdió por más de 15 días. No apareció en Facebook ni contentó llamadas. Si se le quiere ver sonriente la fórmula está en hablarle de boxeo, de Joe Luis, Alí, Tyson, Rocky Marciano, Pambelé, “mantequilla” Nápoles y desde luego, Carlos Monzón. Explica con lujo de detalles cada pelea y una a una de las características de los púgiles.
No lee periódicos para no untarse de tinta, pero en su mesa de noche está la colección completa de Borges. Sus horas preferidas para escribir van más allá de las doce de la noche y le pueden dar las siete de la mañana anotando o leyendo alguna novela. Sofisticado para comer y su forma de ser tiene parecido al famoso Monk.
Mal bailarín de tango, pero es un experto en sus letras y en lunfardo. “Me imagino que por el modo en que fui criado. Mi madre no me permitía salir, y me perdí muchas cosas de mi adolescencia, pero eso hizo que me dedicara a leer y escribir. Pero soy un enamorado del tango, por la influencia, también, de mi madre”.
Nació en Buenos Aires y llegó a Colombia, invitado por su cuñado, el legendario y extraordinario Alberto de Jesús, “el tigre” Benítez que jugó 293 con el Deportivo Cali y marcó 136 goles. Al lado del enfermo come el alentado, dicen las abuelitas. “Era un adolescente cuando vine por primera vez. Amé Cali inmediatamente, y la gente me trató tan bien y a mis canciones de aquel momento, que el vínculo se formó de un modo indisoluble”, recuerda ahora.
“Soy profundamente caleño. Amo Cali, y su gente. Quizá la mejor etapa estuvo condicionada por el dolor de un desamor, pero también por hechos entrañables, imborrables”, recalca ahora.
DE LETRAS Y CANCIONES
Sus canciones se dieron a conocer a través de Jerónimo. Luego vocalistas como Azúcar Moreno, Marcelo Cezán, Daniela Romo, RDB, Alejandra Guzmán, Anahí, Paty Manterola, Ana Cirré, Shakira, La súper orquesta Café, lo llevaron a un puesto de privilegio en la composición y ahora es especialista en dictar talleres, donde habla de sus colegas y da ejemplos de cómo escribir.
En los ochenta, cuando la balada reinaba en el dial, Jerónimo irrumpió en Colombia con una letra que conmovía a los oyentes. Cada palabra la deletreaba con atención y parecía que lloraba al dejar las frases de “Te estoy queriendo tanto que eres dueña de mi tiempo, en lo cotidiano habitas, en mi espera y ansiedad” y luego continuaba: “En la fábula perdida de aquel grillo solitario y en la antigua moraleja que hoy descubro fue verdad”. Hacía un silencio que apretaba las gargantas y dejaba el estribillo: “no te vayas, no te vayas nunca, guárdame el secreto de este gran amor…”.
“¡Qué tiempos aquellos!”, diría un nostálgico.
–¿“No te vayas nunca”, interpretada por Jerónimo es la canción que más quiere? ¿En quién se inspiró?
–Ella es quizá, la única que jamás dijo que la escribí para ella. Ella vive en Texas, y la canción se hizo para ella, pensada de un modo tan exclusivo, que le pedí a Jerónimo que me la grabara con guitarra en el estudio y me la enviara, para que sólo ella la tuviera. A Jerónimo, y a los productores les gustó tanto, que sacaron del álbum una canción que habíamos escrito llamada “Fuiste tú”, la pusieron y el resto es historia.
–¿Qué canción suya pensó que sería un gran éxito y no pasó nada?
–“El amor de los dos” de Jerónimo. Pasó algo, pero no lo que parecía en las maquetas. El arreglo le quitó la magia y punch, que tenía.
–¿Aún recuerda a Eleonora?
–Bueno, está allí, por siempre, en muchas canciones y en una historia que tiene la magia de lo inolvidable.
DEL FESTIVAL DE BUGA
En 1988, los organizadores del Festival Nacional e Internacional lo llamaron para darle un cambio radical al certamen. Hasta ese momento se realizaba en Buga un espectáculo en agosto, donde varias personas cantaban como Raphael, Roberto Carlos, Julio Iglesias o Perales. Eduardo convenció a los organizadores de hacer un encuentro musical con tinte mundial. Los jurados fueron periodistas del Nuevo Herald, UPI, TV y Novelas Puerto Rico y distinguidos empresarios artísticos como Fernando Plaza. Jorge Valencia Rosas transmitió para Telepacífico en directo y llegaron figuras como Vicky Carr, Banana Pueyrredón, Claudia de Colombia, Francisco, Denisse de Kalaffe, Basilio, Julia Zenko, Raúl Santi, entre otros.
Fueron 4 inolvidables años donde Buga era reconocida en muchos países por este Festival. Eduardo logró el cambio.
–¿Cuántos amores y desamores le dejó Festibuga?
–Me dejó el cariño, el afecto del recuerdo de los que, aún hoy, me dicen que fueron los mejores festivales que vivieron, y me conmueven con sus expresiones.
SOBRE ACTORES Y CANTANTES
Descubrió entonces que en Colombia no había un manejo profesional de las carreras de los artistas. En los noventa montó una oficina con actores y actrices como Angie Cepeda, Juan Pablo Raba, Manuela González, Maritza Rodríguez, Andrea López, Lorna Cepeda, Zharick León y Natalia Ramírez se dieron a conocer gracias a su labor.
–Es un mánager o un hombre de marketing?
–Estudié Marketing, pero desde los 16 años que empecé a hablar con los grandes managers de Hispanoamérica, me interesó el tema, y sabía que quería ser mánager, y hacedor de artistas. Así que me preparé en los distintos ámbitos. Por ejemplo, fui de oyente a distintos cursos de Acting, en varios países. La música, el cine, la producción, los guiones, etc. Y el conocimiento del Marketing me dio la sustentación teórica, para desarrollar las ideas y ubicar a los productos en el mercado, con ellas.
–¿Shakira tuvo un antes y un después del maneje le dieron con Patricia Téllez, q.e.p.d.?
–Hay un mínimo de hechos claves que ni se suelen evocar: primero, la noche en que llegó la mezcla del álbum, y en el salón de juntas de Caracol, estuvimos Shakira, Patricia Téllez y yo, para que yo dijera qué me parecía, y qué estrategia se llevaría a cabo para posicionar a la artista y al producto. Segundo, el desarrollo del Plan de Marketing, que presenté, y que causó estupor, donde decía que Shakira debía aprender portugués e inglés y tercero le negociación por la renovación del contrato con Sony Music, y la propuesta hecha por Adrián Posse de BMG México, para que Shakira firmara con ellos, y que derivó en múltiples consecuencias.
–¿Qué les hace falta a los cantantes colombianos?
–Cuando a principios de los 90s, Gabriel Muñoz Cuartas me trajo desde México, porque Colombia no podía tener artistas pop con impacto masivo internacional, fue con la promesa que, en 10 años, los tendría, si desarrollaban una idea de marketing concreta. Se logró, tal como se planteó, pero con el fin de las disqueras, mientras la mayoría de los países ha tenido un impacto brutal en la desaparición de artistas competitivos, Colombia los ha mantenido, y creo que hoy conserva un liderazgo, en propuestas. La originalidad sigue siendo el gran desafío.
–¿Nuestros actores están preparados internacionalmente?
–No, salvo las excepciones e influye la falta de críticos y analistas serios. Asimismo, salvo tres o cuatro buenos maestros de actuación, cualquiera que haya hecho dos capítulos en series del mediodía, monta taller de acting.
Ninguno sabe quién fue Lon Chaney, ni Charles Laughton, ni James Cagner, y muchos profesores aún mantienen la idea del Método, que llevó María Ouspensky a New York en 1920, cuando aún vivía Stanilavsky. No conocen el trabajo de Stella Adler, y eso ya dice mucho, en la falta de preparación.
–¿Le han pagado bien los artistas?
–Unos sí, y otros no, como sucede en el amor. De vez en cuando uno conoce a una Natalia Ramírez, por ejemplo. Y eso hace que esto valga la pena.
Una de sus grandes creaciones fue Marcelo Cezán. En Santiago de Cali lo conoció y determinó cambiarle el nombre de Édgar Alfredo Gómez por el de dos pintores. Le compuso la canción “Nueve semanas y media”, lo presentó, lo llevó a Sony Music y lo convirtió en estrella de Caracol Televisión.
–¿Qué pasó con Marcelo Cezán?
—Marcelo es mucho más de lo que la gente supone. No tiene la gran voz, pero fue un artista súper disciplinado, y tiene grandes ideas como productor, de estudio y stage, y es intuitivamente talentoso, y sabe llegarle a la gente. Si algún familiar no hubiera puesto piedras en su carrera, hoy estaría en la estratósfera, porque venía de un modo imparable, y tuvimos una excelente relación Artista-Mánager.
Ahora, cuando se alista para dictar su taller de composición, escribe en Facebook frases muy cortas sobre pensamientos de amores y desamores. Algunos dicen que son poéticas, otros que más bien filosóficas y sobre su lanzará un libro con ellas, simplemente dice, “hay propuestas, hay propuestas…Puede ser”.
Todo obedece a su lectura sobre el budismo. “Me dio mucho equilibrio, y he aprendido a no evadir mis errores, y los confronto, hasta encontrar el punto de perdón”.
¿Sobre el futuro? Está todo resuelto en el gran cine, “el local y el de Hollywood, que es lo que me falta. Luego hay unos diez proyectos, directos e indirectos, en los que estoy involucrado”.
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