Hernán Alejandro Olano García
El Papa Francisco, la Santa Sede y conferencias episcopales de todo el mundo se han pronunciado sobre el “deber moral” de vacunarse para respetar no solo la propia vida, sino también la de los demás.
Para muchos, ese pronunciamiento puede generar disgusto y ser tema de debate, pues, aunque en todo el mundo se está realizando un esfuerzo de inmunización masivo, en Colombia, tímidamente se cumplen los avances en la primera fase y, si las cosas siguen así, la vacunación culminará en 2025, según algunos expertos.
El tema de la vacunación es, últimamente y, de manera particular, susceptible a la desinformación, razón por la cual, un grupo de medios católicos de información, se han unido en un consorcio para apoyar la comprensión colectiva de la mejor manera de combatir la información errónea sobre temas de salud, ya sea a través de nuevas estrategias de audiencia o nuevos enfoques para medir el impacto de las verificaciones de datos.
Google News Initiative, que es una iniciativa de colaboración con el sector del periodismo para que prospere en la era digital, lanzó un fondo, con recursos de 3 millones de dólares para informar acerca de las vacunas. El proyecto está abierto a todos los medios de comunicación católicos, ofreciendo acceso libre y exclusivo a información verificada.
El 21 de diciembre de 2020, Su Eminencia, el Cardenal Luis Ladaria, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, expidió una Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra el virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19. Allí, se hace referencia a un importante pronunciamiento del 5 de junio de 2005, emitido por la Pontificia Academia para la Vida, titulado “Reflexiones morales acerca de las vacunas preparadas a partir de células procedentes de fetos humanos abortados”, donde se ofrecen algunos conceptos que pueden dirimir las diferencias en relación con el proceso de vacunación y su influencia dentro de la doctrina y la moralidad de los católicos, sin juzgar la seguridad y eficacia de las vacunas, aun siendo éticamente relevante y necesario, porque su evaluación es competencia de los investigadores biomédicos.
Como se ha expresado por algunos medios, las vacunas, al parecer, han sido creadas a partir de líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción, pero, el Vaticano, ha manifestado que el uso moralmente lícito de este tipo de vacunas, debido a las condiciones especiales que lo posibilitan, no puede constituir en sí mismo una legitimación, ni siquiera indirecta, de la práctica del aborto, y presupone la oposición a esta práctica por parte de quienes recurren a estas vacunas.
Es una controversia en la cual, la moral y la conciencia se ponen en la balanza de la conservación de la vida humana, pues el uso de las vacunas “no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas”, como expresa la citada Congregación en su comunicado, que agrega: “Al mismo tiempo, es evidente para la razón práctica que la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por lo tanto, la vacunación debe ser voluntaria. En cualquier caso, desde un punto de vista ético, la moralidad de la vacunación depende no sólo del deber de proteger la propia salud, sino también del deber de perseguir el bien común.”
Una persona que decide no vacunarse porque no quiere, se convierte en un riesgo grave para la vida de los demás y, eso, si es inmoral.
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