por Claudio Ochoa

Gracias al filántropo colombo-sirio Abood Shaio, desde el 12 de abril de 1957 los colombianos comenzamos a interesarnos por nuevos aspectos del corazón, este órgano vital hasta entonces más relacionado con amor y desamor, y sus manifestaciones gráficas, musicales, prosaicas y poéticas.

El industrial del textil, propietario de la pujante Sedalana, donó el dinero que permitió la compra del terreno en donde los médicos Fernando Valencia (reconocido cardiólogo de la época) y Alberto Bejarano iniciaron la construcción de la Fundación Clínica Shaio, en compañía de otros emprendedores de la época. El primer centro cardiovascular erigido en Colombia.

La clínica en su fundación.

Don Abood, fallecido a mediados de ese 1957, fomentó unas relaciones paternalistas con sus empleados, el empleo de la mujer, y ayudaba a los niños desamparados, recordó hace algunos años su nieto, Pedro Shaio. Con su gesto también impulsó el desarrollo de un sector lejano al centro de la ciudad que permanecía en su estado natural, hoy conocido como Santa Rosa.

Dr. Abood Shaio.

Han dicho los padres de esta obra científica, médica y salubre que la Shaio “creó una escuela, una familia, una filosofía de ejercicio de la medicina que se ha mantenido a lo largo de los años. Fue el primer establecimiento médico que en Latinoamérica llevó a cabo tratamiento quirúrgico de las anomalías congénitas cardiovasculares en los niños”. Además de haber implantado el primer marcapasos extracorpóreo, dio vida a la transmisión telefónica de electrocardiogramas, y llevó a cabo programas de válvulas artificiales. La Clínica elaboró el primer protocolo de pacientes de cuidado intensivo coronario. Ha liderado procedimientos de cateterismo. Y sigue conduciendo el cuidado del corazón en Colombia, siendo nuestro referente mundial en salud cardiovascular, junto a la Fundación Cardioinfantil de Bogotá.

EL INGENIERO REYNOLDS

Universidad Simón Bolivar - JORGE REYNOLDS, MIEMBRO DE LA SALA GENERAL DE  UNISIMÓN, FUE ELEGIDO COMO INTEGRANTE DE LA NUEVA MISIÓN DE SABIOS
El ingeniero Jorge Reynolds.

A pocos meses de operaciones en la Shaio (“la Shaio” es conocida así, popularmente) fue vinculado un joven bogotano, recién graduado como ingeniero eléctrico en Inglaterra. Jorge Reynolds Pombo comenzó a experimentar sobre viejos principios de estimulación al corazón, apoyado en circuitos eléctricos y electrónicos.

Junto al médico José Antonio Rubio practicaba sus estímulos eléctricos sobre perritos. Experimentando y experimentado llegó a la construcción de un marcapasos externo conectado a electrodos colocados en el corazón. Hasta que un buen día llegó de urgencia a Bogotá un sacerdote ecuatoriano, requiriendo estímulo eléctrico para su corazón, o de lo contrario moriría. La única alternativa era probar con el desarrollo hecho por Reynolds y su gente: un “marcapasos” que pesaba 45 kilogramos, cuya fuente de poder era una batería de 12 voltios, de las usadas en algunos vehículos. El cura se sometió a la prueba, y le fue bien. De ahí en adelante el marcapasos armado rudimentariamente en la Shaio ha evolucionado, cada vez más diminuto, efectivo y popular.

EL CORAZÓN Y EL ARTE

Imagen diagnóstica del corazón.

En conmemoración de los 65 años de su vida, la Shaio inaugurará este 12 de mayo la exhibición artística “De todo corazón”, comprendiendo 24 imágenes diagnósticas que muestran “la belleza interior del corazón capturada técnicamente”. Esta muestra de ciencia y arte irá hasta el 30 de julio entrante, a cargo del Departamento de Innovación e Investigación de la Clínica, la Fundación Dandara y el fotógrafo Camilo Monsalve, con la curaduría de la historiadora María Margarita López. Colaboran a esta exhibición María Carolina Rodríguez Burgos y Leonardo Stiven Pardo, asistentes técnicos y de investigación.

Estas obras estarán a la venta, y el dinero recaudado se destinará al programa bandera de la Shaio, Corazón Colombia. Para beneficio de niños afectados por cardiopatías, que por escasez de recursos no pueden costear su tratamiento.

Colombia necesita más “Shaios”. Pocos potentados, como Ardila Lulle y Julio Mario Santodomingo, han dejado su huella en materia de filantropía. Bien por ellos, pero necesitamos más y más acciones de desprendimiento, generosidad. Que en vida suelten parte de su riqueza, especialmente para satisfacer algo de tanta necesidad en materia de salud, educación y vivienda.

A inicios de este mes de mayo se realizó en Medellín la primera macrorrueda de filantropía de la región, organizada por el gobierno nacional. Informa Portafolio que han sido puestos a consideración de los filántropos 202 iniciativas. Ya se han visto las primeras ganancias, una donación de un millón de dólares en medicamentos, y otro millón para la construcción de una entidad de lucha contra el cáncer.

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