Por Guillermo Romero Salamanca
Piero, en su canción “Llegando llegaste” dice que “Y una mañana, mientras el café mezclaba, en una servilleta blanca yo te dibujaba, yo te dibujaba”.
Pero es que a los compositores en cualquier momento les puede llegar la inspiración y entonces, si no tienen cerca su cuaderno o su computador, hasta una servilleta sirve para apuntar la frase. Por ello, la esposa del maestro Ruddy Pérez recoge cuanto papel escrito deja por ahí el maestro. Ella sabe que de pronto está allí una fortuna.
“La inspiración es de microsegundos, es algo que llega y de pronto puede desaparecer. La memoria pasa, a veces, malas jugadas y por ello es indispensable tener siempre algo en donde anotar o grabar porque después puede ser demasiado tarde”, explica el maestro Óscar Ferreira, prolífico escrito de la Sociedad de Autores y Compositores, Sayco.
En la sede de Los 50 de Joselito las paredes tienen cuadros con trozos de hojas o pentagramas de las composiciones de Julio Torres, como “Los camarones”, “El aguacero” o “El sancocho”, entre otras.
Muchos compositores tienen un cuaderno en el cual escriben las frases que su imaginación les trae en cualquier momento. Por eso, cuando los pierden, es como si les quitaran buena parte de sus vidas.
Eso le pasó a Shakira en un viaje de Barranquilla a Bogotá cuando le robaron la maleta que contenía las canciones para su segundo álbum internacional. Fue en 1994 y entonces compuso “¿Dónde están los ladrones?”.
La inspiración surge de un momento a otro, con una palabra, con un dicho, con un paisaje o simplemente cuando se ve pasar a una gran mujer al frente del escritor.
Así les pasó al compositor, pianista y guitarrista Antonio Carlos y al poeta Vinicius de Moraes cuando vieron a una chica de 16 años, estudiante de Derecho que los sorprendió y de inmediato, en el primer papel que encontraron escribieron: “Mira qué cosa más linda, más llena de gracia. /Es la chiquilla que viene y que pasa, / con su dulce contoneo camino del mar. / Chica de cuerpo dorado por el son de Ipanema. / Su contoneo es más que un poema. / Es la cosa más linda que he visto pasar…”.
En ese bar nació “La chica de Ipanema”, una de las canciones brasileras más entonadas en el mundo. Hasta el mismísimo Frank Sinatra le hizo una versión. La chica supo años después que el tema estaba dedicado para ella y cuando ya cumplía más de 60 años sacó perfumes y una línea de ropa con el nombre de la canción.
El maestro Isaac Villanueva, compositor de más de 600 temas –como “La machaca”, “Lo mío es mío”, “Los patulecos”, “Maruja”, “El pescador de Barú”, “Vení vení”– iba en un avión pensando y después de la comida, comenzó a pensar en su regreso. Meditaba y en la servilleta escribió entonces: “Por qué es que te resientes si apenas he llegado, sabes que estaba ausente y mi amor no ha cambiado”.
Luego agregó: “He vuelto lleno de cariño y con ansias de amarte y quererte más. Si lloras por capricho o por melancolía olvida ya la pena y vive del presente”.
El viejo Isa guardó el papelito y luego en la casa, terminó la canción y se la presentó a Julio Estrada, Fruko, quien la grabó con Joe Arroyo. “El ausente” es uno de los temas salseros de mayor éxito en Colombia.
Pero si hubo un compositor de servilletas fue el maestro Álvaro Velásquez. Viajaba a Nueva York y se puso a jugar con su acompañante de ruta y en un limpia babas dibujó un cuadro y un punto adentro y le dijo: mire esta adivinanza. En el mundo en el que vivo, siempre hay cuatro esquinas, pero entre esquina y esquina, siempre habrá lo mismo. ¿Qué es? Su compañero no supo. “Pues un preso”, le contestó el genial Álvaro Velásquez, cofundador de El Combo de las Estrellas, de El Tropicombo y compositor de más de cien canciones de éxito.
“El preso” es quizá uno de los temas salseros de mayor éxito en Colombia.
Debajo de su ruana, en su mochila, el maestro Jorge Velosa sabe que la inspiración surge en cualquier momento. Su música nació como una rebeldía, componer versos en los cuales pudiera hablar sobre diferentes situaciones sociales, ha sido su tarea. Es defensor del medio ambiente, cultivador del vocabulario boyacense, cultor de las buenas letras y músico un tanto empírico, pero que sabe dónde apuntar un tiple o una guitarra.
La cantante, compositora, productora musical, filántropa, activista y arreglista mexicana María Natalia Lafourcade lo confirma. “Tengo siempre pedacitos de canciones anotados en servilletas, en papeles, en lo primero que me encuentre en el camino, porque a veces pasa así, las canciones llegan de esa manera”, le dijo a Mónica Jaramillo Arias de la revista Arcadia.
Joaquín Sabina escribió después de cenar y unas copas de vino, en una servilleta el tema “Y nos dieron las diez”, que grabaran entre otros Rocío Durcal, Bertín Osborne, Joan Manuel Serrat y Támara.
Lo mismo les ha pasado a Jerónimo, Eduardo Paz y a Ricardo Arjona entre otros.
Cuando la musa de la composición le llegue, escriba las letras en una servilleta. Es posible que su canción alcance millones en ventas.
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