Por Guillermo Romero Salamanca

Lo dice sin desparpajo: ha estado en Skagway, arriba en Alaska, pero también en Ushuaia, abajo de la Patagonia, en la Tierra del Fuego. Dice que en Sídney está la gente más feliz, pero que si de naturaleza se trata hay que visitar Nueva Zelanda.

Sostiene que en Bali las solteras van al infierno, de Camboya dice que es una aventura, en Vietnam la mujer es la que manda, asegura que Hong Kong es la Nueva York del Asia. Ha recorrido Europa de este a oeste. Estuvo a punto de quedarse una noche en la casa de Julio Verne. Cuenta que lo mejor es pasar por el paradisíaco sur de Francia, que en Ibiza ya no hay hippies, en Málaga no hay estrés y que lo mejor de Calabria son sus helados.

Sus retinas han visto maravillas en China, Japón, Italia y Argentina. Sus oídos han escuchado melodías en conciertos, salas de gala y bares de San Francisco. Le encanta la comida peruana, recorrer a México y comenta que Moscú es lo más querido del mundo.

Sin embargo, para él no hay otra tierra más espectacular que Lorica, donde nació y de donde un día, cuando tenía 14 años, determinó colgar sus hábitos de monaguillo e imitar a su ídolo, el italiano Marco Polo.

Sólo esta pandemia lo detuvo. Quería viajar al África, conquistarla, pero, por ahora, debe esperar.

Vive Miami hace unos 40 años, tiene su programa en Caracol Radio y una columna en el Nuevo Herald. Todos los días recibe invitaciones para degustar platos o saborear en viñedos los nuevos productos. Es, en definitiva, un sibarita. Un gozón de la vida. ¿Qué más le puede pedir?

A la hora de bailar nadie le gana porque tiene un secreto: en su celular lleva una discoteca con los mejores porros, sones, merengues, salsa, boleros y demás ritmos caribeños de La Sonora Matancera, la Fania, La Billos Caracas Boys, Los Melódicos, Lucho Bermúdez, Joe Arroyo, Celia Cruz o Los Hermanos Rosario.

Se desenvuelve con fluidez y sus pies se deslizan al compás de la canción. Así como danza va cantando o recordando alguna anécdota con decenas de intérpretes que ha entrevistado.

“En la costa atlántica –dice para dar una explicación, nacemos con el ship incorporado. Bailar es tan natural, como saber acostarse y dormir en una hamaca”.

DE LORICA A BOGOTÁ

–¿Cómo fue su arribo a Bogotá?, ¿qué estudió y dónde?

–Te lo voy a confesar, nunca lo había dicho. Los que habían visitado a la capital como José Gabriel Amín y Fredy Sánchez regresaban a Lorica con el cuento de que Bogotá era tan frio, que, al dejar en la noche, un vaso de agua a la intemperie, amanecía el molde del vaso, congelado. Como yo soy friolento, me preparé. El vuelo salía de Cartagena a Bogotá. Tenía catorce años, y viajaba acompañado de mi tío Bernardo, que era militar de la Séptima Brigada y andaba de vacaciones en la costa. La escala en Bogotá era de todo el día, así que yo tenía que soportar ese clima de páramo.

Para protegerme del frío se me ocurrió ponerme el pantalón de paño, encima del pijama, así que aguanté, primero, el agobio del calor extremo en Cartagena, con el pijama debajo del pantalón, hasta que aterrizamos en “El Dorado”. En esa ocasión fue de paso.

Volví a Bogotá, para vivir en forma definitiva, en 1968, procedente de Duitama, con el fin de seguir mis estudios superiores. Ingresé a la Universidad de América donde el decano de la facultad de periodismo, Gonzalo González Fernández, GOG, nacido en Aracataca, era primo de Gabo, y tuvo la condescendencia de aceptarme como estudiante asistente, —ni me llamaban a lista, ni me daban resultados de los exámenes— debido a que no tenía recursos para pagar la matricula. El resto de la historia la comparto en mi libro “El Marco Polo de Lorica”. 

ENTRE LA PUBLICIDAD Y EL PERIODISMO

–¿Qué lo asombró cuando llegó a los Estados Unidos?

–Lo fácil que era ganar dinero. Claro hay que trabajar sin parar, pero se ven los resultados. Recorrí calles vendiendo publicidad. Los dólares estaban hechos, yo salí a buscarlos.

Me convertí en un mago para las ventas. La necesidad te obliga a reinventarte. Llegaba a presentar el noticiero a las 5 de la mañana y mi “Cita con Enrique Córdoba”, era de 11 a 12 del medio día. Salía de la emisora a visitar negocios, a vender publicidad, redactar anuncios, a cobrar cuentas, y a asistir a cocteles, para socializar, pues ahí conocía personajes para entrevistar y clientes potenciales. Yo era dueño de mi espacio en la radio, pagaba por mi hora y generaba mis ingresos. Dormía cuatro horas. Era productor, locutor, mensajero, periodista, promotor. Alcancé a tener 21 clientes, en un mes. A los 20 años de mi programa, había facturado un millón de dólares. En julio del 2020 celebraré 33 años continuos, siendo el programa hispano de radio más antiguo en Estados Unidos. 

Con sus dos hijos, Carlos Enrique y Mauricio,

–¿Cómo y cuándo conoció a Eucario Bermúdez?

–En una Corte de Jacksonville, febrero de 1987, al día siguiente que llegué a la Florida. Eucario y yo fuimos a cubrir el juicio del capo Carlos Lehder Rivas, extraditado por narcotráfico. Fue mi primera misión como corresponsal en Estados Unidos del diario “El Espectador” y la cadena Caracol de Colombia.

Con el maestro Ecuario Bermúdez cuando fueron invitados a la Casa Blanca.

–¿Qué le ha impresionado en estos 40 años en Estados Unidos?

–Varias cosas: es un sistema que funciona. El sueño americano sigue existiendo para los que tienen deseos de triunfar. A este país hay que venir joven, a hacer dinero o a estudiar, porque es muy cruel. Muchos lo aprovechan si son aterrizados, juiciosos, visionarios y le sacan partido a lo que ofrece. Lo he vivido de cerca. Las tres hijas de mi esposa Maripaz, se esforzaron estudiando y se graduaron exitosamente con becas, en prestigiosas universidades. La mayor, es una joven abogada de un banco en Boston, con salario de 120.000 anuales, y esposo con MBA de Harvard. La segunda, de 32 años, obtuvo doctorado en ingeniería biomédica, en la Universidad de Miami, 160.000 anuales, esposo con master en ingeniería, y dos hijos; y la menor, de 24 años de edad, acaba de obtener maestría en salud pública, en Boston University, trabaja como investigadora en un hospital de Boston y quiere hacer el doctorado en Harvard. En Estados Unidos el que quiere puede, pero tiene que sacrificarse, dejar la pereza y dedicarse. 

Degustando con Maripaz, un cholado en Candelaria, Valle del Cauca.

HOY RESPIRAMOS CON INTRAQUILIDAD EN LOS ESTADOS UNIDOS

–¿Hacia dónde van los Estados Unidos?

EC: Hacia un peligroso escenario de crispación y violencia, entre grupos ideológicos, a menos que aparezca la sabiduría y la inteligencia para enfriar los ánimos, impartir justicia, dialogar, reconciliar y salvar a este país que es maravilloso.

–¿Cómo ve los sucesos de Estados Unidos?

–Muy preocupante. Está en entredicho la justicia y es evidente la brutalidad de la policía. Al gobierno le ha faltado inteligencia y tacto para manejar esta situación. Los expresidentes deben calmar los ánimos con una declaración, y auspiciar un clima de cordura y diálogo con los líderes negros y los manifestantes.

Por primera vez, desde que vivo aquí, me voy a la cama con la incertidumbre de que cualquier cosa puede pasar. Que un estallido vuelva añicos lo que fue un lugar seguro. Hoy respiramos con intranquilidad.

Con Maripaz, su esposa, en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles.

 EL FUTURO DEL PERIODISMO   

–¿Hacia dónde va el periodismo?

–La transformación digital multiplicó las formas de comunicación con abundancia de fuentes y de información. Ha surgido el periodista proveedor, que ofrece su trabajo por las nuevas tecnologías, redes sociales y blogs. Sin embargo, el periodismo está amenazado por la inteligencia artificial, que ya empezó a reemplazar, con éxito, al hombre, en trabajos manuales y toma de decisiones. 

–¿Cómo analiza la caída de un diario tan importante para la Florida como The Miami Herald?

–Previsible, ante los cambios, las nuevas tendenciales de la sociedad y la crisis económica que ha golpeado a la prensa mundial. En 1989, ingresé a The Miami Herald como columnista y director de un proyecto radio periodístico y me agradó vivir esa experiencia.

–¿Qué personajes le ha parecido interesante entrevistar?

–Germán Arciniegas, quien me dijo que quería llegar al centenario para ver cómo se veía el mundo a los 100, y murió de 99. Zapata Olivella, que me contó que cuando él nació cayó un fuerte aguacero, que inundó a Lorica. De niño fue mi héroe, y me inspiró a recorrer el mundo. Nelson Pinedo, recreó su juventud en Barranquilla y La Habana, y fue el imán para hacer programas radiales con Roberto Ledesma, Celio González y otros. Al egiptólogo argentino José Álvarez López, su papá le argumentó que no pudo estudiar, por carencia de dinero. “No te preocupes, tu estudia, que yo te pago mientras estudies”, le indicó, y cuando lo entrevisté tenía 70 años y aseguraba que no trabajaba porque seguía estudiando. 

–¿Cuál será el futuro de Caracol Miami?

–Sobrevivir. Las tendencias digitales, y el Coronavirus, han afectado a todos los medios de comunicación.

–¿Qué consejo les daría a las nuevas generaciones periodísticas?

–Leer mucho y estar en sintonía de para donde va el mundo. Aprender idiomas, viajar, hablar con expertos, desarrollar la capacidad de ser innovadores.

El experimentado periodista enólogo Enrique Córdoba con una botella del Taylor´s Single Harvest 1863, una de las piezas únicas en la historia del vino y que produjo este oporto, gracias a unas de las mejores vendimias del siglo XIX. En Seratta Gourmand Market en Bogotá.

COLOMBIA Y EL TURISMO

–¿Qué le hace falta a Colombia para venderse mejor turísticamente?

–Tener ejecutivos en el gobierno, que sepan cómo se vende el turismo de un país. Además, debe poseer una adecuada infraestructura vial, para facilitar el transporte cómodo, fácil y seguro, por todo el país. Hacer campañas permanentes. Debe disponer en ciudades, pueblos y destinos turísticos de folletos en varios idiomas, con la información básica que requiere el turista. Formar miles de guías de turismo en varios idiomas. España y México, son buenos ejemplos de cómo se vende un país, turísticamente.

–¿A dónde lo han invitado y no ha podido ir aún?

–El coronavirus nos frenó el viaje. Vamos al África para terminar de darle la vuelta al mundo, que iniciamos con Maripaz, por Alaska, Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, sudeste asiático, Macao, Hong Kong, China, India, Rusia, el Medio Oriente, Europa, y las Américas. Tenemos el plan y los contactos con amigos. Pensamos dedicar de dos a tres meses, para cumplir el sueño, de esta aventura para hacer reportajes y escribir mi sexto libro de viajes, esta vez dedicado a África.

–¿Ha calculado cuándos kilómetros ha viajado en su vida?

–Cuando voy en el avión, para distraerme, empiezo a hacer cuentas del kilometraje recorrido, los hoteles y las camas en las que he dormido, los pueblos visitados y siempre se me atraviesa algo, y nunca concluyo la cuenta.

En la Feria de Anato 2020 con los periodistas Claudio Ochoa, Martha Díaz, Gloria Vallejo -presidente del CPB- Guillermo Romero, Soraya Zaoudi Marquez Prado de Promoción de España y el periodista Enrique Córdoba.

“YO SÍ LE HE GANADO DOMINÓ A GOSSAÍN”

–¿Cuál es la canción del maestro José Barros que más le ha gustado?

–Para bailar, “Momposina”, y de acuerdo con la historia de la canción y la letra, “La Piragua”.

–¿Le ha ganado en dominó a Juan Gossaín?

–Si, algunas veces, cuando éramos vecinos en la Avenida 19, de Bogotá, en 1976, y él vivía en el edificio Embajador y yo en el Sabana. Con Juan nos une una larga amistad. Estando mi papá, en el “campo de aterrizaje” de Lorica, abordando el avión, su mamá se lo encomendó para que lo llevara hasta el internado, del colegio, en Cartagena, donde Juan estudió por nueve años. Siempre nos vemos en Cartagena y recordamos aquellos tiempos.

–¿Qué le impresionó de Celia Cruz?

–La potencia de su voz, es un cañón. Y, su dignidad; jamás se doblegó ante Fidel. En las dos oportunidades, impuso su carácter. Joven, prefirió emigrar. Me encantó su carrera fulgurante y su ritmo de guarachera.

–¿Por qué Carmen de Bolívar está entre su música preferida?

–Es un porro, y no hay ritmo más jacarandoso y sabroso para desplazarse en una pista, con una buena pareja, que este porro de Lucho Bermúdez. El porro es nuestro jazz, da cierta libertad creativa a los músicos y es rico para bailar. 

Con sus libros de turismo, crónicas y aventuras.

–¿Por qué ha llorado?

–Por todo. Soy muy sensible, cualquier detalle familiar, un audio, una despedida, todo me emociona. 

–¿Qué le pone de mal genio?

–Muy pocas cosas: la estupidez humana y la desconsideración de un hijo ante su progenitora.

–¿Cómo le ha impactado la pandemia?

–Le he puesto buena cara. He aprovechado para ponerme al día en lecturas, organización de mis libros, series de Netflix, hablando con familia y amigos, y he matado el tiempo con la emoción que siempre experimento cuando reviso las grabaciones de mi programa, son más de 7000 horas, que conservo archivados en cajas de casetes, minidiscos, cds, y archivos mp3.

Algunas de esas entrevistas –Gerard Martin y Dasso Salvidar, biógrafos de Gabo, Víctor Soto, primer acordeonero que tocó vallenato con Escalona, en Bogotá en 1956, Sergio Méndez, David Sánchez Juliao, Cabrera Infante– las he repetido en mi programa “Cita con Caracol”, que se transmite los domingos de 1 a 2pm en Radio Caracol de Miami (www.caracol1260.com) para deleite de los oyentes.

También he mejorado mi relación con los calderos y ahora me precio de cocinar buenas lentejas y arroz con costillitas. De modo que el impacto de la pandemia, en lo emocional no ha sido un trastorno. 

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