Por Mauricio Salgado Castilla @salgadomg


Hans contempló la amplia sonrisa de Elsa, la primera que había visto en varios meses desde que comenzaron las investigaciones para producir un combustible de baja contaminación. El motor de 2,000 cm3 o 2 litros de desplazamiento funcionaba de manera regular, y las agujas de los indicadores de los sensores conectados al tubo de escape se mantenían dentro de los rangos de mínima contaminación, el equipo parecía de una película de ciencia ficción antigua, aunque era el más avanzado disponible.

Resultaba increíble que las detonaciones diarias que solían ocurrir al probar diferentes mezclas de combustibles ya no sucedieran. Tomando la planilla y su lápiz Faber Castell, de origen alemán como todo lo que tenían en el laboratorio de Stuttgart, Hans registró los datos que luego formarían parte de la presentación en acetatos para el vicepresidente de investigaciones de Mercedes Benz.

Contaban con los recursos más avanzados en 1982. Después de una hora de tener el motor del Mercedes 200 funcionando sin capó, finalmente lo apagaron satisfechos. Era el primer día en el que saldrían del laboratorio antes del amanecer, ubicado en un extremo de la planta de donde salían los automóviles reconocidos mundialmente por la icónica estrella de tres puntas.

El combustible sintético era la respuesta al embargo petrolero impuesto por los países árabes, que había provocado un aumento exorbitante en los precios. Además, ante los gritos de los ecologistas, las grandes automotrices, como Mercedes Benz, comenzaron a prestar atención por primera vez.

Han pasado 40 años y las presiones de las grandes petroleras han impedido que los combustibles sintéticos sean conocidos y producidos a gran escala para reducir las emisiones que realmente afectan el cambio climático.

Los combustibles sintéticos, también conocidos como e-fuels o combustibles electro-sintéticos, son una opción que se conoce desde hace décadas y prometen reducir las emisiones de carbono en el sector del transporte.

Estos combustibles se crean utilizando dióxido de carbono (CO2) capturado del aire y combinándolo con hidrógeno producido a partir de fuentes renovables, como celdas solares, hidroeléctricas o aerogeneradores.

El proceso de producción de e-fuels comienza con la captura de CO2 del aire mediante tecnologías de absorción. Luego, el CO2 se purifica y se combina con hidrógeno obtenido a través de la electrólisis del agua, la cual puede provenir del mar o de fuentes no potables, utilizando electricidad renovable.

Ein Besucher einer Feier zur Inbetriebnahme einer Forschungsanlage, mit der mittels «Power-to-X»-Technologien (P2X) aus Luft und Ökostrom CO2-neutraler Kraftstoff erzeugt werden kann, hat auf dem Campus Nord des Karlsruher Institut für Technologie (KIT) eine Flasche mit e-Fuel in der Hand.

La reacción química entre el CO2 y el hidrógeno produce hidrocarburos sintéticos similares a los encontrados en los combustibles fósiles convencionales. Estos hidrocarburos se refinan para obtener combustibles líquidos, como gasolina o diésel sintético, que pueden ser utilizados en motores de combustión interna sin necesitar modificaciones significativas.

Una de las ventajas clave de los e-fuels es su potencial para reducir las emisiones de carbono, ya que al utilizar CO2 capturado del aire, estos combustibles no agregan carbono adicional a la atmósfera. Esto los convierte en una opción atractiva para reducir el impacto climático del transporte.

Los e-fuels pueden ser utilizados en los motores de combustión interna existentes, lo que facilita su adopción y evita la necesidad de reemplazar o modificar drásticamente la infraestructura de transporte existente. Esto protege la inversión tanto de las personas como de las empresas.

Sin embargo, la producción de e-fuels es un proceso complejo que requiere una infraestructura especializada. Se necesitan plantas de producción que cuenten con tecnologías avanzadas para la captura de CO2 y la electrólisis del agua.

Estas plantas requieren una inversión significativa y demandan una cantidad considerable de energía renovable para llevar a cabo los procesos de captura y producción de hidrógeno. Esto representa una excelente oportunidad para un país como Colombia, donde las posibilidades de generar energía renovable son mayores que en la mayoría de los países consumidores, como Estados Unidos o los europeos.

Universidades, institutos, colegios, empresas y los gobiernos nacionales y regionales tienen una gran responsabilidad de aprovechar las oportunidades que se han abierto debido al cambio climático y ofrecer servicios y productos definitivos para mitigar sus efectos. Es esencial definir objetivos estratégicos a largo plazo y motivar la investigación y el desarrollo real.

Países como Alemania, Japón o Estados Unidos, que son grandes consumidores de «todo», especialmente de energía, son clientes ideales para estos combustibles. ¿Está Colombia preparada para suministrar combustibles no contaminantes? ¿O simplemente esperamos a que otros lo hagan mientras nuestras condiciones económicas empeoran aún más?

msalgado@xmaseducacion.com

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