Una de ellas es la más conocida, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Cambridge.

Nadie lo duda: Charles Darwin es uno de los científicos más influyentes de la historia. Con El origen de las especies (título original Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida) sentó las bases de la biología moderna al explicar cómo evolucionan los organismos mediante la selección natural. Sin embargo, con el paso del tiempo su figura se ha rodeado de frases populares, pero que él nunca pronunció ni escribió. El Darwin Correspondence Project, una iniciativa de la Universidad de Cambridge que reúne cartas, escritos y evidencias directas de Darwin— ha recopilado expresamente algunas de estas citas erróneas para aclarar la historia real.

Una de las frases más extendidas en carteles, redes sociales e incluso monumentos es “No es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que mejor se adapta al cambio”. Esta frase, atribuida a menudo a Darwin como si resumiera la selección natural, no aparece en ninguna obra ni correspondencia suya. Según Cambridge, la cita deriva de una paráfrasis usada en textos de gestión empresarial en los años 60, no de El origen de las especies.

Otra atribución común sostiene que “en la larga historia de la humanidad… aquellos que aprendieron a colaborar e improvisar han prevalecido”. Aunque encaja con la idea general de la evolución, no hay registro de que Darwin lo escribiera ni en El origen de las especies ni en El descenso del hombre. Los responsables del proyecto que han rastreado el origen de esta frase no han encontrado una fuente primaria verificable, lo que sugiere que se creó de forma apócrifa en publicaciones populares.

Hay también citas que suenan profundamente filosóficas o incluso existenciales, como la afirmación de que “el universo que observamos tiene precisamente las propiedades que esperaríamos… si no hubiera diseño, propósito, ni bien ni mal”, pero esta frase atribuida a Darwin es en realidad de Richard Dawkins, un biólogo evolucionista contemporáneo.

Algunas de las más curiosas proceden de relatos legendarios sobre los últimos momentos de Darwin. Por ejemplo, se ha publicado un supuesto testimonio donde él confiesa: “Yo era un joven con ideas desinformadas… y para mi asombro las ideas tomaron como reguero de pólvora”. Esta anécdota, que pretende describir un “regreso al cristianismo” en su lecho de muerte, fue completamente negada por los hijos de Darwin y considerada un invento de Lady Hope (Elizabeth Reid Cotton, una conocida evangelista de la época); no existe evidencia histórica de que ocurriera.

También circula una frase que presenta a Darwin cuestionando si la biología es ciencia o fe: “El hecho de la evolución es la columna vertebral de la biología… ¿es entonces ciencia o fe?”. Esta no solo no fue escrita por él, sino que en su contexto original, una introducción de Leonard Harrison Matthews, zoólogo británico, en una edición de El origen de las especies. El comentario se refiere a una teoría no probada en términos muy diferentes de cómo se cita popularmente.

Este tipo de falsas atribuciones remite a algo más profundo: la tendencia social a simplificar y “moralizar” ideas científicas complejas. Frases como “solo sobreviven los que se adaptan” suenan atractivas porque parecen ofrecer lecciones de vida o gestión, pero no reflejan con precisión la obra de Darwin ni cómo funciona realmente la selección natural. De hecho, incluso el término “supervivencia del más apto” no fue acuñado originalmente por Darwin, sino por el filósofo Herbert Spencer, y Darwin lo aceptó como sinónimo en ediciones posteriores de sus libros solo para facilitar la comprensión de sus ideas.

Corregir estas atribuciones no es un mero ejercicio académico: ayuda a preservar la integridad del legado científico y evita que se deformen conceptos fundamentales de la biología. Darwin sí dejó escritos verdaderos y profundos sobre la evolución y la naturaleza de la ciencia, pero su pensamiento merece ser citado con fidelidad, no a través de refranes modernos que, aunque populares, no forman parte de su obra.

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