Por Édgard Hozzman

“¿Por qué a un tipo tan bueno como Guillermo Díaz Salamanca, el corazón le saca tarjeta amarilla?”, me pregunté cuando supe la noticia de su impase en estos días y que lo sobrepasara con la implantación de un stent, que le dio apertura a su corriente de sangre y nos dio tranquilidad a miles de seguidores.

Locutor, comentarista, vendedor, humorista, narrador deportivo, comercializador, analista, imitador, crítico político, cantante de boleros, conductor, fiel a los amigos, creyente en Dios, trovador, bohemio, esposo y padre ejemplar y, además, productor de radio se pondría en una hoja de vida del gran Guillermo Díaz Salamanca.

Le iría muy bien como catedrático, pero más como conferencista. Lo siguen los políticos por sus comentarios, lo preguntan en las reuniones sociales, aunque no asista, Belisario Betancur lo apreciaba, Samper lo estima, Gaviria le sonríe, Uribe le guarda distancia y Santos le parece genial. Duque lo mira de reojo.

Ah, sí, se nos olvidaba, Andrés Pastrana lo puede recordar.

Lo respetan los comentaristas deportivos, lo admiran los vendedores de publicidad, los periodistas esperan sus bromas y a sus hijos les parece increíble que haga tantas imitaciones.

Pero a esta hoja de vida habría que agregarle un ingrediente: Es el mamagallista y gocetas número uno de Colombia.

En 1976 colaborábamos en Emisora Mariana en Bogotá, el padre Fernando Pajares era el director. Era un español muy serio que no aguantaba chanzas y ha llegado Guillermo Díaz Salamanca a tomarle el pelo y hacerle bromas a todo el mundo. Cuál no sería nuestra sorpresa al ver al curita soltar una carcajada.

Otra vez, para un programa con Jorge Barón se presentó Édgar Artunduaga con un saco amarillo y a cuadros. El Guillo comenzó a burlarse del atuendo y llegó un momento que el periodista, político y escritor se me acercó y me dijo: “ya estoy mamado, no sé si darle en la jeta o reírme”.

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De seguro en este momento también le acabaría de contar un chiste o de burlarse de Artunduaga. Foto Radio Santa Fe.

Y como vio que a Jorge Barón también se le burlaba y al camarógrafo y al que pasaba por ahí, entonces al opita se le calmaron su metro 80 de ira y se relajó. A partir de ese momento comprendió que el humorista era así y punto.

Seguidor fiel de la América de Cali, amante de los boleros, cantante de temas de Manzanero y de La Sonora Matancera, se le puede calificar como el hombre del millón de amigos y las mil voces. Es un hombre Ideal para programar todo tipo de música, y sobre todo de salsa, por su amor a Cali es la que más le pega en el alma.

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Un bromista de tiempo completo. Es el hombre del millón de amigos y de las mil voces. Foto RCN

El periodista Humberto Gómez Bermúdez –un bromista también—se sorprendió cuando un día caminaban por Nueva York y veía cómo mucha gente pasa a su lado y lo saludaba. Sabían quién era él. Lo mismo podía pasar en Miami o Los Ángeles.

Siempre quiso ser narrador deportivo y de hecho ha estado en mundiales de fútbol, Juegos Olímpicos, eliminatorias y decenas de encuentros donde la Selección ha estado. Trabajaba en publicidad cuando Yamid Amat organizó los viernes un programa con Juan Harvey Caicedo para hacer una tarde de relax. Alguien le dijo que el Guillo imitaba a todo el mundo, incluso a él. Para el veterano periodista aquello no podía esperar y lo mandó subir a la cabina.

¿A ver doctor Turbay qué opina de la situación actual del país?

–Evidentemente –con voz gangosa—el país pasa por un momento en que la corrupción debe ir hasta sus justas proporciones.

Yamid abrió los ojos asombrados.

–¿Doctor Gaviria tendremos paz?

-jajajaja, ciertamente –con un acento pereirano—creo que vamos por un camino, a ver, digamos que sí.

Y el director estaba asombrado. Y más cuando lo escuchó como Andrés Pastrana, el padre García Herreros, unos cinco más personajes del momento y ahí empezó lo que unos días más tarde sería “La Luciérnaga”.

Guillermo Díaz Salamanca
En sus primeros programas de La Luciérnaga, al lado de Juan Harvey Caicedo. Foto Caracol Radio.

Un día me llamó y me invitó a formar parte del equipo del programa de las tardes de la básica de Caracol para presentar temas musicales.

El Guillo es un hombre emprendedor, dinámico que se arriesga y quizá por ello también ha tenido sus impases y sus bajones, pero cuando se le encuentra siempre está con la sonrisa a flor de labios.

UNA ENTREVISTA

El 10 de septiembre del 2012 anunció que regresaría a la radio, a RCN, de donde lo sacaron sin miramientos, de donde lo juzgaron sin ton ni son, pero quienes lo contrataron sabían que tenían a un gran productor de radio. Lo llamamos y fue una charla de unos minutos que bien vale la pena recordar.

–¿Qué ha hecho todos estos meses callado?, le preguntamos.

–No he estado callado nunca.  En LA ESCALERA, dije muchas cosas y en RCN diré otras cuantas más.  Los que se tuvieron que callar fueron otros.

–¿Es usted la voz de los que sí tienen voz?

–Dios me dio un talento para imitar a algunos personajes nacionales que parecen inimitables. Yo digo lo que ellos no dicen pero que deberían decir.

–¿Le protestará a Gustavo Petro por prohibir las corridas de toros, ya que usted grababa los comerciales?

–Soy uno de los 35 mil afectados, pues mi voz durante más de diez años, fue la voz oficial de la publicidad radial de las corridas de toros. Ahora, no me digan que muchos de los que no gustan de los toros, que no andaban pidiendo boletas para ver a Pablo Hermoso de Mendoza rejonear. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

–¿Se atortola cuando le da un resfrío por miedo a perder la voz?

–Celia Cruz me enseñó en Cali que la voz se cuida tomando café negro sin azúcar. Y ella duraba hasta tres horas cantando a tope.  Pero, además, lo que más acaba la voz es el cigarrillo y el alto volumen de la música en las discotecas. Entonces, si esa es la herramienta de trabajar, pues toca cuidarla.

–En su casa lo dejan hablar o le dicen, ¿por qué no te callas?

–Cuando transmitía ciclismo en la mañana, partido de fútbol en la tarde y uno de baloncesto en la noche, llegaba mudo a la casa y me decían: ¿por qué estás tan callado?, ¿te pasa algo?

–¿Qué voces hará ahora de 2 a 5 en RCN?

–En mi lonchera para RCN van los personajes que están sonando, que siguen sonando y que seguirán sonando. Belisario está de moda, Peñalosa no se ha ido, Gaviria manda, Pastrana tiene mucho que decir, a Uribe no lo calla nadie, Samper quita y pone, Santos cada vez habla más claro, Pacho tiene muchas preguntas. Pero cada personaje tiene una ocasión y cada ocasión amerita un personaje. Los de la prensa, los de los deportes, los creados todos están actuales, vigentes y vivos.

–¿Ya tiene la voz de Timochenco?

–Pues después de oír lo que dice Escobar en la serie de TV, nada se me haría raro que Timochenko se volviera un personaje nacional y que haya que pararle bolas a la voz. Para allá vamos.

¿Usted cree que Uribe ha cambiado de voz?

–Uribe Vélez sí ha cambiado de voz, a veces parece una mansa paloma, a veces parece un feroz gruñón, otras una monja y otras puede sonar amenazante.  Uribe es blanco o es negro, pero no será café con leche.

¿Le daría miedo una voz marcial en el país?

–Cuando Fujimori gobernaba en el Perú, aquí muchos dijeron que en Colombia se necesitaba uno así. Y cuando llegó el más parecido a Fujimori, qué susto el que nos metió. ¿Se imaginan cómo nos sentiríamos con una voz marcial?

–¿Cómo será la voz de la paz?

–Todos anhelamos la paz, hemos sufrido buscándola, hemos llorado la muerte de colombianos ilustres, pero hemos sido mezquinos para perdonar. Esa es la parte grave del asunto. Y sería bueno que alguien comenzara a trabajar la parte más peligrosa de lograr la paz, el post conflicto.  ¿Qué hacer con 40 mil hombres desarmados?  ¿Y los uniformados?… ¿a jugar parqués?

–¿Su papá le pegó por arremedarlo?

–Mi papá era muy pacífico, pero algunas veces le tocó ser atlántico.

–Y del padre Anselmo, ¿qué?

–El Padre Anselmo está vivo, y con ganas de decir muchas cosas desde el nuevo púlpito.

En estos días que está “inclinado” de seguro debe seguir mamando gallo a médicos, enfermeros y a los hinchas del Deportivo Cali. Seguro que sí.

Anécdota. Jaime Ortiz Alvear, que en paz descanse decía: “¡Qué tal la de Yamid Amat, dizque mi amigo y patrocina a Guillermo Díaz Salamanca, quien gana plata a costillas mías!” Se refería a una cuña de papas fritas que había grabado Guillo, imitando al comentarista deportivo.

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