Una rutina de actividad física regular, combinada con una dieta que incluya frutas, verduras y otros alimentos saludables, podría ser la clave para que los adultos de mediana edad alcancen una salud cardiometabólica óptima en el futuro, según una nueva investigación que utiliza datos del ‘Estudio del Corazón de Framingham’ publicada en el ‘Journal of the American Heart Association’, revista de la Asociación Americana del Corazón, con sede en Dallas (Estados Unidos)
Uno de los factores de riesgo más importantes para la salud cardiovascular es el síndrome metabólico, un conjunto de trastornos compuesto por el exceso de grasa alrededor de la cintura, la resistencia a la insulina y la hipertensión arterial. De hecho, la presencia del síndrome metabólico puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes de tipo 2.
Así, las autoridades sanitarias estadounidenses recomiendan que los adultos realicen al menos 150 minutos de actividad física moderada o 75 minutos de actividad física vigorosa a la semana, como caminar o nadar. Por otro lado, las directrices dietéticas, que se actualizaron en enero de 2021, ofrecen sugerencias sobre patrones alimentarios saludables, objetivos nutricionales y límites dietéticos.
En un análisis de los datos de los participantes en el Estudio del Corazón de Framingham, que comenzó hace más de 70 años en Framingham (Massachusetts, EEUU), los investigadores examinaron los datos de 2.379 adultos mayores de 18 años y su cumplimiento de las dos directrices, tanto la física como la dietética.
Así, observaron que el cumplimiento de una combinación de las dos recomendaciones durante la mediana edad se asociaba con menores probabilidades de padecer síndrome metabólico y de desarrollar afecciones graves a medida que los participantes envejecían en su tercera edad.
“Los profesionales de la salud podrían utilizar estos hallazgos para promover y enfatizar aún más a sus pacientes los beneficios de una dieta saludable y un programa de ejercicio regular para evitar el desarrollo de numerosas condiciones de salud crónicas en el presente y en la vida posterior”, ha expresado la autora del estudio, Vanessa Xanthakis. “Cuanto antes realicen las personas estos cambios en su estilo de vida, más probable será que reduzcan su riesgo de padecer enfermedades asociadas al sistema cardiovascular más adelante”, añade.
Los participantes en el estudio fueron seleccionados de la tercera generación del ‘Estudio del Corazón de Framingham’. Estos, con una edad media de 47 años y con un porcentaje de mujeres del 54 por ciento, fueron examinados entre 2008 y 2011. Los investigadores evaluaron la actividad física mediante un dispositivo especializado conocido como acelerómetro omnidireccional.
El dispositivo, que hace un seguimiento del sedentarismo y la actividad física, se llevó en la cadera del participante durante ocho días. Los investigadores también recopilaron información dietética mediante cuestionarios de frecuencia de alimentos para medir los tipos y niveles de alimentos y nutrientes consumidos.
Así las cosas, los investigadores observaron que, entre todos los participantes, el 28 por ciento cumplía las recomendaciones tanto de las directrices de actividad física como de las dietéticas, mientras que el 47 por ciento alcanzaba las recomendaciones en solo una de las directrices.
Asimismo, los investigadores también vieron que los participantes que siguieron únicamente las recomendaciones de actividad física tenían un 51 por ciento menos de probabilidades de padecer síndrome metabólico, mientras que los participantes que seguían solo las directrices dietéticas tenían un 33 por ciento menos de probabilidades; y los participantes que seguían ambas directrices tenían un 65 por ciento menos de probabilidades de desarrollar síndrome metabólico.
“Cabe destacar que observamos una asociación dosis-respuesta del cumplimiento de las directrices dietéticas y de actividad física con el riesgo de padecer enfermedades cardiometabólicas más adelante en la vida”, ha afirmado Xanthakis. “Los participantes que cumplían las pautas de actividad física tenían un riesgo progresivamente menor de enfermedad cardiometabólica a medida que aumentaba el cumplimiento de las pautas dietéticas”, añade.
Sin embargo, todos los participantes del estudio eran adultos blancos, por lo que los resultados no pueden generalizarse a personas de otros grupos raciales o étnicos. “Se necesitan estudios adicionales con una muestra de participantes multiétnicos”, han reclamado los investigadores.
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