Por Guillermo Romero Salamanca
En una oportunidad se le acercaron unos niños a Fernando González Pacheco-Castro y le pidieron un autógrafo. El animador, muy gentilmente les firmó los papeles y les comentó: “El verdadero autógrafo, el que vale, es el de doña Gloria Valencia de Castaño”.
Eran excelentes amigos y cuando trabajaban juntos eran muy felices. Ellos sabían cómo improvisar, cómo manejar situaciones de último momento, cómo cambiar el libreto en segundos, cómo dominar ese monstruo de mil cabezas que llaman público.
Durante más de 40 años los televidentes gozaron con sus programas y aún, los más veteranos, cantan, por ejemplo, el estribillo de “Ponqué Ramo” y otros imitan la lora de Animalandia, con el estribillo de “Quiere Cacao” de Pacheco.

Doña Gloria nació en Ibagué, el 27 de julio de 1927 en Ibagué, tierra del folclor y ella, con su extraordinaria belleza, se destacó prontamente y don Álvaro Castaño la conquistó para toda la vida.
Todos los colombianos siempre la llamamos como doña Gloria. Así lo hacían también Fernando González Pacheco –el animador número uno de Colombia—y otros personajes como Jota Mario Valencia, Saúl García, Julio Sánchez Cristo, Jairo Alonso –con quien animó por más de una década las ceremonias del Concurso Nacional de la Belleza, Magda Egas, Juan Harvey Caicedo y todos los de la Asociación Colombiana de Locutores.
Pero, además, los presidentes de Colombia, ministros del despacho, embajadores, generales de la república, cirujanos, empresarios y el mundo de la cultura la llamaban con el título de “doña Gloria”.

Cuentan que por allá a finales de 1950 montó con su esposo la emisora cultural HJCK –las letras asignadas por el Ministerio de Radiodifusión de la época–, estación con el eslogan de “El mundo en Bogotá”, por donde tuvieron ante los micrófonos a lo más granado de la literatura, el arte, el cine, el teatro y la música clásica del planeta. Fueron más de cuatro décadas dedicadas a la cultura de tiempo completo.

Don Fernando Gómez Agudelo la llamó para ser la primera mujer en la televisión colombiana y el general Gustavo Rojas Pinilla quedó complacido por la altura intelectual que se le daba a ese nuevo medio con la presencia de ella.
De hecho, ella presentó el primer programa comercial, llamado “El lápiz mágico” y “Conozca los autores”, donde entrevistó a personalidades de la literatura. La primera emisión la realizó con el poeta y pensador León de Greiff, entrevista que fue guardada como documento fílmico y de valor cultural único en el país.
Otro de sus recordados programas fue “Por los caminos de la Patria” con la programadora Punch Televisión. Luego fue la conductora para RTI Televisión de espacios como “El Precio es correcto”, “Estudio Uno” y el famosísimo “Cumpleaños Ramo”.
El estribillo de “Feliz cumpleaños amiguito (a) le desea Ponqué Ramo”, de don Rafael Olano, se convirtió en el himno en las reuniones familiares.
Todas las programadoras de televisión deseaban que ella estuviera en su nómina. Por eso la llamaron de Caracol, RCN y Cenpro, entre otras. Ella era seguridad de anunciantes y de audiencia.

Quizá el programa que más recuerdan los colombianos de ella fue “Naturalia”, un espacio en el cual mostraba la belleza de las selvas, los animales del África y las profundidades de los mares. Los domingos a las siete de la noche, decenas de televisores se prendían para ver –en blanco y negro—la maravilla de la naturaleza y escuchar al final la trillada frase de doña Gloria: “Lástima que la televisión no sea a color”.
Quedaron para la historia las famosas entrevistas con el investigador y oceanógrafo francés Jacques-Yves Cousteau. “Natualia” es uno de los espacios con récord en Colombia: se emitió, todos los domingos, entre 1974 y 1993.

Doña Gloria habló de cultura, música, arte, literatura, pero también de moda y fue la primera mujer que explicó lo que era la belleza colombiana y de hecho entrevistó y aconsejó a decenas de mujeres que buscaron en esos años el cetro en el Concurso Nacional de Belleza.
Sus enseñanzas fueron apropiadas con altura por sus hijos Rodrigo y Pilar.
Ella recibió todos los homenajes, medallas, condecoraciones y premios de más alta categoría no sólo del país sino de distintas agremiaciones mundiales.

En la década de los sesenta –cuando el rock hacía sus primeros indicios—doña Gloria montó la primera discoteca de ese género en Bogotá: La Bomba donde agrupaciones como los Young Beats, Los Flippers y Los Speakers mostraron sus dotes para el twist y la música go-go.
Ella escribió a la perfección cómo se manejan los medios de comunicación. Con una sonrisa por el deber cumplido marchó al cielo de los poetas el 24 de marzo de 2011 y en su tumba debe estar el epitafio: “Doña Gloria, la Primera Dama de la televisión de Colombia”.
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