Las actividades cotidianas a menudo requieren creatividad para encontrar diversas soluciones.

La salud mental y física se ven comprometidas debido al desgaste del día a día. Sin embargo, un método para cuidar de ambas partes reside en prácticas que subestimamos: las actividades creativas.

Más allá de ser un simple pasatiempo, la creatividad es una poderosa herramienta con un impacto profundo en nuestro cerebro y cuerpo.

¿Cómo impacta la creatividad en nuestra salud mental?

La creatividad no sólo ayuda a obtener respuestas positivas ante los diversos retos en distintos contextos como el trabajo o las escuelas. También tiene el potencial de promover el bienestar cognitivo, emocional, físico y social de personas de todas las edades, de acuerdo con un estudio publicado en Journal of Creativity.

Además, una reciente encuesta de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) reveló que cerca de la mitad (46%) de los estadounidenses utilizan actividades creativas para aliviar el estrés o la ansiedad, y aquellos que califican su salud mental como «muy buena» o «excelente» tienden a participar en ellas con mayor frecuencia.

Aunque cada caso podría tener diferentes matices, las personas de cualquier edad han reportado los siguientes beneficios para la salud mental:

  • Regulación emocional: la creatividad influye en cómo gestionamos nuestras emociones. Se ha demostrado que actividades como el dibujo pueden ayudar en la recuperación emocional, especialmente las estrategias de «desahogo» (expresar emociones a través del arte), las cuales pueden conducir a una recuperación emocional más profunda y duradera que la simple distracción.
  • Flexibilidad cognitiva: la creatividad está vinculada a una mayor flexibilidad mental.
  • Conectividad social: fomenta la conexión con otros.

La repercusión positiva más importante es la activación cerebral. La participación en artes creativas, tanto activa (creando) como pasiva (observando, escuchando), consistentemente activa circuitos neuronales implicados en la regulación emocional adaptativa. Esto incluye la corteza prefrontal medial (mPFC) y la amígdala.

De hecho, un estudio publicado en Frontiers exploró estos mecanismos, hipotetizando que la creatividad y la regulación emocional comparten vías neuronales comunes que involucran a la mPFC y la amígdala.

¿Cuáles son los beneficios de la creatividad para nuestro cuerpo?

El impacto de la creatividad no se limita a la mente; también se extiende al cuerpo, y mejora la salud física:

  • Reducción del estrés y mejora del equilibrio autonómico: las actividades creativas diarias, como la producción de arte, pueden mejorar los marcadores de salud, incluyendo los patrones diurnos de cortisol y el equilibrio autonómico, lo que se traduce en una mejor calidad de vida. Se ha demostrado que la creación artística reduce significativamente los niveles de cortisol, independientemente de la habilidad previa del individuo.
  • Modulación de respuestas fisiológicas: la musicoterapia, por ejemplo, ha demostrado ser efectiva en la mejora de signos vitales, la demanda de oxígeno miocárdico y la reducción de la ansiedad después de infartos agudos de miocardio, de acuerdo con un estudio publicado en Frontiers. También puede mejorar el tono parasimpático y reducir los niveles de catecolaminas y citoquinas en pacientes mayores con enfermedades cardiovasculares y demencia.
  • Plasticidad neuronal: la participación en tareas creativas estimula redes cerebrales interconectadas y puede fomentar la adaptabilidad neuronal. Existe un vínculo entre la capacidad creativa y la expresión de genes asociados con la plasticidad sináptica, lo que sugiere que las artes creativas podrían promover la reorganización neuronal, siendo beneficioso en entornos de rehabilitación.

¿Cómo estimular la creatividad para mejorar el bienestar?

Estimular la creatividad es un proceso accesible para todos, independientemente del nivel de habilidad. Una de las vías para alcanzar los beneficios de la creatividad es la participación activa.

Crear arte mejora la conectividad funcional en la red de modo predeterminado (DMN) del cerebro, una red asociada con procesos cognitivos como la introspección y la autoconciencia, según el mismo estudios de Frontiers.

La exposición pasiva al arte, como ver imágenes o escuchar música, también activa la mPFC, involucrada en la apreciación estética y la regulación emocional.

Otras actividades para conseguir los beneficios incluyen:

  • Escuchar música: El 77% de los encuestados por la APA lo usan para aliviar el estrés.
  • Resolver acertijos: Un 39% de los encuestados reportó esta actividad.
  • Cantar o bailar: El 25% utiliza estas formas de expresión. La terapia de movimiento de danza (DMT) es efectiva para reducir la depresión y la ansiedad.
  • Dibujar, pintar o esculpir: El 24% participa en estas artes visuales.
  • Artesanía (Crafting): Un 19% recurre a manualidades.
  • Escritura creativa: El 16% de los encuestados la elige.
  • Otras actividades como tocar un instrumento (13%), asistir a conciertos (15%), visitar museos (9%), jardinería o cocinar (11%) también son populares.

No es necesario ser un artista profesional; la clave es la exploración y el procesamiento de emociones a través de la expresión creativa. Estas actividades pueden ser perseguidas como pasatiempo personal, en un aula o mediante una intervención terapéutica formal.

La capacidad de nuestro cerebro para sanar y adaptarse a través del arte subraya una verdad fundamental: la creatividad no es solo un lujo cultural, sino una necesidad vital. Integrar las artes en nuestra rutina diaria puede ser una estrategia poderosa y accesible para navegar los desafíos de la vida, fomentando una mente más resiliente y un cuerpo más sano.

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