Por Guillermo Romero Salamanca www.sentirvallenato.com

El 19 de enero de 1970 la vida de Camilo Namén Rapalino cambió por completo. Estaba en el norte de La Guajira y recibió dos días después del suceso, la trágica noticia: su padre, Felipe Namén había fallecido.

No lo podía entender. Preguntó qué había sucedido y entre lágrimas escuchó como ese fatídico día, hacia las seis de la tarde llovía en su natal Chimichagua. Su padre salió de un billar y fue llamado por un amigo al otro lado de la vía. 

Corrió su encuentro, pero entre el barro, la lluvia y los charcos no vio un hueco, cayó allí y se fracturó una pierna, comenzó a sangrar, lo llevaron un camión hasta Valledupar, pero la lluvia, una carretera en pésimo estado y varios inconvenientes, hizo que llegaron al centro asistencial con 10 horas de retraso. No pude salvarle la vida a don Felipe.

Camilo Namén regresó a Chimichagua, con su hermano José Ismael comenzó a tomar licor con el fin de apagar su pena. En medio de la nostalgia escuchando a lo lejos la canción interpretada por Piero, “Mi viejo”. 

Camilo Namen y su padre. Foto El Pilón.

Les dolía, como era lógico, pero más porque había fallecido relativamente muy joven. Tenía tan sólo 54 años.

Vino entonces la inspiración y nació “El gran amigo”. “Tan bueno y tan noble como era mi padre”, escribió y en un rato más compuso la canción.

En la novena noche de velorio tomó valor y la cantó frente a los asistentes, entre ellos, su madre y sus 8 hermanos.

“El gran amigo” comenzó a tomar popularidad en velorios y en fiestas de los padres. 

En 1972, Jorge Oñate con Los Hermanos López grabó el álbum titulado “El Jardincito”, en el cual también había otro hit: “Amor sensible” de Freddy Molina, pero en realidad el gran éxito de ese trabajo discográfico se lo llevó “El gran amigo”.

El tema se extiende como sentimientos a todos los hijos que pierden a sus padres y es un canto obligado en las despedidas a la salida de una iglesia o en un cementerio en muchas partes del país.

En diversas parrandas de Diomedes Díaz, Beto Zabaleta, Silvestre Dangond Y Juancho De La Espriella, Peter Manjarrés la han interpretado, pero, además, le han hecho versiones en salsa y en música regional mexicana.

Además de “Mi gran amigo”, Camilo Námen ha compuesto más de cien canciones, de las cuales unas 80 han sido grabadas. 

Jorge Oñate, uno de los intérpretes de «El gran amigo».

En el homenaje que le hicieron en la Sociedad de Autores y Compositores, Sayco, los directivos recordaron que existían en su catálogo temas como “Recuerdos de mi pueblo”, “Recordando mi niñez”, “La ceiba del puerto”, “Las cañas de mi vieja”, “De la misma manera”, “Encuentro con el diablo”, entre otras.

Pero reconoce que “Mi gran amigo” es la más reconocida, aunque la que más quiere él, es la que le escribió a Chimichagua.

Han pasado 50 años de la grabación que le hizo Jorge Oñate con los Hermanos López, sigue cantando el tema, pero, además, mostrando sus capacidades histriónicas como humorista.

“Mi gran amigo también simboliza a todos los padres amorosos que hay en el mundo, por eso me alegra que, en la Fiesta del Padre, en los velorios o en las despedidas en cementerios se les recuerde con cariño”, agregó.

“Yo me veía diez veces con mi papá y diez veces nos abrazábamos y nos besábamos. Eso fue un amor infinito”, comentó en una entrevista para Radio Nacional.

Camilo tuvo la oportunidad de tener un conservatorio en Barranquilla con Piero, intérprete de la balada “Mi viejo”, porque el autor es el periodista José Tcherkaski. “Si yo escribí una canción a un ser que todavía estaba vivo, pues es más complicado hacerla cuando ya ha fallecido y se hace como despedida”, comentó.

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