Por Gilberto Castillo – miembro Academia de Historia de Bogotá.

Definitivamente la India Catalina, la misma que está en la ciudad Heroica, no era ni como la pintan, ni como la esculpen. Nadie se ha puesto de acuerdo sobre su fisonomía. Algunos dicen que es bajita y regordeta, otros que de buenas formas y algo espigada. El primer en darle forma fue el maestro Héctor Lombana para que fuera símbolo festival de cine de Cartagena en 1760, luego, en 1974, fue esculpida para monumentos por el maestro Eladio Gil quien dijo que para acercarse a su apariencia, usó como modelo una mujer nativa de su etnia con los senos desnudos.

Lo que sí es cierta, es su historia. Nació hacia 1509 en cercado de Zamba, hoy Galerazamba, sitio ubicado a sesenta kilómetros de Cartagena. De allí siendo casi niña fue secuestrada por el Conquistador Diego de Nicuesa llamado lechuguillo, por su refinamiento exagerado. De Nicuesa la trae a Santamaría la antigua del Darién, donde la deja al cuidado de Vasco Núñez de Balboa fundador de la ciudad, cuando es arrojado de la ciudad, por reclamar conquistas que no le pertenecían.

Catalina permanece algún tiempo en la ciudad, pero al mostrar una amplia inteligencia para los idiomas, la religión y amor por las costumbres españolas, es enviada a Santo Domingo (hoy República Dominicana) donde es educada y refinada por monjas. En edad adulta pide benevolencia para venir a la costa caribe para sembrar entre su pueblo el amor por la región y las costumbres españolas. Cuando Pedro de Heredia solicita un traductor de lenguas indígenas le hablan de ella y viene a buscarla.

Al encontrarla, se lleva la sorpresa de una india muy españolizada y hábil para los negocios, pues le pide que a cambio de su trabajo le de un porcentaje del tesoro conquistado, sin quitarle nada de lo que a ella le den sus súbditos porque es una princesa zamba.

Hecho el pacto ella ingresa delante de las tropas conquistadoras y le pide a las mujeres que no dejen que sus hombres los ataquen pues traen progreso y un dios muy poderoso. Solo busca que sean tan sofisticadas como ella y se exhibe orgullosa.  De esta manera los temibles guerreros Caribe, jamás vencidos por español alguno, son entregados en bandeja de plata al conquistador.

Su relación posterior con Heredia no fue fácil: sirvió como testigo contra él en el primer juicio que le siguió la Corona por desmanes, luego a manera de protección, se casó con el sobrino del fundador de Cartagena, Alonso Montañez y con él se vino a Sevilla, donde al parecer tuvieron familia.

¿Dónde Murió Catalina?, es algo que aún no se sabe. Alguna vez se habló de una casa que se identificaba como la misma donde vivió con su marido en Sevilla o en Segovia donde al parecer también estuvo la pareja. A pesar de la primera parte de su historia, verídica, falta mucho por saber sobre esta mujer que aún inquieta a historiadores.

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