La industria de la moda, una de las más contaminantes a nivel global, enfrenta un cambio drástico motivado por la urgencia de reducir su impacto ambiental. Según las Naciones Unidas es reconocida por generar cerca del 10% de las emisiones mundiales de carbono y consumir el 20% del agua a nivel global, por lo que esta industria está adoptando prácticas más sostenibles y cercanas a la economía circular.

Esto marca un cambio evidente que va del consumo rápido a la responsabilidad consciente. La transformación se refleja en nuevas formas de producción y consumo que privilegian la reutilización, el upcycling y el intercambio de ropa. Marcas reconocidas y emergentes, así como plataformas digitales especializadas en prendas de segunda mano, apuestan cada vez más por tejidos reciclados y por darle una segunda vida a las prendas, logrando la disminución de los residuos textiles.

Por ejemplo, marcas como Bohío Playa se destacan por su modelo de sostenibilidad integral, dado que esta es una empresa certificada como Empresa B en el sector textil, lo que valida su compromiso con la generación de un impacto positivo en lo social, lo ambiental y lo económico. Así mismo, se encuentra Cíclico que si bien empezó trabajando con algodón recuperado y PET reciclado, ya ha incorporado nuevos tipos de materiales que incluyen tintes naturales y telas fabricadas a partir del reciclaje de residuos de café, entre otros.

“2025 es el año del consumo sostenible de moda. Ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una necesidad marcada por la urgencia ambiental y la creciente exigencia de los consumidores que buscan coherencia entre sus valores y sus decisiones de compra. La moda circular ya domina la escena con diseñadores y marcas explorando técnicas creativas y sostenibles como el upcycling”, explica Bárbara Fernández, coordinadora del Grado en Diseño y Creación de Moda de la Universidad Europea.

En Colombia, también se hace visible esta tendencia. Según la Cámara de la Industria Textil y de Confección, en 2022 se reciclaron 120.000 toneladas de residuos textiles, un incremento del 10% respecto al año anterior. Además, diversos países impulsan regulaciones para gestionar el destino final de las prendas, lo que fomentan una cadena de valor más ética y sostenible.

“La transición hacia prácticas más sostenibles implica un cambio radical en la cadena de suministro, la logística y la estrategia comercial, algo que muchas marcas aún no están dispuestas a asumir” explica Bárbara Fernández.

Aún así, la revolución textil avanza progresivamente, y su éxito depende de la colaboración entre industria, ciudadanía y autoridades. Las prendas del futuro no se medirán tanto por su diseño o marca, sino por su capacidad de durar, y transformarse más allá de su primer uso. Sin duda, en esta nueva era de la moda, cada prenda merece una segunda oportunidad. 

En este sentido, el consumidor tiene mucho que decir: “La percepción del consumidor respecto a la sostenibilidad en la moda ha experimentado una transformación profunda, impulsada por una mayor conciencia ambiental, el acceso a la información y la presión social por un consumo más ético. Al principio, la sostenibilidad en la moda era vista como un nicho reservado para marcas pequeñas y alternativas, pero con el tiempo, los consumidores han comenzado a exigir a las grandes marcas compromisos reales con el medioambiente y la responsabilidad social” explica la experta en moda.

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