La siesta siempre ha gozado de buena imagen por los efectos beneficiosos que trae ese breve sueño en mitad de la jornada. Un estudio demostró que una siesta de 26 minutos puede incrementar el rendimiento en un 34 % y el estado de alerta en un 54 %. Sin embargo, esa necesidad de dormir después del almuerzo, además de reparadora, puede ser un indicio de una probable enfermedad del sueño.

En términos generales, se puede decir que una persona que ha descansado bien es aquella que “se despierta con facilidad, no siente cansancio al levantarse de la cama, tiene la suficiente energía y disposición para afrontar el día, y no tiene necesidad de tomar siestas ni buscar ayudas como el café o las bebidas energizantes”, comenta la Dra. Sandra Viviana Muñoz, epidemióloga de Coomeva Medicina Prepagada.

El sueño es una actividad fisiológica a la que las personas dedican alrededor de un 30 % de su vida. Dormir el tiempo suficiente con un sueño de calidad es vital para la salud porque contribuye a regular procesos inmunológicos, metabólicos, neuronales, además reparar la energía y consolidar la memoria. Para la doctora Muñoz, los trastornos del sueño pueden pasar desapercibidos porque a menudo se ignora sus implicaciones para la salud. A corto plazo, produce agotamiento, disminuye la concentración y la memoria; lleva a tener menor disposición para afrontar el día a día, cambia la expresión corporal, se tiene menos tolerancia para diferentes situaciones cotidianas y hasta perjudica la forma en la que otras personas nos perciben y cómo nos relacionamos con ellas. Pero a largo plazo, las implicaciones de dormir mal son aún mayores.

“A largo plazo, un sueño deficiente aumenta el riesgo cardiovascular, el riesgo de infartos cardiacos y cerebrales, puede acelerar la demencia, podrían hacer que una persona no entienda, no comprenda, no memorice, y tenga que dejar su estudio o, peor aún, su trabajo”, advierte la especialista de Coomeva Medicina Prepagada.

Cuánto debemos dormir

El tiempo varía de persona a persona, pero la fisiología del sueño indica que, en promedio, se necesitan 7 horas de sueño las necesarias. También hay variaciones según la etapa de la vida. “Un adolescente aumentará fisiológicamente su requerimiento de tiempo de sueño, y un adulto mayor lo disminuye”, señala la doctora Muñoz. Si, de vez en cuando, se toma una siesta, el especialista recomienda que su duración esté entre 20 y 30 minutos

Recomendaciones para conciliar un buen sueño

Según la experta de Coomeva Medicina Prepagada, existen factores externos que podemos manejar para lograr una buena higiene de sueño, entre ellos:

  1. Acostarse siempre más o menos a la misma hora
  2. Propiciar un ambiente cálido, con poco ruido y baja luminosidad
  3. Sacar la televisión de la habitación y desconectarse de las pantallas en general al menos 1 hora antes de acostarse
  4. No hacer ejercicio en las 2 horas previas
  5. No hacer comidas copiosas o con mucho aporte calórico en las noches
  6. Pasar a la cama solo en el momento de sentir el deseo de dormir, no antes, así predisponemos a nuestro cerebro a que es hora de descansar
  7. Evitar el consumo de alcohol y de bebidas energizantes
  8. No dormir durante el día

Si no logramos conciliar el sueño pasados 15 o 20 minutos, lo mejor es salir de la cama y retomar la rutina desde el principio, pues si no el calor y el estrés por no dormirse no permitirán que llegue el sueño. Sin embargo, estas medidas no solucionan problemas biológicos que se estén presentando y que llevan a un mal sueño, como la apnea del sueño, que se produce cuando el paciente tiene lapsos sin respiración mientras duerme. “Se calcula que solo un 10 % de las personas con enfermedades del sueño consultan al médico, un cifra muy preocupante. El insomnio y, en general, no tener un sueño reparador es una enfermedad seria que no se arregla con siestas”, concluye la especialista.

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