«Por la repentina muerte de mi querido padre estoy llamada a asumir los deberes y responsabilidades de la soberanía. Mi corazón está demasiado lleno para decirles hoy algo más, que trabajaré siempre, como lo hizo mi padre a lo largo de su reinado, para promover la felicidad y la prosperidad de mis pueblos, extendidos por todo el mundo»
Princesa Isabel, 8 de febrero de 1952
Uno de los acontecimientos del presente siglo que más ha impactado a gran número de personas es la muerte de la Reina Isabel II de Inglaterra en momentos en que el mundo tiene grandes retos, cambios y tribulaciones como lo son el cambio climático, las múltiples guerras y una pandemia que todavía no es controlada en su totalidad ni a nivel de la salud o en el impacto económico que ha causado.
Una vez muere una persona empezamos a analizar lo bueno, malo o feo que esta hizo.
En el caso del presente artículo es relevante mencionar como una tradicional monarca, 70 años de reinado, es homenajeada a nivel mundial por sus innumerables acciones y decisiones que como bien dijo en un discurso previo a su coronación, eran las de promover la felicidad y la prosperidad a nivel mundial.
Sin duda fue una persona con gran poder e influencia pero que lo ejerció y reino con mesura, inteligencia y liderazgo, anteponiendo el interés y bien común al propio, pero manteniendo su posición.
Contrasta con las acciones de poder que ejecutan otros aparentes y mal llamados líderes, en un número cada vez mayor de países, quienes buscan, mediante falsas y demagógicas promesas, tener el poder para usufructo y beneficio individual a costa de una sociedad llena de necesidades, vacía de conocimientos y deseosa de venganza como forma de obtener justicia en respuesta a malas acciones percibidas o recibidas.
Pero, como reza el dicho para la verdad el tiempo y para la justicia Dios, poco a poco se empiezan a invertir los papeles y a vislumbrar la realidad de los hechos. Como ocurrió en el pasado, donde algunos dueños del poder olvidaron su misión moral y social como fin del mismo, y permitieron que otros aprovechan esto para tomarlo apoyados por promesas y discursos demagogos. Como ejemplo podemos citar entre ellos la REVOLUCIÓN FRANCESA con la caída y muerte del Rey Luis XVI, o la REVOLUCIÓN RUSA y la consecuente caída del Zar Nicolas II y su familia.
Con el transcurrir de los años, estos aparentes beneficiarios, no han recibido lo prometido, por parte de los nuevos cabecillas oportunistas dueños del poder y carentes de valores, cuyo egoísmo, engaño y falta de grandeza unidos a una falta de esfuerzo individual y colectivo, perseverancia, colaboración y emprendimiento, elementos que han hecho grande a la naturaleza humana, no se dan.
Aunque hay muchos elementos culturales, políticos, ancestrales etc. hicieron que esta monarquía en Inglaterra continúe, un factor determinante que permitió que esto sucediera, fue la actitud, personalidad, carácter, visión y misión que adoptó y le imprimió la reina Isabel II siendo protagonista permanente como líder, mujer, reina, esposa, madre y miembro de una sociedad cambiante en el tiempo, durante un poco más de setenta años. Además, participando discreta pero activamente en los asuntos pertinentes a su país, a la mancomunidad (Commonwealth) conformada por 54 países y en los del mundo en general.
Ella recibió, entendió y ejerció el poder de una manera diferente, más humana, holística y en beneficio de una gran comunidad de naciones y personas.
Sin duda la reina Isabel II es una silver a imitar.
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