
Por Mauricio Salgado Castilla @salgadomg
La curva era más cerrada de lo esperado, Alberto giró el volante con fuerza y aceleró el BMW M3, esperando mantenerse sobre el asfalto. El diferencial autoblocante actuó y el auto salió disparado fuera de la carretera, no había ningún sistema electrónico, ni computadora que corrigiera el error humano. Corría el año 1986.
En enero de 1886 se expidió la primera patente de un vehículo con motor de combustión interna, el Benz Patent-Motorwagen, construido por Karl Benz. Desde entonces, los autos han sido protagonistas de incontables historias. Algunas emocionantes, otras trágicas, pero todas profundamente humanas. Para muchos, los vehículos son una fuente inagotable de emociones y memorias.
Me declaro un entusiasta de las máquinas. Me apasionan los cohetes, los trenes, los barcos, los aviones, y con especial atención, los vehículos. Sé que muchos sienten lo mismo, y por eso quiero compartir una serie de artículos dedicados a vehículos que han dejado huella. No me enfocaré tanto en los modelos nuevos, sino en aquellos que han sido verdaderamente trascendentes. Aquellos que, más allá de su función utilitaria, han despertado sensaciones profundas, aprovecho para hacer conexión con el podcast de ShineAuto donde ampliamos el mundo de los vehículos y su cuidado.
En esta ocasión, el tema será el BMW E30 M3, que entró en producción exactamente cien años después de aquella primera patente, entre 1986 y 1992. Este modelo marcó toda clase de récords y dejó una estela imborrable de emociones.
Durante aquellos años, la Guerra Fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos dominaba la agenda global. Alemania seguía dividida por el muro de Berlín, que caería finalmente el 9 de noviembre de 1989. En esa época, los autos más avanzados apenas comenzaban a usar inyección electrónica y algunos pocos incorporaban frenos ABS. No existían aún controles de tracción, ni suspensiones activas, ni pantallas. Todo dependía del conductor.

En ese entonces, uno de los autos más rápidos que se podían comprar —sin considerar Ferrari o Porsche— era el BMW E30 M3. Aceleraba de 0 a 100 km/h en 6.5 segundos, con un motor de cuatro cilindros y 2.300 cc que generaba 200 hp.
Para ponerlo en contexto:
- El Porsche 911 Carrera 3.2 de ese mismo año, con motor de seis cilindros y 3.200 cc, entregaba 231 hp y llegaba a los 100 km/h en 5,6 segundos.
- El Mercedes-Benz 190E 2.3-16, con motor de 2.300 cc, producía 185 hp y alcanzaba los 100 km/h en 7,5 segundos.
- El Ferrari 328 GTB/GTS, con motor V8 de 3.200 cc, generaba 270 hp y hacía el 0 a 100 en apenas 5,5 segundos.
Los competidores de los Estados Unidos de la época eran:
- El Ford Mustang GT 5.0, con motor V8 de 5.000 cc, producía 225 hp y aceleraba en 6,2 segundos.
- El Chevrolet Camaro IROC-Z, con motor V8 de 5.700 cc, ofrecía también 225 hp y alcanzaba los 100 km/h en 6,5 segundos, a pesar del mayor tamaño del motor.
A finales de los 80 un auto con de 200 hp era un monstruo que requería habilidades al manejar, la forma de tomar las curvas, saber dónde acelerar y hasta frenar exigía entender lo que se hacía.
Nacido para las pistas pero que se puede usar en el día a día, El BMW E30 M3 de 1986 fue el resultado de una búsqueda obsesiva por la perfección, tanto en pista como en el alma de los ingenieros de Motorsport. Desde su origen, el M3 encarnó la idea de optimización total para el deporte motor, combinando rendimiento puro con una resonancia emocional única, el M3 es un auto de carreras que se vendió al público tal cual.
Concebido para dominar las pistas, el M3 fue desarrollado por BMW Motorsport con una ingeniería que respiraba alto desempeño. Su motor S14, de cuatro cilindros en línea y 2.300 cc, de aspiración natural, era una evolución del motor M10 con culata de cuatro válvulas derivada del BMW M1 (proyecto que involucró incluso a Lamborghini). Este propulsor, compacto y capaz de girar a más de 7.250 rpm, producía 200 hp de manera suave sin los sobresaltos de los turbos de la época, que la propia BMW ya conocía muy bien a partir del motor que usaron en el equipo de F1 Brabham. Que gano con Nelson Piquet en 1983. Todo esto en un chasis que apenas superaba los 1.200 kg.
Hoy en día uno de esos M3 bien cuidado es más costoso que sus rivales de la época incluyendo los Porsche y los Ferrari.
El rival discreto
En paralelo, su principal rival era el Mercedes-Benz 190E 2.3-16, y más tarde el 2.5-16. Este sedán deportivo de cuatro puertas tenía un enfoque más elegante y menos visceral. Con un motor desarrollado por Cosworth, ofrecía 185 hp.
En cifras, era un rival digno, pero en pista y en sensaciones, el BMW M3 solía imponerse. Más rápido, más liviano y más ágil. El Mercedes evocaba elegancia y magia sutil. El BMW, agresividad, precisión y pasión.
Agradezco cualquier comentario, aporte o precisión que quieras compartir,
puedes escribirme a shineauto@gmail.com.
También puede leer: