Hernán Alejandro Olano García.
En 1942, el profesor M. J. Rivero, ingeniero agrónomo y jefe del Departamento de Floricultura de la Universidad Nacional de Colombia, realizó el estudio más completo acerca del cultivo del Olivo en el Departamento de Boyacá, que está circunscrito a la región de Leiva, Sáchica y Sutamarchán, donde se encuentran diseminados cerca de 10000 árboles en diverso estado de desarrollo.
Se dice que, a Colombia, los primeros árboles de olivo llegaron en 1608, traídos por los frailes dominicos a Villa de Leyva precedidos por los llegados a Perú en 1560.
Según se ha referido, las plantaciones más antiguas se situaron en «Olivar», una finca de propiedad de la familia Umaña Bernal, que, de acuerdo con informaciones recogidas, fueron sembrados por José María Gutiérrez de Alba hace más de 150 años, cuando, remontando el río Magdalena en 22 burros, llegaron, procedentes de Sevilla (España), los primeros árboles a los huertos más antiguos que existen en la región.
Esa plantación, en otras épocas fue la más notable por su extensión y el número de árboles que contenía; de esta plantación original no quedan muchos árboles, que de pasar de mostrar gran vitalidad y lozanía hace 80 años, ahora están perfectamente abandonados, llenos de musgos, líquenes, etc., sin los cuidados culturales adecuados ni merecer atención las cosechas escasas que producen.
Posteriormente, en la región, los árboles fueron reemplazados para realizar siembras de trigo, que dejaron cansadas las tierras, volviéndolas improductivas para la agricultura, pero ahora productivas para la construcción.
Como lo refiere la Granja Olivanto en su historia, entre los años 1950 y 1960, “entidades del gobierno, buscando sustituir las importaciones de aceites para el consumo humano, adelantaron durante más de 10 años un programa de aclimatamiento y experimentación de unas 42 variedades de olivo, en Villa de Leyva. Para ello el destacado olivicultor español doctor Enrique Del Campo asesoró a los expertos agrícolas Roque Forero y Felipe Sánchez”.
Lamentablemente este interesante programa se suspendió, “sin embargo, se logró comprobar la adaptación y buena producción de las variedades Picual de España, Cordivil y Passareira de Portugal; también que otras variedades promisorias fueron: Madural G3 y Cobrancosa de Portugal y Ascolana de Italia. Además, se logró constatar que una variedad de las ya existentes, con la característica especial de tener el tronco de color amarillo claro, y que fue denominada Vileyva rinde buena producción”.
Villa de Leyva, ubicada a 2200 metros sobre el nivel del mar y temperatura promedio de 19 grados centígrados, hicieron que las condiciones climatéricas de esta zona, junto a Sáchica y Sutamarchán, así como sus zonas arcillosas, ha encontrado en el Valle de Leyva y Samacá (Subregión del Altiplano Cundiboyacense), hicieron que la luminosidad de la zona y el aire seco, permitieron el nacimiento de los árboles, aunque sin fecha definida de productividad de la aceituna.
El ingeniero Rivero, especificó en su informe de 1942, que la especie del aceituno villaleyvano no se podría precisar muy bien y, que la fructificación de los olivos de la región, aunque profusa, se ha compuesto de numerosos racimos de flores, de tamaño muy pequeño y de color blanco verdoso. Agrega el estudio que “haciendo un examen minucioso sobre la formación de las flores, se observa que hay muchas flores perfectas y muchas imperfectas, faltando a estas últimas los estambres; en algunas flores que tenían el androceo y el gineceo completos, observé la falta de maduración del polen, manifestado en forma de aglutinamiento del polen, acompañado de una defectuosa deficiencia de las antenas”.
Y agrega: “Admitiendo que la producción actual no es alta (sigue siendo así 80 años después del estudio citado), ello debe atribuirse a desconocimiento completo de los sistemas culturales; podas, riegos en los momentos oportunos, y más que todo a la creencia generalizada en la región de que el olivo para producir requiere las tierras pésimas, lo cual es perfectamente absurdo…”.
El artículo 322 de la Ley 1955 de 2019, “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad”, Plan Nacional de Desarrollo comprometió al Gobierno Nacional a plantar 180 millones de árboles, pero, el proceso de restauración ecológica nacional es el legado más importante que podemos dejarle a las nuevas generaciones y, es la única manera de sembrar paz.
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