Por Melba Arias

A manera de Prolegómeno

I

Este libro no está escrito con estilo que siga corriente alguna, o que se ajuste a reglas exigidas por los grupos que conforman el género literario (novela, cuento, drama, poesía, tesis, narrativa). Pero por su contenido instructivo que ofrece información sobre un aspecto concreto en el área de la Historia, podría catalogarse como Ensayo Didáctico.

Su modelo de estructuración formal y temática, así como el fin que persigue, establece un esquema coherente entre el Título de la obra y su contenido, que informa con claridad sin otra pretensión más allá de relatar las principales acontecimientos de cada período en que el libro está subdividido. Luego, no pretende la evidencia de estar inscrito en corriente o género literario alguno.

No va en contra del sexo masculino en concreto o específico, pero sí, cuestiona un sistema que desde su implementación, ha subvalorado, ignorado y violentado todo lo femenino, hasta la actualidad.

  • No defiende ninguna ideología de derecha, centro o izquierda, pero sí, es político en su más amplio sentido, porque todo lo que afecta a las mujeres (50% de la población), repercute también en el otro 50% de la humanidad. Kate Millet, así lo expresó en su célebre frase “Lo personal, lo femenino es político en contexto”.
  • No transmite un perpetuo sollozo por su oscuro y doloroso pasado, pero sí lo revive objetivamente.
  • No se opone a los principios de ninguna religión o creencia, pero sí desaprueba a sus misóginos intérpretes y predicadores (talibanes, clérigos, prelados, pastores, rabinos, sacerdotes, papas, jerarcas, patriarcas).
  • No está matriculado en ninguna de las 17 corrientes actuales del feminismo mundial, pero sí está de acuerdo con algunos de sus planteamientos y batallas, como la defensa del medio ambiente, la igualdad salarial, la no trata y violencia contra las mujeres, o la injustificada pobreza en contraste con los monopolios capitalistas.

En cambio, considero que en el libro existen atributos por los cuales valdría la pena leerlo y consultarlo.

En un primer sentido, por ser una voz de inconformismo, de rabiosa aflicción ante el menosprecio a que fueron y son sometidas nuestras ascendientes y actuales congéneres; de asco por las humillaciones y gestas que debieron librar para alcanzar sus derechos, los cuales por el solo hecho de ser ellas humanas, eran y son inherentes a su dignidad.

En un segundo sentido, por ser el texto el anverso de la conocida medalla Historia Universal, hecha por y para los hombres, en donde aquellas, no aparecen como coparticipes en el desarrollo de la humanidad; carecen de un palco al lado de sus compañeros en el balcón supremo de los anales, las crónicas, los relatos, las memorias, o las narraciones y estudios históricos.

En un tercer sentido (en el ayer) por ser historia que narra los hechos sucedidos solamente desde fuera. Por ello, el libro no ofrece un abanico cambiante del acontecer femenino, sino eventos propios de la sociedad patriarcal, que las afectaron al robarles dicho suceder conformado por una constante serie de luchas, desconocimientos, subvaloraciones y menosprecios, como así lo testimonia la expresión de Michelet en 1854, cuando alude a lo inconcebible que las mujeres compartan responsabilidades políticas con los varones: “No tenemos la culpa que la naturaleza hubiera creado a las féminas si nó débiles, por lo menos dolientes, sujetos a males periódicos, criaturas emocionales, hijas del mundo sideral, y por lo tanto inapropiadas a causa de su constitución irregular, para asumir funciones públicas de la comunidad”.

Pero en un último sentido (en el período moderno a partir de 1950), por ofrecer el libro un caleidoscopio que multiplica simétricamente la imagen de sus logros alcanzados en la conquista de sus nuevos derechos y en el desempeño de sus actividades en las distintas disciplinas de la cultura.

II

En cuanto al contenido del texto, darle a esta materia un total y minucioso carácter hubiese exigido una inmensa variedad de volúmenes, empresa imposible de sacar adelante.

Lo escrito, pese a que en mayor o menor medida las mujeres siempre tuvieron que ver con los acaeceres principales de cada ciclo, en aquel no se hace alusión pormenorizada de todas sus experiencias a menudo trágicas, otras veces heróicas y casi siempre reveladoras de los dolorosos destinos de sus congéneres.

El libro a manera de un cedazo sólo retiene los sobresalientes eventos característicos de cada etapa en que metodológicamente lo subdividí y que aparecen relacionados en el acápite de la Introducción.

Me aparto entonces de la escuela histórica clásica y convencional conocida, que narra y enseña los sucesos de manera amplia, pero sesgada, describiendo sólo el reverso de la placa, cuidándose muy bien de ocultar su verdad. O quizás los narraron pero de forma amañada como sucedió con la Inquisición, que la presentaron como salvadora del mundo, por haberlo librado de las garras del demonio encarnado en las brujas.

Razón por la cual, me dediqué a desempolvar los pocos archivos que sobre el tema encontré, y a desentrañar posibles acontecimientos encubiertos en cartas, pinturas y poesías de la época, a reinterpretar las mitologías griega y romana, y a revisar descripciones episódicas y hechos históricos que maneja el actual mundo tecnológico: videos, películas y documentales.

III

La cuestión que ahora se plantea sobre el libro, es el porqué del mismo. Hubo varias razones que me impulsaron a escribirlo, una de ellas fue el desconsuelo que sentí al investigar diferentes datos sobre hechos de mujeres sin haber encontrado la información pertinente en algunas obras recopiladas por autores masculinos y también por algunas femeninas. Igualmente ocurrió, cuando al comentar iguales temas con docentes, alumnas o compañeras me respondieron no tener idea sobre Historia de las Mujeres, pues nadie se las había informado o no habían tenido conciencia de ello.

Y, otra inducción a redactar el texto, fue el deseo de compartir lo que poco a poco iba investigando, en las escasas fuentes fidedignas que encontraba, para que luego las congéneres pudieran conocer la incidencia de las falencias patriarcales, las reacciones asumidas por las antepasadas para obtener sus derechos, y los aportes que las mismas hicieron al desarrollo de la humanidad.

Todo lo anterior corresponde al leit motiv de una ardua tarea de investigación justa e histórica, hecha con la intención de relacionar el presente con el pasado, para ofrecer un cuadro más real y auténtico de lo robado a las mujeres. La labor fue por lo tanto difícil por carecer de todo tipo de pruebas supletorias, que registraran sus capacidades, proezas, aspiraciones y dolencias.

IV

En este escenario se trenzó y conformó el contenido del libro, que partió de su glorioso momento histórico en los albores de la humanidad, en donde desempeñaron un rol central de liderazgo político (no politiquero), con autoridad moral y control del clan y de la naturaleza. Duró 2.500 años sin ejercer dominio o poder, pero sí ejercitando la actitud de interpretar el cosmos y de ordenar fraternalmente su grupo. Y encontré que su caída se

debió al surgimiento del Patriarcado (3.500 años en la Mesopotamia del período Arcáico Tardío), con sus misóginas ideas.

  • Retomé lo ya denunciado ante el mundo por otras investigadoras, que esta ideología ha sido la causante de toda subvaloración de las mujeres. Y que, su baculazo omnipotente y permanente se descargó con toda su invasora doctrina en forma tan implacable sobre ellas (a quienes consideraba inferiores, débiles e incompetentes) que contaminó el pensamiento, el lenguaje y todas las expresiones culturales, religiosas, científicas, económicas, y políticas, creando una situación de desigualdad estructural que aún padecen.
  • Hallé que ideólogos, evangelizadores y cronistas de pacotilla, todos faltos de sentido histórico y de grandeza de miras, se dedicaron los unos a atropellar derechos, y los otros a acumular nombres, enlistar guerras, describir hechos o proezas masculinas, y declararse abiertamente impugnadores y saboteadores de todo lo que no encajara con los principios por ellos trazados.
  • Descubrí que apoyados en el bagaje de sus propios relatos y tomándose el poder, como bandera de agitación pública para sus proditorias ambiciones ignoraron hechos, condiciones y situaciones de las mujeres. Entonces me involucré en la faena de ubicar su ayer en las justas proporciones y así poder derrocar los falsos ídolos de sus pedestales construidos por ellos mismos. Pues no de otra manera, pueda entenderse que la humanidad masculina (50% de la población), no hubiese reaccionado de manera contundente, contra una ideología que no sólo ignoró a sus pares, sino que acrecentó la misoginia de cuyos exponentes se mencionan algunos en el libro.
  • Observé que, con base en una supuesta superioridad biológica, invisibilizaron, menospreciaron y subvaloraron todo lo femenino, además de cometer horrendos feminicidios y asesinatos, provocar guerras, colonizar países, invadir a Estados soberanos, y realizar violencias, en todos los espacios privados y domésticos, de donde las mujeres siempre salieron (aún lo son) perdiendo, ante el impositivo silencio, terror y atropello a su dignidad, honor y derechos.
  • Concluí que es vergonzoso para la Historia de las Mujeres, que después de haber sido las guías en los Albores de la Humanidad, las hubiesen convertido en seres tan desdeñados, y ubicados en los niveles más bajos de la sociedad.
  • Por lo mismo, no comprendí porqué los cronistas, historiadores, evangelizadores o artistas, hubiesen callado los sucesivos robos y abusos cometidos contra aquellas, quizás por su ignorancia o falta de perspicaz mirada; o porque para ellos las mujeres

no existían como humanas, sino como integrantes de una manada débil y de un sexo de segunda categoría; o, posiblemente por envidia (Juana de Arco logró lo que el ejército francés no pudo); o tal vez por temor (quemaron las brujas sabias del Medioevo); o posiblemente por egoísmo (incendiaron a 129 obreras un 8 de marzo para no atender sus demandas laborales); o, acaso por complejo ante su sabiduría (como lo hicieron con Hipatía en Egipto); o por celos de su empoderamiento (guillotinaron a Olimpe de Gougés y a sus compañeras de la Revolución Francesa); o probablemente por un fanatismo religioso- político- cultural (que las arrastró al degüello feminicida (como es la Marcha campesina en China, 1949).

Esos ideólogos les robaron a las mujeres su historia y les negaron todos sus derechos fundamentales. Ocasionaron el apocamiento de mentes claras, el exterminio de futuras generaciones, el desajuste familiar, el atrofiamiento de sus virtudes, sentimientos, fervores, grandezas y proezas y les devastaron sus campos y ciudades.

Fueron tan enconados sus atropellos sin justificación alguna, puesto que carecían de móviles altruistas ideológicos o no estaban en juego su honor y gloria, hasta que llegó a pensarse que con el desarrollo industrial y tecnológico o de cualquier otro tipo de progreso, podrían modificarse tales situaciones negativas.

Sólo hasta el año 1972, cuando Ann Oakley diferenció sexo de género (Robert Stoller ya lo había hecho en 1960), se pudo aclarar que la tan cacareada superioridad masculina no era innata o biológica, sino aprendida culturalmente (género), por lo tanto susceptible de modificar.

V

Pero el principal interrogante que se esboza en este Prólogo, es que al tener como autora de la obra una adulta mayor, sin participación activa en ningún grupo representativo de las mujeres, o en Centros de Pensamiento (Think Tanks), apoyada estrictamente en investigaciones, experiencias en la docencia universitaria y Colegios de Abogados de la América Latina, escritora de once libros, analista de temas jurídicos, activista en el Comité de Derechos Humanos, con énfasis en los de las mujeres, y en el ejercicio de mi profesión como abogada, coparticipe en la formulación de leyes sobre los temas antes expuestos, y Consultora Internacional sobre MASC (Métodos Alternos de Solución de Conflictos – ONU

– Cámara de Comercio de Bogotá), repito esta autora está segura que vale la pena leer, consultar y recomendar “La Historia Robada de las Mujeres”, trabajado sobre un tema desconocido y por lo mismo difícil de sustentar con pruebas auténticas que acrediten cada momento, pero que va a llenar vacíos históricos producto de la falta de información académica, y de la ausencia de una tradición oral sobre la materia.

VI

Con el libro pretendo seis amplios objetivos

Primero: Dejar muy claro cuáles son los cinco Hechos que tipifican el sucesivo ROBO, como así lo denomino, porque encaja perfectamente con lo estipulado por el Derecho Penal cuando en su artículo respectivo, reza: El que se apodere de algo ajeno, con el propósito de obtener provecho para sí o para otros siendo más grave cuando se hace con violencia y coloque a la víctima en condición de inferioridad o indefensión”. Descripción jurídica que además está acorde con la definición sobre esa conducta inscrita en el Diccionario de la Lengua: es quitar lo ajeno, despojar, descalificar, apropiarse, arrebatar, desposeer a otros, de algo que no le pertenece”.

Esos aludidos hechos tipificadores se pueden aglutinar en cinco bloques:

  1. Robo del impulso dado por las mujeres primitivas para sacar a su grupo del salvajismo y colocarlo al borde de la civilización, cuando hizo su aparición el Patriarcado, que les arrebató sus saberes y se los apropió como de su ingenio, es decir, como si el desarrollo de la humanidad se hubiese iniciado a partir de cero, y que, con su sola presencia en el universo, se hubiese podido dar comienzo a la civilización.
  • Robo del don exclusivo femenino de dar a luz un nuevo ser. Adán aparece en la Biblia como un apropiador de aquel poder, cuando alumbra a Eva sacándola de una de sus costillas (falla de los intérpretes e ideólogos).
  • Robo de la propiedad intelectual de muchas mujeres que tuvieron la capacidad de producir pintura, letras, música. Por ejemplo; Ignatia Mozart, hermana de Amadeus; Cecile Mendelsson, hermana de Félix; Josephine Wick, esposa de Robert Schuman; Alma Schindler esposa de Gustav Mahler, no aparecen como quienes son, las verdaderas compositoras de varias obras musicales. En el campo de la literatura las pocas que pudieron ejercer el arte de escribir cuentos, poesía, novelas, ensayos, debieron acudir a seudónimos masculinos, para evitar su apropiación por parte de amigos o parientes masculinos, o soportar el rechazo como autoras femeninas, como le sucedió a Aurora Dupin (George Sand compañera de F. Chopín), Mary Ann Evans (George Elliot), Cecilia Bohl de Faber (Fernán Caballero). En el ámbito de la escultura, aconteció con Camille Claudel amiga, confidente, modelo y fuente de inspiración de Rodín, que vió como sus obras “Las Puertas del infierno” y “los Bosques de Calais”, fueron firmadas y

apropiadas por aquel, su amante, mentor (creador del Pensador), quien se benefició de su creatividad, mientras ella permanecía a la sombra.

  • Hasta hace poco, hubo robo del apellido paterno de las esposas, quienes debían utilizar la partícula DE, seguida del patronímico de su marido, además de significar su dependencia conyugal.
  • Robo de todos sus derechos fundamentales a: la libertad de expresión oral o escrita, locomoción, disentimiento, igualdad, ejercicio espontáneo de su sexualidad, salud integral, salario doméstico.
  • Robo de su ciclo vital con los feticidios y marchas campesinas (China); feminicidios con la obligada sepultura de las viudas vivas al lado de sus difuntos esposos (India); genocidios en las guerras mundiales y regionales (Alemania, Rusia); asesinatos en las colonizaciones (indígenas, asiáticas y africanas); invasiones a territorios soberanos (Oriente Medio, Santo Domingo, Chile, Africa); robo de territorios (norte de México); y con los homicidios en cárceles, destierros, gulags, y torturas en todas las dictaduras (masculinas).

Segundo: Demandar simbólicamente ante el Tribunal Supremo de la Historia, a los ideólogos sustentadores y multiplicadores del sistema Patriarcal, ostentadores de nombres como patriarcas, jerarcas, historiadores, cronistas, literatos, poetas, de la clerecía y política, jefes, jefecillos, gobernantes, científicos y demás misóginos de toda especie, para que respondan por los crímenes de Robo de la Historia y de atropello a todos los derechos de las mujeres, desde su implementación y dominio hasta la actualidad. Son delitos de Permanencia o de Tracto sucesivo, es decir, que continúan cometiéndose aún en muchas regiones y comunidades y son, además, trascendentales antes que históricos, por no poderse escindir el pasado del presente, y por afectar al 100% de la humanidad, o sea que también damnifican a los mismos actores, por lo tanto, deterioran a todos los seres vivientes.

Tercero: Brindar una herramienta a las mujeres para empoderarlas, una vez conocida su trayectoria y valentía.

Cuarto: Coadyuvar a las presentes y futuras generaciones, para cambiar el rumbo del manejo planetario, sin ningún tipo de desigualdad en cuanto a: género, sexo, raza, etnia, origen, procedencia, riqueza, color.

Quinto: Aclarar los estigmas que situaron a las mujeres al margen de la vida social, económica, política y cultural, con miras a propiciar cambios de paradigmas, que pongan fin a los desgastados esquemas machistas de dominación.

Sexto: Destacar su presencia en el mundo, es decir, revelar el ayer, diseñar el presente y vislumbrar lo que depara el futuro, siguiendo una sinopsis que empieza por entender, cómo después de haber sido el centro glorioso de las comunidades prehistóricas, fuese convertida en un ser subvalorado, desdeñado e ignorado en la historia.

VII

Conclusión

Es comprensible la extraordinaria dificultad del Tribunal de la Historia (citada en el objetivo # 2), para ser ecuánime en el justiprecio del concepto Historia Robada, pues cuando se emplaza una mitad de la humanidad (la masculina) que conforma el equilibrio de la sociedad, se produce un desbalance que no es el propósito del libro, sino el de obtener simbólicamente justicia, encontrar la verdad histórica y procurar igualdad en la comunidad. Por lo tanto, no se busca sanción alguna, sino concretas enmiendas. No es dable entonces, aspirar a un castigo, pues además de aquel desequilibrio social, daría pie para interpretarla como una venganza.

Sólo se aspira a que se produzcan resarcimientos ideológicos para las mujeres, por los robos de los que fueron víctimas. Todas podrían participar individual o colectivamente, en la sugerencia de cualquier modo de resarcir el daño causado a su género.

El presente libro es una de esas tantas maneras, por cuanto divulga públicamente lo siempre oculto o ignorado; Robos, deterioros y minusvalías que padecieron (ver contenido del libro).

Otra modalidad, podría ser la de solicitar ante el Congreso (Parlamento o Ministerio de cada país), aprobar una ley de obligatorio cumplimiento, para que se incluya la asignatura Historia de las Mujeres, dentro del pensum académico de la educación básica. De este modo, las próximas generaciones podrían conocer su pasado, valorar el presente y proyectarse hacia el futuro.

Al fin y al cabo, las mujeres representan la mitad de la población mundial, y los hombres ya poseen su historia propia.

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