Esteban Jaramillo Osorio
Es la Selección Colombia una fábrica inagotable de ilusiones y desencantos. La historia es testigo firme e incontrovertible.
Cuando con ella rueda la pelota reaparece el idilio de los aficionados que mezclan deseos con pasión, esperando rendimiento, destacadas actuaciones y resultados.
Tantos son los futbolistas que en allí se han consagrado, como centenares los que malograron su paso, por fugaz, por falta de fútbol, envilecidos por la fama o porque no tuvieron cabeza. No dejaron huella ni construyeron historias.
Al conocerse la nómina para partidos amistosos, sujeta a pocos cambios para actuar en la Copa América, se revuelve el ambiente, proliferan las reacciones en pro o en contra, con defensas intensas o rechazos fuertes a determinados jugadores. Todo tan subjetivo.
Como la pasión enceguece, no hay consenso, aunque las simpatías rebasan las antipatías.
El técnico Lorenzo es el responsable de sus actos, los que perfuma con su invicto, la renovación de nómina y en muchos pasajes de su campaña con el juego desplegado.
Su autonomía hoy no se discute, pero, aunque lo niegue, porque les ocurre a todos, siempre habrá influencia externa en las convocatorias, de parte de directivos que quieren hablarle al oído, de empresarios, técnicos amigos, patrocinadores o periodistas que se atribuyen influencias sin tenerlas.
Kevin Mier, por su ausencia esta vez, ha sido motivo de agitadas controversias. Su presente en Cruz Azul del fútbol mexicano, amerita su presencia. Como también Casierra con sus goles en el Zenit de Rusia y Cetré en Estudiantes de Argentina, quienes pidieron pista con sus presentaciones auspiciosas.
Se crítica la citación a Montero y David Ospina y la ausencia de jugadores de la liga, desconociendo que el torneo nuestro es “jurásico”, de altibajos, con poco realce individual, especialmente entre los jóvenes, porque estos muy rápido se marchan.
Lo ideal antes de cuestionar presencias o ausencias, sería evaluar el aporte potencial de cada uno de los ausentes, su funcionamiento, su integración táctica al equipo, su convivencia y la trascendencia del fútbol en el que actúan.
Varios de los presentes, por su baja forma, no justifican su citación. Pero se explica debido a que en clubes y selecciones siempre hubo preferidos, sin razones futbolísticas que los respalden. En fin, las roscas.
James es la piedra angular de los conflictos. En la actualidad carente de ritmo, sin competencia activa, deja en evidencia su bajo estado. Lo que disimula con su talento cuando entra en acción. Su aporte es mínimo cuando escasean los espacios, se aprietan las marcas o cuando imperan los duelos físicos. Pero lo evidente es su clase cuando tiene la pelota.
Es el mismo caso de Juan Fernando Quintero, quien, con una pierna, la izquierda, agrada más al entrenador que otros futbolistas, con las dos, acostumbrados a “moler banquillo”.
La prueba de fuego es la Copa América. Porque en el clasificatorio al mundial, Colombia va en coche. Que diferente es el fútbol de la selección comparado con el torneo nuestro y reconfortante es aprovechar la sintonía con el gol que tiene Borja. La que debe reafirmar porque de lo contrario será otro fracaso. 

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