Por Guillermo Romero Salamanca

Justo es el corazón el que le juega una mala pasada a Orlando “el cholo” Valderrama, a un ser tan especial y tan sentimental. Quiere lo que tiene, se entrega en el escenario como nadie y no se cansa de lanzar las mejores frases a su tierra llanera.

“A mí dígame “cholo”, porque soy mestizo y llevo sangre indígena en mi cuerpo”, decía Orlando Valderrama cuando fue nominado y ganador en el 2008 del Grammy.

Muy difícil encontrar a otro fabricante de versos como él. Por eso, cuando por destino de sus presentaciones, se reúne con Walter Silva, un “mano a mano” de letras resulta interesante.

Orlando ha sido un defensor de los Llanos Orientales, de sus ríos, de sus culturas y sobre todo de su folclore. Cada una de sus canciones está repleta de los mejores adjetivos para los campos, los caballos, las catiritas y las labores campesinas.

El sábado 27 de enero se aprestaba a subirse a un escenario en Villavicencio cuando sintió un mareo y fue llevado de urgencias al médico, quien al verlo lo internó en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Clínica del Meta. “Una arritmia cardíaca que  le desencadenó un accidente cerebro vascular, tipo isquémico, se le presentó, desarrollada por la súbita pérdida de flujo sanguíneo cerebral”, dijeron los galenos.

Orlando es uno de los grandes juglares del folclor llanero. Sería como catalogarlo como un Rafael Escalona en el vallenato, un José Barros en la cumbia, un Jairo Varela en la Salsa, un Jairo Paternina en la música popular o un Carlos Vives en la provincia, un Jorge Velosa en la carranga o un Juanes en el pop.

Cholo Valderrama

Es grande el “cholo”. Inmenso con sus canciones. “Llanero, sí soy llanero primo, y el que quiera comprobarlo , que vaya pal Casanare, y pregunte en la costa el Pauto, como aprendí desde niño, a dominar un potranco, a ponerle un rejo a un toro, coge un novillo por el tallo, a patronea una curiara, en las crecientes de mayo, a conocer el aguaje, del pescao grande en el charco, y la astucia del caimán, velando altivo en el paso, al chigüiro lateperro, zumbarse al río del barranco, al grito madrugador, del caporal en el hato, me acuesto al caerse el sol,  con el sol me levanto, con trinos de guacharacas y quejíos de un araguato, algarabía de chenchenas, en los rebalses del caño, y dentro del monte oscuro, el ronquío de un tigre macho”, canta en una de sus insignes canciones.

Orlando nació el 23 de agosto de 1951 en Sogamoso. Vivió su infancia en Pore, Casanare y desde siempre anduvo entre arpas, cuatro y capachos, verseando, arreglando canciones y en 1978 llegó a los estudios de grabación. En total ha presentado 17 producciones y por una de ellas, titulada “Caballo” obtuvo el Grammy Latino 2008.

Hizo dueto con Fonseca y participó en el trabajo “Mestizajes” de la Orquesta Filarmónica de Bogotá.

Se recuerda también su  participación en la reedición de la Tierra del Olvido, al lado de Fanny Lu, Andrea Echeverri, Fonseca y Carlos Vives.

En varias oportunidades ha visitado países como China, Hong Kong, Japón, Corea, Estados Unidos, México, Guatemala, Panamá, Inglaterra, Francia, Alemania, España, Italia y, por supuesto, Venezuela, región llanera por excelencia que reconoció y exaltó el talento de este artista colombiano otorgándole el premio «Florentino de Oro».

Necesitamos al “cholo” por muchos años más, porque el llano lo espera, sus seguidores lo aclaman y la música sueña con oírle los mejores versos.

 

Please follow and like us:
Wordpress Social Share Plugin powered by Ultimatelysocial