Por Eduardo Frontado Sánchez

En la era actual, la conversación sobre ser un agente de cambio está en boca de todos. Pero, ¿realmente entendemos lo que significa asumir este compromiso? Cuando abordamos este tema, es crucial preguntarnos si quienes hablan de ser agentes de cambio comprenden el verdadero significado y la profundidad de esta responsabilidad. Desde mi perspectiva, ser un agente de cambio comienza por salir de nuestra zona de confort y comprender que nuestra labor, desde el momento en que decidimos adoptar este rol, es aportar un valor positivo a la sociedad. Sin embargo, este compromiso también implica enfrentar cambios y desafíos para los cuales debemos estar preparados.

Ser un agente de cambio no implica que estaremos exentos de momentos difíciles. Por el contrario, significa que debemos superarlos y transformarlos en oportunidades para construir un mundo mejor. A medida que avanzamos en las diferentes etapas de la vida, descubrimos el rumbo que debemos tomar y enfrentamos momentos de reflexión. Nos preguntamos si estamos en el camino correcto, si esto es lo que realmente deseamos como individuos y seres humanos, y si nuestras acciones nos satisfacen en nuestra labor como agentes de cambio.

Nuestras vivencias, oportunidades, culturas y formas de abordar la vida nos definen como agentes de cambio desde nuestra propia perspectiva. Personalmente, creía que mi misión en la vida era convertirme en el mejor gerente de marketing del universo. Sin embargo, con el tiempo, comprendí que ese no era mi camino. Mi verdadera misión era ayudar a otros y motivar a las personas a través de un mensaje que transmitiera la vida como una sucesión de cambios, con oportunidades y desafíos, pero como un viaje que valía la pena emprender.

Para convertirme en un agente de cambio, tuve que desarrollar una habilidad que me costó mucho en la vida: la capacidad de lidiar con la frustración. Aprendí que no siempre podemos controlar todo en la vida, pero no me arrepiento de ninguna de las experiencias vividas hasta ahora. Todas ellas me han enriquecido y han contribuido a mi objetivo común: comprender que, en todas las etapas de la vida, los seres humanos tenemos una misión y un propósito que cumplir.

Recuerda que nuestra humanidad es lo que nos identifica, y nuestras diferencias son lo que nos une. Ser un agente de cambio implica abrazar estas diferencias y trabajar juntos para construir un mundo mejor. En última instancia, ser un agente de cambio va más allá de las palabras; se trata de acciones concretas y un compromiso continuo con el bienestar de la sociedad y el mundo en general.

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