Por Eduardo Frontado Sánchez

En la vorágine diaria de nuestras vidas, nos encontramos sumergidos en una rutina que a menudo ejecutamos de manera automática, como si estuviera inscrita en nuestras mentes para llevar a cabo cada mañana. Trabajar, una de las acciones más significativas que los seres humanos realizamos, no solo brinda satisfacción personal, sino que también representa una forma honesta de trabajar por nosotros mismos y por los sueños que anhelamos. Sin embargo, el acto de trabajar conlleva sacrificios y una lucha constante, por lo que es fundamental elegir una profesión que nos apasione, convirtiendo así nuestro quehacer diario en una fuente de alegría y no en una mera obligación.

En el contexto actual, marcado por la pandemia del COVID-19, hemos aprendido la importancia de detenernos y reflexionar sobre la automatización de nuestras vidas. Comprendimos que lo automático no siempre está directamente relacionado con lo que realmente debemos hacer. En este sentido, es crucial encontrar un equilibrio en todas las facetas de nuestra existencia. Aunque el trabajo nos estimula cada mañana, también es esencial ser conscientes de la necesidad de detenernos para nutrir nuestra alma, ya que, en última instancia, somos seres esenciales con alma, vida y corazón.

Alimentar el alma implica identificar actividades que rompan con la monotonía laboral y que no estén relacionadas con el trabajo. Desconectarnos temporalmente nos permite cambiar nuestra perspectiva, descansar y obtener una mayor claridad mental, lo que a menudo conduce a la formulación de nuevas metas y objetivos.

Personalmente, considero que una de las maneras más efectivas de alimentar el alma es realizar viajes en familia con quienes amamos. Estas experiencias nos brindan la oportunidad de renovar nuestros intereses y pasiones, así como de establecer nuevas metas y sueños. Al hacerlo, contribuimos no solo a nuestro propio bienestar, sino también al bienestar de un mundo que aspiramos a construir, un mundo más humano y compasivo.

En resumen, trabajar es esencial para nuestro desarrollo personal y profesional, pero también lo es detenerse para alimentar el alma. En un mundo que avanza a un ritmo vertiginoso, cultivar un equilibrio entre nuestras responsabilidades laborales y el autocuidado es fundamental. Recordemos que, como individuos, poseemos una riqueza interior que solo puede florecer cuando nos tomamos el tiempo necesario para mirar hacia adentro y nutrir nuestro ser más profundo.

También puede leer:

Please follow and like us:
Wordpress Social Share Plugin powered by Ultimatelysocial