Por Guillermo Romero Salamanca
Hasta hace unos años, la expresión más odiada por una persona era que lo mandaran a dormir a un faro. Significaba que tendría que estar a la intemperie, sentir las tempestades marinas y, de pronto, quedarse sin merienda.
Pero este “castigo” se convirtió ahora en la posibilidad de pernoctar en lugares mágicos, perfectos para disfrutar la brisa matinal, tener vistas del majestuoso mar, observar las estrellas, estar lejos de la contaminación lumínica de las ciudades, madrugar para hacer largas caminatas por las playas, los cerros cercanos y, por qué no, adentrarse un poco al mar.
Durante años los faros han sido vitales para la supervivencia de los barcos, gracias a sus señales luminosas. Los levantaron en sitios elevados, en islas o en puntos precisos para que los capitanes pudieran guiar sus naves a buen puerto.
Las farolas de la costa gallega datan, algunos desde el siglo XIX y en ellos vivieron por años los fareros y las fareras que se encargaban de su mantenimiento y de estar pendientes de los rayos luminosos.
Existen varios candiles famosos en Galicia como el de la Isla Pancha en Ribadeo, construido en 1857. Su luz se apagó en 1983, cuando se construyó un nuevo faro a escasos metros de éste. Sus instalaciones se mantuvieron intactas hasta que en 2013 se habilitó como alojamiento turístico, que consta de dos apartamentos independientes con capacidad para cuatro personas cada uno.
El faro de Lariño, también conocido como faro de Punta Ínsua, se encuentra en Carnota, en La Coruña, muy cerca de enclaves como la playa de Carnota, el monte Pindo, la cascada del río Ézaro y la ría de Muros y Noia.
Fue construido a principios del siglo XX, entre los faros de Corrubedo y Fisterra. Su entorno es dominado por playas de arena y rocas y una vegetación de matorrales, es visitado cada año por multitud de aves migratorias de especial interés ornitológico.
El emblemático faro de Fisterra es uno de los lugares más visitados de la Costa da Morte y también el punto final de muchos peregrinos que deciden continuar el Camino de Santiago para conocer este hermoso rincón de Galicia.
Decenas de personas acuden allí a buscar la foto al lado del mítico punto “cero” del Camino de Santiago.
Desde 1999, y tras una gran reforma en 2016, el faro de Fisterra se convirtió en un exclusivo hotel con servicios de bar y restaurante.
El Hotel Faro de Corrubedo en Ribeira en La Coruña tiene 11 habitaciones con capacidad para 48 personas y un restaurante ubicado en la torre donde se encuentra la señal luminosa.
Cabo Silleiro es uno de los parajes naturales más visitados de Baiona. Un lugar que regala una vista diferente de las Islas Cíes y de la costa sur de Galicia. En su precioso faro rojiblanco se están realizando los últimos retoques para convertirlo en alojamiento turístico.
Gracias al apoyo de la Xunta de Galicia, la Unión Europea y empresas hoteleras, estos faros cambiaron su destino, repletos de detalles, con productos gourmet de Galicia como vinos, orujos, conservas, patés, mieles, y un sinfín de sorprendentes sabores.
“Estos hoteles cuentan una simbología con la cultura del faro y los fareros que en ellos vivían. La temática del establecimiento simboliza los estados del mar, ese mar cambiante, ese mar que se expresa y nos cautiva con su lenguaje. Un hotel singular, dotado de todos los servicios propios de un hotel de máxima categoría: control de accesos, wifi, consigna de equipajes, ordenador de cortesía, secador, plancha de pelo, cafetera en la habitación, minibar, caja fuerte, room service, entre otros”, contó Virginia, encargada de la administración del Faro de Lariño.
Son las nuevas experiencias para los viajeros y para quienes deseen prolongar por unos días más su estadía en Galicia, luego de hacer el Camino de Santiago.
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