Por María Angélica Aparicio P.

Ver un leopardo de las nieves en las laderas frías del Himalaya significa un trabajo minucioso. Sin duda, obliga a construir un tejido de filigrana para que el viaje y los riesgos que éste representa, minimicen los daños. Cualquier situación inesperada puede presentarse en esas montañas del norte de la India, donde el frío electrizante es protagonista permanente del escenario.

El fotógrafo Emilio Aparicio

El fotógrafo Emilio Aparicio Rodríguez pasó horas preparando su traslado temporal al continente asiático -que ya conocía- para cumplir el sueño de fotografiar a los leopardos. Su mente, de manera constante, sólo pensaba en estos felinos de rápidos movimientos, que aún, de milagro, no están en vía de extinción. Tenerlos bajo la lente de una cámara, acarreaba sacrificios difíciles y toneladas de paciencia.

Emilio llegó al Himalaya para desplazarse acompañado, únicamente, por el silencio y la majestuosidad de la naturaleza. Había nieve en las montañas -aunque sepamos del proceso de deshielo que vive el planeta- y cielos de azules intensos. Hacía mucho frío por los caminos destapados e intransitables, pero olía a ese Himalaya que siente como suyo y que parece ser parte de él mismo.

Caminando, encontró unos aldeanos que viajaban en tractor hacia lo alto de las montañas. Apoyándose en su técnica de autostop, los pobladores indios le permitieron subirse al tractor. Ya en el poblado más próximo, las imágenes de los leopardos asomaban su cuerpo en tapices, esculturas y carteles. Miró cada uno con interés, respetando la expresión que los autores -desconocidos- quisieron imprimirle a cada figura.

Fotografías de Emilio Aparicio.

El leopardo de las nieves es gran amigo de la altitud. Busca alturas de más de 4.500 metros sobre el nivel del mar, donde es un riesgo vivir -aunque no un imposible- para el ser humano. Duerme en las cuevas naturales del Himalaya con sus hijos recién nacidos, cuando los procrea. Dentro de la cueva, se enrosca como un caracol para que las crías se congreguen y se arrunchen alrededor de su hermoso cuerpo.

Estos felinos de fuertes patas se alimentan de otros animales. Comen su presa durante dos a cinco días. Mastican despacio, sin presiones, tomándose buena parte de las horas que restan del día. Cuando no encuentran alimento en las alturas, bajan en su búsqueda hasta las aldeas. Entonces atacan los corrales de los habitantes del valle, en zonas del Tíbet y la India, causando verdaderos destrozos.

Fotos en Instagram de Emilio Aparicio.

Los moradores del Himalaya observan de cerca al leopardo de las nieves. En sus propiedades, lo ven íntegro, fiero, ofuscado, decidido a llevarse su botín al precio que sea. En años anteriores, los mismos himalayos les disparaban con sentimientos de rabia, de impotencia, como un mecanismo de defensa ancestral. Hoy avisan a otros aldeanos del ataque que han sufrido sus rebaños, haciendo uso del servicio de celular.

Por hambriento o desesperado que esté, la cuestión es conservar al leopardo de las nieves para su supervivencia y procreación. Acabar con él ya no es sinónimo de valentía y triunfo para nadie. Crece la conciencia de respetar su dignidad y sus malos momentos. Crece el entusiasmo por compartirlo con sus desplazamientos y hazañas.

Conservarlo como parte de la fauna del Himalaya hace que un grupo de fotógrafos -entre ellos Emilio- arriesgue su vida para capturarlo en imágenes o en videos. Quieren presentarlo al mundo para hacerlo visible. Aunque se cobijen bajo banderas de distintas nacionalidades, el mensaje de estos artistas es el mismo: el leopardo de las nieves debe continuar en su hábitat, vivo y consciente, con el cuidado de todos. Protegerlo es una misión de gratitud para con la misma naturaleza, así la vida se arriesgue minuto a minuto.

Emilio visualizó a los leopardos en un día de suerte inimaginable. Lo venía experimentando todo: desde las largas caminatas y esperas pronunciadas, hasta el malestar del ascenso de esta cadena de altas montañas. Pero logró toparse con la meta trazada, y rodeado de un curtido grupo de fotógrafos, congeló las imágenes del felino más apetecido de las tierras del Himalaya.

Tras días de espera, frío excesivo, hambre y de una indiscutible paciencia humana, los avistó. ¡Dicha total! Era su sueño, el propósito que lo retornaba a las fabulosas cumbres de la cordillera asiática. No detuvo el obturador de su potente cámara mientras los leopardos -dos de ellos- se deslizaban hacia la cima de la montaña donde se hallaban.

Después tuvo nuevas oportunidades de avistarlos, siempre a una distancia abismal del objetivo. Mientras el felino se deslizaba por la montaña, Emilio y los fotógrafos se encontraban en la cúspide de otra montaña, con las manos en sus cámaras y la mente dispuesta a trabajar. Ni distracciones, ni chiflidos, ni gritos podían distraerlos de la cacería que libraban para, a través de fotografías, capturar la destreza de estos felinos de intensos ojos azul marino.

El proyecto “Shen” (término de algunas comunidades del norte de la India) de Emilio Aparicio, ya se presenta en público con fotografías e historias increíbles de este animal fuerte, solitario y resistente que hace parte de la fauna mundial de nuestro planeta. Escuchar las experiencias que vivió entre paisajes alucinantes, carreteras infranqueables, cultivos de trigo y mujeres del entorno himalayo con tormentas de doce días y una búsqueda imparable, hace que el público enmudezca.

La belleza del animal del Himalaya.

Nada es gratis para los fotógrafos aficionados. Especialmente, para aquellos que, como Emilio, persiguen objetivos difíciles, imposibles de superar por otros profesionales de las ciencias artísticas. Pero ver al leopardo de las nieves deslizándose por laderas con o sin nieve, con su cola de 90 centímetros y rodeado de la más absoluta calma, es sí, la recompensa mejor pagada al esfuerzo personal.

También puede leer: